Por Susan George.-

Hace unos años, un libro que tratase del “estado del poder”, hubiese hablado principalmente del Estado y sus atributos predominantes, tales como el poder militar, su control sobre los recursos naturales o la fortaleza de su moneda. En el contexto actual, se podría añadir sin duda “su capacidad para espiar a los otros poderes”, pero no es nada de esto lo que me propongo debatir aquí.

Me centraré más bien en el poder sin el acompañamiento de ningún tipo de responsabilidad ni rendimiento de cuentas; de lo que está obligado a informar a todos los ciudadanos en relación con sus actividades y que, por ser difícil de entender, resulta igualmente difícil de contrarrestar. Esta es la razón que justifica el subtítulo “la amenaza a la democracia”. La legitimidad depende de la democracia. De no ser así, todas las formas de poder, cuando se refieren al gobierno, no son más que variaciones sobre el tema de la opresión, llamémosla tiranía, dictadura o autocracia. La sutileza del poder ilegítimo hace que sea difícil de identificar. No tiene un nombre como tal, no se origina en las decisiones oficiales y a menudo no se percibe como opresión por parte de quienes están sometidos a ella, a sabiendas o no.

El poder legítimo, en el sentido que lo usaré aquí, excluye las tiranías, las dictaduras, los Estados autoritarios de partido único, las satrapías africanas y demás. Se trata del poder de las grandes corporaciones, a las que prefiero referirme, usando la definición de Naciones Unidas, como “transnacionales” o TNC y “multinacionales” o MNC. Al llegar a la cúspide de la corporación, el director general, el director de operaciones o el director financiero, el director de I + D y el Consejo de Administración, estas compañías suelen tener una nacionalidad identificable y aunque puedan tener filiales en docenas de lugares, no les dan ni mucho menos la misma importancia a cada uno de esos lugares. Además, como veremos más adelante, los grupos de empresas de EEUU o del conjunto de Europa, por ejemplo, se unen para obtener beneficios que perciben como de interés colectivo. “La obtención de beneficios” incluye los “beneficios políticos”, y la capacidad de obtener estos beneficios políticos de los gobiernos, crece de forma inexorable. Para mí, esto implica una que la democracia sufre una grave avería.

Así que voy a hacer primero algunas distinciones rápidas en relación con lo que es legítimo y democrático por un lado e ilegítimo y antidemocrático por otro, en 8 gobiernos del Estado del Poder, llamados con frecuencia actualmente y por una buena razón “gobernanza” o gobernabilidad.

En segundo lugar, expondré mi hipótesis: creo que la evidencia muestra que la autoridad ilegítima va en aumento y que la democracia está sucumbiendo poco a poco a la enfermedad de la ideología neoliberal para que cada vez más y más funciones del gobierno legítimo vayan siendo asumidas por el ilegítimo, no elegido, compuesto por agentes y organización opacas. Esto se da a todos los niveles: nacional, regional e internacional.

Y finalmente, lo más importante: voy a suministrar elementos de prueba y a proporcionara ejemplos que apoyan estos argumentos. La lista de ejemplos aumenta cada día y podría ser mucho más larga que la que aquí expongo, aunque espero mostrar, no obstante, que el ilegítimo poder corporativo ocupa ahora más y más espacio a todos los niveles de gobierno, incluso en el ámbito internacional, lo que resulta gravemente perjudicial para la democracia y tiene un impacto en nuestros países y en nuestras vidas, sobre todo si vivimos en las democracias capitalistas occidentales.

¿Qué es lo que hace que el poder sea legítimo?

Aquí tenemos una lista para comprobar la legitimidad con la que creo que la mayoría de las personas que viven en países gobernados democráticamente estarían de acuerdo. Las señas de identidad del poder legítimo son las elecciones libres y justas, el gobierno constitucional, el Estado de derecho, la igualdad ante la ley, la clásica separación de poderes, los contrapesos necesarios para evitar que una sola parte del gobierno acapare demasiado poder y la separación de la iglesia y el Estado. Junto con estas disposiciones está la lista siempre en expansión de derechos y libertades individuales y colectivos, tal como quedaron sentados por primera vez en la Declaración Francesa de Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789 y en la Declaración de Derechos de 1791 compuesta por las primeras diez enmiendas de la Constitución de Estados Unidos de América.

Libertad de opinión, expresión, culto, de prensa etc. Todas estas ideas fueron consideradas revolucionarias en su tiempo, incluso cuando la lista era lamentablemente incompleta, ya que aún existía la esclavitud, las mujeres y las minorías no podían votar o ejercer muchos derechos, etc. Pero la noción de los derechos individuales y los gobiernos que los garanticen son parte del movimiento de

La Ilustración

En el siglo XVIII, las ideas y los defensores de la ilustración incluyeron no sólo la noción de derechos y libertades, sino también deberes y normas de conducta para los ciudadanos a título individual. Defendieron el pensamiento racional y científico contra el dogma y la superstición e inventaron conceptos totalmente nuevos como el progreso colectivo e individual.

La Felicidad

En realidad la igualdad de derechos no se alcanza todavía enteramente para las mujeres, inmigrantes o minorías sexuales, raciales o étnicas, pero a pesar de todos los horrores de los últimos siglos, los reveses y las imperfecciones, la democracia y los valores de la Ilustración aún me parecen a mí y a millones de personas la mejor forma de gobierno que se haya intentado. Prueba de ello es que otras personas (no necesariamente occidentales) quieren las mismas cosas para sí mismos y están dispuestos a luchar para alcanzar la democracia, o poder del, por y para el pueblo.

¿Por qué defender este modelo?

Creo que hay que preservar y mejorar el modelo democrático de la Ilustración y ahora voy a tratar de explicar por qué creo que el poder ilegítimo representa un grave peligro. En las últimas tres o cuatro décadas, ha tomado gradualmente el centro y el frente del escenario un nuevo conjunto de valores, con numerosos y profundos cambios para peor en el gobierno.

Enfrentada al gobierno de la Ilustración se encuentra ahora una nueva ideología de la codicia y la crueldad que podemos llamar modelo neoliberal. Ha ido ganando terreno a pesar de la prueba abrumadora de que es perjudicial para casi todo el mundo, excepto para los muy ricos y para los que están en la cúspide del sector empresarial y financiero. Sinceramente, no creí que pudiese emerger aún con más fuerza después del terremoto financiero de 2007-2008, cuyas secuelas estamos aún sufriendo. Pero esto es lo que ha sucedido.

Este modelo ha sido concienzuda y minuciosamente refutado desde el punto de vista intelectual, teórico, práctico y moral. Y sin embargo el neoliberalismo ha triunfado y sigue produciendo grandes cambios en el poder a favor de las grandes corporaciones y de la clase más rica y poderosa aliada con la casta política.

Las desigualdades se han incrementado notablemente. En Europa, la relación en el reparto de la riqueza entre el capital y el trabajo ha cambiado drásticamente a favor del primero. A finales de 1970, la proporción de la riqueza que percibían los trabadores en forma de sueldos y salarios era en Europa del 70% del PIB, mientras el 30% restante iba al capital en concepto de dividendos, rentas y ganancias. Ahora el capital percibe más del 40% del PIB –bastante más en algunos países– y la mano de obra menos del 60%. Los accionistas corporativos, que estaban contentos con percibir unos dividendos del 3 o 4% anual, ahora exigen dividendos del 12% o más. El objetivo de construir una empresa fuerte, saneada económicamente, duradera y bien integrada en la comunidad, ha sido sustituido por el único imperativo del “lucro del accionista”. Todas las decisiones que toman las empresas van dirigidas a ese fin, fomentando el cortoplacismo, la liquidación de activos, los despidos masivos y demás fenómenos negativos.

Los DIEZ puntos del PIB que ha perdido la clase trabajadora, ¡no es una cosa menor! El PIB de Europa es de unos 13 trillones de dólares (1) anuales, así que la clase obrera europea ha perdido 1.300 billones de dólares (1.3 trillones de dólares) al año, en comparación con la década de 1970. Lo que se paga a los trabajadores, se dedica en su mayor parte a la compra de bienes y servicios, alimentando la actividad económica. Ahora tenemos un alto nivel de paro y los salarios de los que tienen empleo están estancados y a veces bajando, especialmente en el sur de Europa, aunque afecta incluso a la clase obrera alemana.

Por otra parte, el capital se reinvierte la mayor parte de las veces en la compra de productos financieros que no crean bienes de uso social y tienen poco o nada que ver con la economía real, excepto que con demasiada frecuencia esa inversión en valores bursátiles pone de rodillas a la economía real.

Doctrina neoliberal

De la misma manera que he presentado una “lista de control de legitimidad” democrática, aquí hay otra para aplicar al gobierno ilegítimo del modelo neoliberal y sus defensores:

Mercados

Son sabios y eficientes y dicen a los ciudadanos, a las empresas y a los gobiernos lo que quiere el público y cuáles son sus necesidades, por lo que debe permitirse su funcionamiento de manera independiente y con la mayor libertad posible (lo ideal es que operan en total y absoluta libertad), libres de reglamentos y de la intervención gubernamental. Los mercados, por definición, se autorregulan, y en el vocabulario neoliberal, las regulaciones son “asesinas de empleos”, los sindicalistas son matones que quieren evitar que encuentren puestos de trabajo los recién llegados y por supuesto los emigrantes. La privatización de los servicios públicos es deseable porque la empresa privada siempre es más eficiente y supera en rendimiento a los servicios públicos, así como en criterios, eficiencia, calidad, disponibilidad y precio.

El libre comercio puede tener inconvenientes temporales para algunos, pero en última instancia, sirve a toda la población, con más y mejores empleos y mayor riqueza. Se deben eliminar tanto las barreras arancelarias como las no arancelarias, al comercio y a la inversión extranjera directa. El gasto del gobierno es intrínsecamente malo (a excepción de los presupuestos de defensa y seguridad nacional) y debe limitarse al mínimo. La deuda pública y el déficit presupuestario del gobierno deben eliminarse a la mayor brevedad, si es necesario mediante la imposición de medidas drásticas de austeridad a la población.

Los programas de austeridad están basados en estas creencias. En términos morales el neoliberalismo es egoísta y cruel. En EEUU, un congresista republicano de Tenessee votó a favor de eliminar los cupones para alimentos con estas palabras: “Los que se niegan a trabajar que no coman”, haciendo caso omiso de que hay gente que no trabaja porque faltan empleos y por mucho que busquen trabajo no lo encuentran. En la UE, se encuentra en marcha una ofensiva totalmente desarrollada para despojar a los trabajadores de todos los derechos adquiridos durante las últimas seis o siete décadas. Para los neoliberales, cada prestación del Estado del bienestar resulta aborrecible, ya que consiste en tomar los recursos de los ricos –los que supuestamente crean la riqueza– para dárselo a aquellos que no lo merecen. Los ricos no les deben nada a los pobres.

Los ricos tampoco deben nada a la naturaleza. En el credo neoliberal, la naturaleza por sí misma no crea ningún valor, ni la mano de obra tampoco. Ambas están ahí para ser explotadas por entidades corporativas y sólo los inversores (es decir, “los accionistas”) y la gente situada en la cúspide de la pirámide económica son creadores de riqueza.

La ofensiva corporativa de la A –bueno, no del todo– a la Z

Ahora, como pruebas, o al menos como ejemplos, el creciente control del poder ilegítimo. El poder se ejerce mediante el dinero de las empresas, por supuesto, pero también a través de la organización cada vez más sofisticada y profesionalizada. Existen muchos niveles de expresión de este poder: podemos comenzar este rápido resumen con el más sencillo, el antepasado del control corporativo, es decir, el cabildeo de los grupos de presión comunes o de jardín. La práctica del lobby (vestíbulo) tomó su nombre del vestíbulo de la Cámara de los Comunes, donde los hombres con intereses especiales y sobres llenos de billetes, acechaban a los diputados que entraban o salían.

Después de un par de siglos de práctica, estas personas no elegidas por el pueblo, resultan ya familiares, están mucho mejor informadas y son actores casi legítimos actuando en los márgenes del gobierno. Sus oficinas ocupan barrios enteros en Washington (Calle K) y el barrio de la UE en Bruselas. Frecuentemente llegan a través de la “puerta giratoria” y después de haber hecho carrera en la vida política y saber mejor que nadie a quien dirigirse y cómo hacer cambiar de parecer a los miembros de la Comisión, del Gobierno o a los legisladores.

Han mejorado su técnica, se les paga más que nunca y obtienen buenos resultados. El cabildeo (lobbying) vale la pena. Una encuesta realizada en EEUU por la Fundación Sunlight mostró que las empresas estadounidenses que habían invertido en el cabildeo pagaban menos impuestos proporcionalmente que los que no lo habían hecho. En EEUU, al menos deben inscribirse en un registro del Congreso e informar de cuánto se les paga y quienes les paga.

En Bruselas, sin embargo, solo hay un registro “voluntario” –una broma, teniendo en cuanta que frecuentan los locales de la UE entre quince y veinte mil cabilderos (lobbysts) que hablan sin parar todos los días con la Comisión de Personal y los parlamentarios. Unos parlamentarios de la Europa del Este fueron engañados por reporteros de tabloides británicos para que aceptaran sobornos a cambio de votos, y fueron debidamente expuestos a la vista del público lector.

El Parlamento, con el criterio de que se trataba de preservar su reputación, pidió al presidente, Martin Schulz, que creara un grupo de trabajo encargado de reformar el inadecuado registro de transparencia europea. Se formó este grupo a mediados de 2012, después de lo cual no ocurrió nada más, que se sepa. La singular falta de progreso en el trabajo del grupo de transparencia se hizo aún más transparente a su vez, cuando en octubre de 2013, el semanario alemán Der Spiegel reveló que el presidente del grupo, el democristiano alemán Rainer Wieland, tenía un grupo de presión al lado como socio en un bufete de abogados de Bruselas. El lobby europeo moderno no se encuentra sólo en el Parlamento. Bruselas también está invadida por los bufetes de abogados tramando proyectos legislativos favorables y estrategias legales para sus clientes comerciales y estos clientes han demostrado ser especialmente reacios a inscribirse en el registro. No es de extrañar que Wieland no hiciera nada para cambiar su forma de pensar.

Dos eurodiputados Verdes alemanes, Rebecca Harms y Daniel Cohn Bendit, escribieron una vez más a Shulz para señalar que las “revelaciones de que (Wieland) estaba involucrado en el ejercicio de una fuerte presión sobre la política de la UE, hacían insostenible su continuidad como presidente de un grupo de trabajo sobre la transparencia del cabildeo de los grupos de presión…” Vamos a ver, esta historia sigue su curso…

Poco a poco, sin embargo, la dudosa, por no decir absurda maniobra de la Comisión y los Estados miembros está quedando al descubierto y el velo de secreto sobre las actividades del cabildeo está acusando cierto desgaste. Incluso entre los grupos de presión que se han inscrito, ya hay algunos que están bajo investigación. Como dicen los franceses “le ridicule tue” (el ridículo mata). Esperemos que el registro deje pronto de ser el hazmerreír del continente. El cabildeo o “industria de las relaciones públicas” creció exponencialmente después de la II Guerra Mundial y ahora cuenta con expertos en la defensa de los intereses de todos los sectores industriales, incluyendo la comida basura, los cultivos manipulados genéticamente, los productos nocivos como el tabaco, las sustancias químicas peligrosas o los productos farmacéuticos de inciertos resultados, los grandes emisores de gases de efecto invernadero y la industria financiera. Su misión es clara: redactar una nueva legislación y eliminar toda legislación contraria a los intereses que representan.

Aunque quizás menos conocidos que los grupos de presión de las empresas transnacionales individuales, en toda la industria proliferan los “institutos”, “fundaciones”, “centros” o “consejos” de diversos tipos de productos, normalmente con sede en Washington DC, pero que en muchos casos operan a nivel mundial. También defienden el alcohol, el tabaco, la comida basura, los productos químicos nocivos, los productos farmacéuticos dudosos, las emisiones de efecto invernadero y así sucesivamente, aunque con diferentes enfoques, a menudo utilizando principios ideológicos o morales. Emplean científicos “mansos” que nunca se involucran en conflictos de intereses, para escribir “estudios” o artículos de divulgación encaminados a crear dudas en la mente del público, incluso sobre los científicos más acreditados. Afirman que existe un “debate” científico sobre ciertas cuestiones, cuando en realidad no lo hay, o ha sido creado de la nada por los propios grupos de presión. Crean falsos grupos de “ciudadanos de base” para defender sus productos o ideas y clamar que la “libertad de elegir” de los consumidores está siendo violada por el “Estado niñera” que toma sus decisiones hurtándoselas a los ciudadanos. Dicen que estos supuestos grupos de ciudadanos de base han lanzados peticiones y recogido firmas para defender o rechazar una determinada decisión política; un examen más minucioso de las firmas, da como resultado que son todas de los empleados de las empresas, cuyos empleos dependen de hacer lo que les ordenen. Utilizan tácticas alarmistas, como “esta legislación aumentará los costes para las empresas y hará que suban los precios y aumente el desempleo”. También son expertos en la presentación de los temas de que se trate para que estos pasen como si fuesen ”noticias” auténticas, cuando en realidad son operaciones de propaganda. Hay que tener cuidado para saber quien finanza una institución aparentemente benéfica y legítima antes de creer cualquier cosa que se diga y esto no resulta fácil para el ciudadano de a pie. La creación de la duda en la mente de la gente suele ser suficiente para alcanzar los fines que pretenden. El Centro para la Libertad del Consumidor, bajo la dirección del consumado gurú Richard Berman, fue capaz de retrasar la entrada en vigor la ley que prohíbe fumar en lugares públicos durante años. Berman también ha defendido las industrias de bebidas alcohólicas y comida basura, al igual que ha preparado campañas antisindicales para las grandes empresas. Los negacionistas del cambio climático utilizan las mismas tácticas. Una de sus organizaciones financiadas por las industrias del petróleo y del motor anunció incluso en su portal de Internet tras el fracaso de la conferencia de Naciones Unidas sobre el clima celebrada en Copenhague en 2009, que se separaría, al haber conseguido sus fines. Y en muchos aspecto lo han conseguido: ahora hay mucha menor cobertura y (al menos en EE.UU.) menos preocupación en la opinión pública sobre el cambio climático que antes de 2009.

El triunfo de los bancos y servicios financieros

Desde mediados de la década de 1990, las mayores entidades bancarias transnacionales de Norteamérica, así como sociedades de valores, compañías de seguros y empresas contables, unieron sus fuerzas y emplearon a 3.000 personas y gastaron 5 mil millones de dólares para deshacerse de todas las leyes del New Deal aprobadas bajo la administración de Roosevelt en los años 1930, las mismas leyes que habían protegido a la economía estadounidense durante más de sesenta años. Mediante la presión de este cabildeo colectivo, consiguieron total libertad para eliminar de sus balances todos los activos que dan pérdidas y los trasladaron a los bancos “en la sombra” que no aparecen en ninguna partida de sus balances. Quedaron en libertad para crear y comercializar cientos de miles de millones de dólares en productos derivados tóxicos, como los paquetes de hipotecas de alto riesgo (subprime mortgages o hipotecas basura), sin ningún tipo de regulación en absoluto.

Las consecuencias, como todos sabemos, han sido devastadoras. Pero la democracia ha estado ausente y no ha aportado soluciones. Dese el año 2007, cerca de diez millones de familias han perdido sus casas por embargos, sólo en EEUU. Las personas desahuciadas saben muy bien que los bancos o las empresas hipotecarias se quedaron con sus casas y los pusieron en la calle. Pero la mayoría todavía no tiene ni idea de cómo se llegó realmente a la crisis ni porqué el Congreso no hizo nada para evitarlo o paliarlo después de que ocurriera. Congresistas y grupos de mujeres prepararon varios proyectos de ley que podrían haber ayudado a que la gente se quedara en sus casas, pero ninguna de estas iniciativas logró convertirse en ley. Podríamos preguntarnos ¿y tampoco hubo ninguna organización del colectivo de desahuciados para la defensa de las personas que quedaron en la calle forzados por la fuerza pública?

Poco o nada se ha hecho desde la caída de Lehman Brothers para volver a regulara las finanzas y mientras tanto el comercio de derivados ha alcanzado los 2.300.000.000.000 de dólares diarios, un tercio más que antes de la crisis.

El tráfico híper-rápido de divisas (“Flash Trading”) totalmente impulsado por los algoritmos de los ordenadores, ha aumentado un 50% con respecto al nivel medio de la crisis. La actitud laissez-faire para la industria financiera está avivando el fuego de la próxima crisis y podemos predecir con exactitud que será aún peor que la anterior.

De hecho tenemos la demostración matemática de que lo peor está por llegar y que las empresas están en este mismo momento nutriendo la próxima crisis. Tres matemáticos especializados en teoría de la complejidad del Instituto Politécnico de Zurich han publicado un notable estudio titulado “La red global del control corporativo”, que investiga y analiza miles de empresas transnacionales en función de sus conexiones con otras empresas igualmente transnacionales. A partir de una base de datos de 43.000 empresas, se afinan progresivamente las conexiones de propiedad en sentido ascendente y descendente para poner de relieve las empresas más interconectadas, hasta llegar a un núcleo formado por 147 empresas que controlan el 40% del valor económico de toda la muestra. El mapa resultante asemeja al de un cielo astronómico nocturno con tenues galaxias y estrellas brillantes, pero también con algunas supernovas con líneas que las ponen en conexión con decenas de otras estrellas del núcleo del mapa. Para estar en el núcleo, ana empresa debe tener al menos veinte conexiones.

La impactante conclusión de estos matemáticos se encuentra en el anexo al documento que enumera las 50 empresas más interconectadas que encarnan lo que ellos llaman la “propiedad al filo de la navaja”. La interconectividad cerrada significa, de hecho, “abocadas al riesgo sistémico”, lo que a su vez significa que “mientras que en los buenos tiempos, la red es aparentemente sólida, en los malos tiempos, las empresas entran en quiebra todas al mismo tiempo”. De las 50 empresas más interconectadas y por tanto más abocadas al riesgo, 48 son bancos, fondos de cobertura, aseguradoras y otras entidades de servicios financieros.