Así lo demuestran los resultados de la investigación +Saber América Latina, ejecutada por el Grupo Faro, www.grupofaro.org y el Centro de Políticas Comparadas de Educación  www.cpce.cl, de la Universidad Diego Portales de Chile. Los resultados del estudio fueron socializados en un evento especial que se llevó a cabo el pasado Martes 6 de mayo en Quito-Ecuador.

De acuerdo con la información entregada, el estudio tuvo como objetivo “mejorar la comprensión de las relaciones entre think tanks y universidades de América Latina, producir evidencia para el fortalecimiento de capacidades de investigación de política pública y proveer lecciones para la colaboración efectiva entre think tanks y universidades de la región” y comprende investigaciones cualitativas en nueve países del continente,  www.massaber.org.

Orazio Belletini, director del Grupo Faro enfatizó la importancia de transformar a América Latina en una región reconocida mundialmente como región productora de conocimiento y de buenas ideas, a partir de un modelo con raíces en nuestra propia realidad.  Para ello, resulta indispensable mejorar nuestro entendimiento sobre cómo se genera conocimiento en la región.

[media-credit name=»Foto Walker Vizcarra» align=»aligncenter» width=»300″]Orazio Belletini[/media-credit]

Belletini afirmó que América Latina cuenta con una diversidad de conocimientos y saberes distribuidos entre muchos actores no necesariamente incorporados en los estudios de medición de conocimiento; una suerte de ecosistema de conocimiento que necesita redes integradas por organizaciones e individuos, redes que sean capaces de recombinar esos conocimientos de forma efectiva e innovadora.

Por su parte, José Joaquín Brunner, Director del Programa de Doctorado en Estudios de la Educación Superior de la Universidad Diego Portales-Chile e investigador principal en el estudio +Saber América Latina, presentó de manera suscinta el contexto en el que se inscribió la investigación, enmarcándolo en la vigencia de dos narrativas distintas (no necesaria ni deseablemente excluyentes) de producción de conocimiento.

La Narrativa A que sitúa el conocimiento fundamentalmente en relación con la economía,  la productividad de las personas en el mundo laboral, la competitividad de las empresas, economía y países en los mercados globales. Desde esta narración, que recorre al mundo contemporáneo, se afirma  “que si nuestras universidades, centros de investigación, etc, no se ponen a la altura de los desafíos de la producción es difícil imaginar que podamos tener un desarrollo estable las próximas décadas”, comentó Brunner. En esta narrativa se inscribe la idea  de la economía del conocimiento o de economías que usan intensivamente el conocimiento.

[media-credit name=»Foto Walker Vizcarra» align=»aligncenter» width=»300″]José Joaquín Brunner[/media-credit]

Brunner ilustró la situación de América Latina desde la perspectiva de esta narrativa con datos indicativos sobre cómo, mientras América Latina representa poblacionalmente un peso de 9%-10% a nivel mundial y económicamente, un peso del 8.5%, en término de producción de conocimiento a nivel mundial, solamente representa el 2.3%. Desde esta narrativa, si América Latina quiere desarrollarse e insertarse dinámicamente en el mundo de la tecnológica, la economía, la información y el conocimiento mismo durante las primeras cinco décadas del S XXI, su desafío será generar la triple hélice del conocimiento: Academia-Gobierno e Industrial. Si no lo logra no podrá dar el salto ni salir de la pobreza.

El académico chileno se refirió también a los espacios del conocimiento científico en el contexto actual, mostrando cómo las universidades han ido perdiendo ese monopolio y cómo hoy empresas como Google, o las petroleras y farmaceúticas tienen tanto o más investigación que la academia: “Microsoft produce en términos de patentes y artículos registrados anualmente, mucho más que todos los países de A. Latina, con excepción de Brasil, México y en algunos casos Argentina”, afirmó Brunner.

Por otra parte,  en la  Narrativa B, el conocimiento está en relación con el desarrollo de capacidades institucionales para la política, para organizar la convivencia en sociedad, para construir política pública; se trata de generar conocimiento que pueda ser utilizado por el Estado, incidir en las políticas públicas, en la resolución de problemas de organización comunitaria, de medio ambiente y sectores similares. Dentro de esta narrativa, el conocimiento que interesa es aquel que no es  este otro rumbo de generado ni usado en función de la economía, y a la vez, el conocimiento priorizado en la investigación + Saber América Latina. En esta narrativa, el desafío es generar una triple hélice relacionando de manera creativa y aplicable a las ciencias y disciplinas sociales con la sociedad civil y el Estado. También desde esta Narrativa se multiplican los espacios de producción de conocimiento, traspasando los límites de las universidades o o los centros de investigación y ubicándose en organizaciones, partidos políticos, movimientos, tecnoburocracia, etc. Interesa, desde la perspectiva de esta Narrativa, que el conocimiento que se produce pueda ser difundido mucho más allá de los círculos académicos, a la ciudadanía en general y a las instancias decisoras del Estado. Interesa, por tanto, encontrar otras lógicas de comunicación y difusión, distintas a la lógica académica tradicional.

Por su parte Adolfo Garcé, Investigador y docentes de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República (Uruguay) e investigador del proyecto + Saber América Latina, presentó los resultados obtenidos en los 9 países participantes en este esfuerzo: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Guatemala, Paraguay, Perú y Uruguay, www.massaber.org, e identificó los hallazgos y reflexiones principales que arroja esta investigación comparada.

Finalmente, Adriana Arellano, Directora de Investigación del Grupo FARO, compartió conclusiones y recomendaciones del estudio realizado, como la necesidad de desarrollar redes de políticas públicas, compuestas por todo tipo de organizaciones; visibilizar el trabajo de los Think tank, todavía invisibles como actores en la sociedad latinoamericana; crear y fortalecer programas de formación de especialistas en política públicas y seguir estimulando la construcción de mecanismos que faciliten el nexo entre investigadores y decisores, entre otras.