Human Wrongs Watch

Bruselas, 1 de septiembre de 2014, (ACNUR, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) * por Valeriia Cherednichenko – Hace tres años, Railya Abulkhanova dijo a un equipo de filmación del ACNUR que se sentía como una planta rodadora. «Ella rueda…. con la brisa rueda lejos. Eso es lo que es. Esa es la apatridia «, dijo en la entrevista. “Y yo; yo quiero echar raíces”, añadió Railya.

Al igual que muchas otras personas apátridas en todo el mundo, incluyendo a miles que pertenecieron a las ex repúblicas soviéticas, ella está a la espera. Sin nacionalidad, los apátridas tienen dificultades para acceder a los servicios y derechos que tienen los ciudadanos. Pero por primera vez en muchos años, y después de varios intentos fallidos, Railya espera estar cerca de conseguir una nacionalidad.

Registrada como una apátrida

En el momento de la entrevista en 2011, Railya (origen tártaro) estaba viviendo en Francia después de haber sido registrada como apátrida. Ella nació en Kazajistán cuando era una república soviética, y en 1990 fue a la universidad en la ciudad rusa de Ufa a la edad de 17 años. Ella era una ciudadana soviética con pasaporte, pero la joven vivió en Rusia con permiso de residencia temporal, conocido como propiska.

La vida parecía buena, pero en 1991 la Unión Soviética se desintegró y Railya (así como decenas de miles de personas) cayó al vacío mientras los nuevos estados independientes como Kazajstán aprobaron su propia legislación sobre la nacionalidad. “Nuestras mentes no podían procesar la información de que la Unión [Soviética] se había quebrado. Nadie creía que eso podría suceder”, dijo recientemente Railya al ACNUR en una llamada telefónica desde Francia.

Se trasladó en 1995 a Tashkent para estudiar en Uzbekistán, otra ex república soviética, donde trabajó como profesora y completó un doctorado en filología. En 2005, solicitó la naturalización, con la esperanza de que su condición de profesora universitaria con varias publicaciones en su haber, facilitara el proceso. Estaba equivocada.

Pero Railya agradece a Francia, donde se trasladó en 2009 después de casarse con un ciudadano francés. Se le concedió un estatus formal como una apátrida, dándole un cierto grado de ayuda. Railya dijo al ACNUR que conseguir este estatus le había dado “algo de confianza… algún tipo de certeza de mi situación, así como (en teoría) el derecho al trabajo, a los estudios y a contar con ayuda médica”.

Un estimado de 600.000 apátridas en Europa

El reconocimiento por parte de Francia de que ella no tiene estado no ha resuelto los problemas de Railya. Ella tiene derecho a trabajar, pero ha tenido problemas para encontrar un empleo a tiempo completo, trabajando esporádicamente como intérprete. Inicialmente, los posibles empleadores la trataban con recelo, ya que no estaban familiarizados con el concepto de la apatridia. Ahora dice que ellos “hacen menos preguntas acerca de mi inusual estado” porque han visto su narración en el vídeo del ACNUR en YouTube.

Cuando Francia registró a Railya como apátrida, ella también tenía derecho a un documento de viaje. A pesar de esto, sigue enfrentando problemas cuando viaja al extranjero, incluyendo al volver a Kazajstán para visitar a sus padres.

 “Es un documento obsoleto”, dijo sobre el salvoconducto emitido en Francia, agregando que “a causa de este documento de viaje fui detenida en el control de inmigración durante 2-3 horas”. Dijo que era más fácil que su marido obtenga una visa para Kazajistán que para ella. “Yo soy kazaja. Él no lo es”, añadió con ironía.

En 2011, una exasperada Railya también aplicó por primera vez a la ciudadanía francesa, pero fue rechazada porque estaba desempleada en aquel momento. A pesar de este revés, Railya presentó una nueva solicitud a principios de este año, teniendo como base su matrimonio.

Railya tuvo que presentar la solicitud dos veces porque los funcionarios de inmigración franceses encontraron un error en el certificado de nacimiento de su marido. Sin embargo, a pesar de todos los desafíos y después de buscar en los archivos, Railya tiene la esperanza de una respuesta positiva.

También se siente ahora más confiada en la búsqueda de un empleo permanente. Hace dos años, completó un curso de secretariado que le ayudó a encontrar trabajo en un proyecto de cuatro meses con una empresa agrícola estadounidense. “La sensación de hogar… para mí es una sensación olvidada y me hace recordar a mi primer choque en la escuela primaria… algo similar a este sentimiento comenzó a aparecer cuando estaba trabajando”, dijo ella.

Queda mucho por hacer para reducir el número de personas apátridas en Francia (más de 1.200) y en Europa (un estimado de 600.000) y para garantizar que personas como Railya puedan disfrutar de los derechos básicos y la oportunidad de obtener una nacionalidad algún día.

«Estoy seguro de que voy a tener un país propio algún día. Y voy a ser capaz de decir: ‘Me voy a casa’. Y tendré la oportunidad de construir mi futuro”, dijo Railya, quien contará su historia a finales de este mes en los Países Bajos. Ella será ponente en un foro mundial de tres días sobre la apatridia que será organizado en La Haya conjuntamente por el ACNUR y la Universidad de Tilburg.

* Fuente: Agencia  de la ONU para los Refugiados Informe ACNUR.

2014 Human Wrongs Watch