La intolerancia en el siglo 21 es diferente a la intolerancia religiosa de la Edad Media. La intolerancia en la Edad Media odiaba al intelecto, a la ciencia y la razón. La intolerancia de la Edad Moderna puede abofetear la cara de cualquiera, en cualquier lugar, en cualquier momento y sin razón aparente. Existe en todas partes, incluyendo a los modelos de conducta democrática y a las sociedades tolerantes de Occidente, cuando se trata del país no democrático de Birmania. Se trata de un fenómeno complejo e impredecible del ser humano. La tolerancia puede ser vista solo en los centros comerciales o en los mercados (cuando se compran varias marcas), y cenando comida rápida, o viajando por avión. A los administradores, vendedores y otros proveedores de servicios se les enseña cómo tolerar a los clientes, cómo sonreír mientras reciben el dinero, y cómo atraer al cliente a través de personal inteligente e incluso bello. Todos los demás sectores de la sociedad en todo el mundo parecen intolerantes.

Irshad Ahmad Mughal, Movimiento Humanista, Pakistan.

Los grupos religiosos y extremistas parecen ser los más intolerantes con las sociedades diferentes en todo lugar. Sin referirnos a ninguna estadística de investigación podemos decir que los musulmanes, los hindúes y los judíos son los número uno en esta mala práctica. Incluso los monjes budistas, vegetarianos Jain y los clérigos cristianos son socios igualitarios en la arena de la Lucha Libre Mundial. La arena de la Lucha Libre Mundial nos muestra claros ejemplos de violencia, intolerancia y cooperación moderna, donde cada gancho y mala táctica o estrategia, son legales. Solo la victoria es lo que cuenta.

Sin duda, la intolerancia se ha convertido en un negocio rentable en Pakistán. Para ocupar la vivienda o las propiedades de alguien que pertenezca a algún grupo minoritario, o que sean pobres y sin una base sólida, solo se necesita una acción de intolerancia para conseguir desplazarlo o sacarlo del lugar. Si los padres insisten en casar a un joven con una joven en específico, y supongamos que ella se niega, ella tendrá que hacer frente a cualquier reacción que puede ir desde ser quemada con ácido hasta ser asesinada, en nombre del “honor” (aunque muera por haber expresado su elección). Si los trabajadores en calidad de servidumbre (en su mayoría cristiana) se niegan a trabajar, pueden ser arrojados al horno encendido; una muerte dolorosa como la de Giordano Bruno (dos no musulmanes fueron arrojados por el propietario de la Fábrica de Ladrillos de Horno, en Punjab). Si usted afirma sus derechos, el gobierno puede castigarlo con estrictas penalidades. Incluso los bancos se han vuelto intolerantes con los clientes.

En los medios electrónicos y sociales, se muestran a los políticos peleando y luchando entre sí. Muchos expertos dicen que los dueños de los canales de TV animan conscientemente a sus presentadores a encender y echar más leña al fuego en los foros de discusión para mejorar sus ratings.

Varios expertos dan diversas perspectivas históricas retorcidas y distorsionadas para justificar la existencia de la intolerancia en nuestra sociedad, especialmente si se explica en el contexto religioso. Sin embargo, esto no es solo una plaga procedente de mordeduras o arañazos de roedores salvajes infectados y gatos, o por el contacto con cuerpos de animales infectados. Pero sí se ha convertido en un negocio rentable para conseguir patrocinio y fondos para matar a otros en nombre de la fe, en situaciones de anarquía o al aparecer problemas con la ley y el orden. Todos los días, las agencias de seguridad proporcionan evidencias, culpables, delincuentes y asesinos que confiesan; y, ¿quién recibe los fondos?, ¿para qué?, ¿dónde?, ¿por qué? Sus jefes y tutores se la pasan predicando en los medios de comunicación, esparciendo diversas justificaciones para difundir la ira y el resentimiento a través de interpretaciones religiosas y argumentos sin razón. La intolerancia solo mata a la razón a través de la asfixia. Incluso los eruditos islámicos se dan cuenta de la intensidad de esta enfermedad y organizan conferencias para difundir la intolerancia y plantear soluciones a los ciudadanos.

Debido a la intolerancia, las “personas razonables” están yéndose al extranjero o están siendo asesinadas u hostigadas para que se vayan o enfrenten las consecuencias. Intolerancia no es una palabra que se escribe y se embellece; es una realidad, y produce la sensación de asfixia. Es como una soga alrededor del cuello que se va apretando lentamente, e incluso llega a ahorcar repentinamente. Esto varía según el caso. Se dice que cuando una barra de hierro tiene “tolerancia cero”, se rompe. Cuando es un sistema político el que tiene tolerancia cero, el análisis político predice que dicho sistema se derrumbará. ¿Está llegando la sociedad pakistaní al punto de tolerancia cero? La respuesta podría ser: “Sí”. Pero, ¿se romperá este sistema político? Los lectores son quienes deben responder a esta pregunta.

La razón por la que la intolerancia es tan perjudicial para los ciudadanos es que no proporciona un espacio, oportunidad o medio para que cualquiera pueda discutir. La intolerancia quiere una “sociedad muda o silenciosa”. Qué… ¿muda y silenciosa debe morir en nombre de la intolerancia? La respuesta es: “No”. La intolerancia está arraigada en el habla, en la expresión y la comunicación. Mata a la expresión o a cualquier persona que exprese sus ideas. Por lo tanto, mata a las ideas. A aquellas ideas que desafían a la fe, a los prejuicios y a las posiciones rígidas de línea dura. La intolerancia no cree en la razón ni en los argumentos. Ella cree en las creencias estáticas. Ella es como estar parado en aguas estáticas y prefiere estar estática, y nadar en el agua estática de los prejuicios y la fe ciega.

In Pakistan, everywhere we face lack of arguments all the way from universities to village paths: anywhere someone can be hit by intolerance. While driving a car, if you peep the horn too much to get space to bypass, you may get answer, “this is not your father’s road.”

En Pakistán, por todas partes nos enfrentamos a la falta de argumentos, en todo el camino que pasa por las universidades hasta las aldeas: en cualquier lugar alguien puede ser golpeado debido a la intolerancia. Mientras usted conduce un coche y si toca demasiado la bocina para poder sobrepasar, es posible que se le diga: “Esta no es la pista de su padre”.

Intolerancia sin acción no es intolerancia. Intolerancia con acción es intolerancia. Tiene sus raíces en la conciencia distorsionada. Una conciencia de prejuicios y fe ciega provoca la intolerancia, ya que ésta dirige las acciones de la mente humana. Bloquea la razón. Esta fe proporciona la justificación que la persona intolerante necesita para creer en la no-razón y bloquear a la razón con una voluntad de hierro. Cualquier persona en cualquier lugar puede ser su víctima. La intolerancia también existe en las comunidades, pero no puede existir en la soledad. También puede existir cuando un Estado es débil. No puede existir en presencia de gobernantes potentes o poderosos. La fuerza infla sus aires y arrogancia. Copérnico, Galileo, Bruno, fueron víctimas de la intolerancia. En la sociedad musulmana, Ibne-Haitem, Al Maverdi, Al Farabi, todos gente razonable, fueron víctimas de la intolerancia. Pero la intolerancia actual en nuestra sociedad tiene un mecanismo diferente. Está alimentada por un patrocinio y viene pintada de sectarismo. Se basa en contradicciones. Esta intolerancia da beneficios financieros directos a los líderes políticos y religiosos implicados. Ellos tienen dinero, armas y poder en las calles, con la justificación de la Yihad. Por otro lado, los pequeños grupos de personas razonables son débiles, no-violentos, sin poder en las calles y faltos de ese espíritu de la Yihad. El poder rige en esta tierra, por lo tanto, la intolerancia rige y la razón muere. Existe la necesidad de atreverse a ser sabios para resistirse contra ella.

No trata hoy de un fenómeno intolerante, como en la oscuridad de la Edad Media, donde la iluminación cambió el escenario, y donde los intelectuales, luego de morir por su causa, consiguieron que la razón sea la que gobierne. Lo de hoy es un fenómeno más complejo y arraigado por medio de varias dimensiones. La sociedad requiere decisiones de calidad basadas en una visión amplia para contrarrestar este malestar y poder así funcionar sin problemas, dando espacio suficiente a las personas razonables para “atreverse a pensar ideas”.