Nos diagnostican una enfermedad y para sobrevolar el laconismo de los médicos, vamos a buscar consuelo en Internet. Necesitamos un poema de André Bretón; o un mapa; o una carta de viaje; o una receta de canapés dietéticos; o  un documento secreto con los horrores de las cárceles de la lucha antiterrorista, seguimos la misma ruta: Google nos “conduce hacia fuentes tranquilas”, nos cuida en las “quebradas peligrosas”, nos “acompaña todos los días de nuestra vida”. Con él, “nada nos falta”. Google es el Pastor

La Empresa Google Inc. es una “multinacional estadounidense especializada en productos y servicios relacionados con Internet, software, dispositivos electrónicos y otras tecnologías”, encontramos en el buscador del mismo nombre. Allí nos enteramos que fue fundada el 4 de septiembre de 1998, en California, fecha oficial, aunque algunos dan el 27 de ese mes. De todos modos, lleva 16 años asistiendo a un público muy diverso y tiene tantos detractores como adherentes. Pero lo cierto es que ha cambiado nuestro modo de obtener información y va camino de convertirse en un asistente de primer nivel a la hora de buscar información.

La Voz de Galicia del 24 de septiembre  no vaciló en asignar al buscador  un papel divino: “Google es a Internet lo que Dios es al mundo. Todo lo sabe, todo lo oye, todo lo ve” . Por nuestra parte, preferimos llamarlo Pastor dado su carácter de asistente y protector de quienes necesitamos saber para seguir viviendo.

“El Señor es mi pastor, con él nada me faltará”. Es lo que se lee en uno de los libros sapienciales: Salmos (“Alabanzas”), poesía religiosa hebrea.  Es el Salmo 23, uno de los más difundidos. Lo habíamos escuchado decir en películas de Hollywood, lo habíamos visto en pinturas, lo hemos escuchado cantado con diversas músicas,  pero no lo recordábamos cabalmente y lo buscamos. ¿Dónde? En Google, por supuesto.

Google nos asiste y ayuda en las cosas del vivir cotidiano y somos usuarios agradecidos. Pero rechazamos la superficialidad tanto como la propaganda disfrazada de información: esa empresa y el navegador que llevan el mismo nombre, están lejos de ser “el sistema que todo lo sabe”. Todo su contenido es sólo dato (“data”) sobre la externalidad del ser humano. Esta herramienta tiene, sin duda, un alto rango en el dominio del entorno del ser humano.

“Creer que la tecnología puede darte todo, es una falsa creencia”, aporta Alberto Ammann en un reportaje * en Conversatorio de Casa América. Hay que transitar la calle, hay que relacionarse con la gente porque donde se pierden las relaciones humanas la tecnología evidencia sus límites.” En otro lugar apunta que “se madura en un medio propicio, pero desde adentro.”

Lo fundamental sigue siendo producto de la interioridad humana. Las preguntas que cada uno de nosotros “seres de carne y hueso” como diría don Miguel de Unamuno-  intenta responder, al igual que nuestros antepasados más remotos y, probablemente, nuestros descendientes,  sólo son posibles cuando indagamos en nosotros mismos.

“¿Quién soy?” “¿Hacia donde voy?” son las preguntas que propone El Camino (“El Mensaje de Silo”) que nos permiten la reflexión que nos lleva al contacto con nuestro interior, con ese ámbito profundo donde está lo mejor de nosotros mismos.

Con Google o sin Google, “no dejes pasar tu vida sin preguntarte “¿Quién soy?” “¿Hacia donde voy?”