El regalo final que Augusto Pinochet le hizo a la política chilena concluyendo su mandato dictatorial fue un extraño sistema electoral que dividió al país en circunscripciones que contaran cada una con dos representantes en el Parlamento. El único modo de resultar elegido es pertenecer a alguno de los dos grandes bloques que conforman las alianzas políticas. Esto ha asegurado fundamentalmente  a los partidos de derecha que apoyaron a Pinochet mantener el 50% de la representación parlamentaria aunque su votación sea significativamente menor. Todos los partidos a excepción de los que conforman las dos grandes coaliciones efectivamente se han quedado fuera del poder.

El Partido Humanista, clave en lograr que Pinochet saliera del poder al final de los 80s, ha luchado desde el primer gobierno democrático posterior a Pinochet para terminar con este sistema electoral que sólo puede darse en un país Sudamericano de 18 millones de habitantes arrinconados entre el Océano Pacífico y la Cordillera de Los Andes.

Tomás Hirsch es uno de los miembros del Equipo de Coordinación Nacional del Partido Humanista chileno y fue candidato presidencial por el conglomerado de izquierda “Juntos Podemos”. Nos pusimos en contacto con él para preguntarle sobre este cambio del sistema. ¿Hay realmente algún cambio sustancial? ¿Llegó finalmente la democracia a Chile?

Pressenza: Se anunció que en Chile se votó para terminar con el sistema binominal bajo el cual no se ha podido abrir la participación en el gobierno chileno a la gran mayoría de la población  que no vota por alguno de los dos bloques principales de partidos. ¿Es verdad? ¿Se ha puesto fin a este sistema o faltan pasos que implementar?

Tomás Hirsch: Efectivamente hace pocos días se completó el proceso legislativo por el cual se termina con el sistema electoral binominal creado por la dictadura de Pinochet. Este perverso y profundamente antidemocrático sistema garantizaba a la derecha chilena mantener permanentemente el 50% de los escaños en ambas cámaras bastándole para ello obtener el 33% de los votos o incluso menos. A su vez impedía la elección de parlamentarios que no pertenecieran a los dos bloques políticos que se reparten el poder desde el fin de la dictadura.

Lamentablemente una vez más se han hecho las cosas muy “a la chilena”. Se cambia el sistema electoral pero de tal modo que en definitiva sigue beneficiando a los mismos conglomerados políticos. En otras palabras, estamos sobre todo ante un cambio de nombre, celebrado con gran fanfarria por el gobierno, pero que no modifica sustancialmente el modo en que se repartirá el poder en el futuro.

Pressenza: ¿Cómo funcionaría el sistema si no fuera un sistema binominal? ¿Cuándo serían las primeras elecciones bajo un nuevo régimen?

Tomás Hirsch: El sistema adoptado es algo más proporcional que el anterior pero sigue manteniendo un piso altísimo para ser electo, lo cual deja virtualmente afuera a los candidatos independientes o de los partidos que no pacten con otros formando alianzas electorales. Obliga a acuerdos electorales siempre bajo el pretexto de buscar la “estabilidad democrática” (¿Qué es exactamente eso?)

Así, nuevas fuerzas políticas, organizaciones sociales, étnicas, ecologistas, regionales u otras similares seguirán quedando excluidas del parlamento pero ahora desde el Sistema se dirá que “tenían la oportunidad de elegir y no lo lograron”. Por cierto no se explicará que bajo la nueva Ley esa posibilidad de elección es casi nula.

El único modo en que la izquierda y sectores alternativos podrán elegir diputados será generando alianzas electorales muy amplias, y aun en ese caso tenderán a quedar subrepresentados.

Las primeras elecciones bajo el nuevo sistema serán a fines del 2017 cuando se renueve la totalidad de la cámara de diputados y la mitad del senado.

Pressenza: ¿Cuál es el piso que una alianza electoral tendrá que superar para lograr diputados?

Tomás Hirsch: Con el nuevo sistema es muy difícil responderte esa pregunta pues varía según el numero de coaliciones que se presenten y cambia también de distrito en distrito pues se eligen números diferentes de diputados, desde 2 hasta 7.

Según la simulación que hizo la fundación Moebius, si una coalición de izquierda agrupa a todas las fuerzas que están fuera del «duopolio del poder» podría llegar a obtener un máximo de 9 diputados, lo que será un 6% del total, pero también eso dependerá de como se redistribuyan los votos a futuro con el cambio de sistema electoral.
Entonces, en definitiva…. imposible saber.

Pressenza: ¿Qué impacto tendría esto para los varios partidos políticos pequeños entre los cuales figura el Partido Humanista?

Tomás Hirsch: Tal como mencioné antes, la nueva ley tendrá varios efectos:

  1. Si se quiere obtener diputados electos, habrá que llegar a acuerdos electorales entre los diversos partidos actualmente excluidos del parlamento.
  2. Habrá una fuerte tendencia desde los medios a descalificar a los partidos excluidos del parlamento argumentando que “ahora ya no hay ley binominal y siguen sin elegir”.
  3. Se tenderá a mantener concentrado el poder en las dos coaliciones. De acuerdo a estudios y simulaciones se ha visto que en el mejor de los casos éstas se quedarán con el 94% de los escaños en vez del 100% actual.

Pressenza: En los medios sociales se ve alegría por parte de algunos pero también dudas por parte de otros, sobre todo la propuesta de aumentar el número de puestos en las cámaras, algo que significaría mayores costos públicos. ¿ Cómo ves este tema?

Tomás Hirsch: Me parece que la alegría es básicamente de los partidos actualmente en el gobierno, que han logrado presentar el cambio como una democratización profunda sin serlo. También se alegran quienes reciben esas noticias y no entienden el complicado mecanismo matemático detrás de la nueva ley, creyendo que con el cambio de nombre ya se resolvió el problema.

Respecto de las dudas de otros por el aumento de costos para el presupuesto público, me parecen totalmente secundarias. A lado de las ganancias exorbitantes del sistema financiero, al lado de la pérdida de miles de millones de dólares anuales por no renacionalizar el cobre, al lado de la corrupción desatada, el mayor gasto que significa esta Ley es insignificante. En realidad es la clásica propaganda antipolítica que pretende hacer creer que “se gasta mucho en política” desviando la atención de lo esencial.

Pressenza: El Partido Humanista ha luchado para terminar con el sistema binominal desde los primeros momentos de la democracia post-Pinochet. ¿Es todo positivo o hay maniobras detrás para que sigan gobernando los bloques de siempre con sus mismas políticas?

Tomás Hirsch: Creo que esta pregunta está respondida en las anteriores. Muchas gracias!