Por Gonzalo Larenas.-

“Estudio gratis en la universidad por una beca de excelencia académica que me dieron en Chile por mis notas en el colegio, pero ¿de qué me sirve profesor? He reprobado todos los cursos en los que se suponía era buena, me di cuenta que no aprendí nada. “

Escucho esta historia varias veces al año con distintos alumnos, en sus rostros se nota la frustración, se sienten estafados por colegios que nada les enseñaron, estudiaron y estudian gratis, pero no les sirve de nada, ya que tendrán que pasar por lo menos 2 años nivelándose para estar a la altura de sus compañeros, no entienden cuando les hablan de gratuidad antes que de calidad.

Como profesor me siento muy comprometido con la discusión en torno a la educación, pero creo que últimamente ha perdido su foco. Un factor determinante a la hora de opinar es escuchar, y es lo que he hecho con mis alumnos de distintos establecimientos, los cuales de forma chocante y con una visión clara, me han hecho entender otros puntos de vista que muchas veces tienden a perderse y confundirse en medio de la politización del tema.

Dejamos de escuchar, llama la atención lo inflexibles que se van tornando los argumentos sobre educación según el partido político o creencia que se tenga, es lamentable pensando que la educación busca justamente todo lo contrario, la flexibilidad para lograr el aprendizaje. El fanatismo y la intolerancia están haciéndose cargo de los cambios en educación, la visión cortoplacista que tanto daño nos hace será la culpable que en el futuro sigamos igual, para así mantener nuestro clásico gatopardismo político social, entre más cambian las cosas, más siguen iguales.

Necesitamos educarnos para hablar de educación, si no sabemos ni cruzar la calle me llama la atención que existan hoy tantos supuestos especialistas en el área, sobre todo sabiendo que sobre el 80% de los chilenos no entiende lo que lee. ¿De qué estaremos discutiendo si nuestro punto débil más que la gratuidad es la calidad?

Tenemos colegios gratis que no sirven de nada más que para cuidar a los niños mientras los padres trabajan, otros que sirven para entregar educación escolar enfocada en resultados de pruebas, y otros que además deben hacerse cargo de la educación que deberían entregar las familias, las que hace rato se lavan las manos criticando y opinando sin hacerse cargo del futuro de sus hijos. Entregan el “cacho” a los profesores, y luego hablan con cierta hipocresía cobre sus paupérrimos sueldos.

La discusión sobre educación se perdió, hoy no se habla de ella porque los que saben no son escuchados, porque los que opinan y toman decisiones no escuchan y están pensando en el provecho político y no en las futuras generaciones.

Sabemos perfectamente que todo gobierno busca realizar obras que estén listas antes de las próximas elecciones, es la lamentable forma en que el electorado mide a sus políticos, por lo que hicieron ahora, y no por los proyectos que nos podrían traer beneficios a largo plazo. Nadie se va a arriesgar a perder esa cantidad de dinero y tiempo en proyectos que no se noten, como Mafalda “no sabemos lo que queremos, pero lo queremos ahora.” Teniendo esto en consideración, lo que hoy se habla de educación no sirve, se aleja de los cambios esenciales que se proyectan a no menos de 30 años, una generación completa que debería probarnos, desde educación preescolar hasta un posgrado universitario o especialización técnica, midiendo incluso su inserción laboral, si es que esto ha mejorado o no.

Basta de cortoplacismo, basta de tapar los hoyos con asfalto barato, pero de mala calidad que se sale con una próxima lluvia, preparémonos para discutir con seriedad y sin fanatismo ni politización. Acá estamos hablando de educación, no de fútbol ni de religión, no sigamos alimentando egos ignorantes ni repitiendo como loros y sin tener idea, lo que dicen otros que supuestamente saben.

La discusión sobre educación está reprobando su curso más básico.