Con ocasión del Día Mundial contra la Impunidad, que se celebra el 23 de noviembre de 2013, Reporteros sin Fronteras publica 10 retratos de periodistas y blogueros que fueron asesinados y en cuyos casos aún no se ha hecho justicia: el crimen no se ha elucidado o no se ha sentenciado a los autores materiales e intelectuales.

La violencia y los crímenes contra los periodistas y otros actores de información constituyen ataques no sólo contra las víctimas, sino también contra  la libertad de expresión, el derecho de informar y su corolario, el derecho a recibir información. En la inmensa mayoría de los casos, las agresiones y los asesinatos de periodistas permanecen en una impunidad total.

En los últimos diez años cerca de 700 periodistas han perdido la vida en el ejercicio de su profesión. En el Balance Anual 2012 (http://es.rsf.org/2012-hecatombe-periodistas-netciudadanos-19-12-2012,43814.html) de Reporteros sin Fronteras, la organización denunció una “hecatombe” para los actores de la información, con 88 periodistas y 47 periodistas-ciudadanos asesinados. Los hechos son abrumadores, la impunidad de la que gozan los autores de las exacciones es un aliciente para que continúen cometiendo esas violaciones a los derechos humanos y a la libertad de información. Asimismo, crea un denso clima de incertidumbre para los profesionales de los medios de comunicación, favoreciendo la autocensura.

Dando a conocer estos 10 retratos Reporteros sin Fronteras intenta dar nombres y rostros a estas cifras dramáticas, así como mostrar la magnitud y las formas que puede tomar la impunidad de estos crímenes. Hayan sido ejecutados, víctimas de un atentado o hayan muerto cuando los torturaban, todos estos periodistas y blogueros son víctimas del mismo mal: se convirtieron en un blanco de agresión debido a su trabajo de investigación sobre la corrupción o el tráfico de droga, sus críticas a las autoridades o los servicios de inteligencia, sus denuncias de las violaciones a los derechos humanos. Algunos casos se volvieron simbólicos, otros son menos conocidos. Los responsables de estos crímenes son diversos, heterogéneos: gobiernos, grupos armados o asesinos a sueldo. Sus asesinatos han dado lugar a una impunidad total o parcial, a veces se han abierto investigaciones, para transformarse en cortinas de humo. En ocasiones se ha detenido a los autores materiales, pero sin tocar a los autores intelectuales.

[Versión en español de los dos retratos de periodistas del continente americano]

Aníbal Barrow – Honduras

El 10 de julio de 2013 las autoridades hondureñas confirmaron que el cuerpo que encontraron desmembrado y parcialmente calcinado a orillas de una laguna del norte del país era el del periodista Aníbal Barrow. La víctima, periodista de Globo TV, había sido secuestrada el 24 de junio pasado, cerca de San Pedro Sula. El asesinato provocó un verdadero traumatismo entre la población y suscitó una ola de indignación en la comunidad internacional.

Fueron detenidas cuatro personas acusadas de haber sido los autores materiales del crimen. La policía aún busca a al menos otras cuatro. Según ciertas fuentes, en el crimen estarían implicados personajes “poderosos”, de allí la lentitud de la investigación. Reporteros sin Fronteras sigue activamente este caso, como todos aquellos que podrían estancarse debido a la debilidad de las instituciones judiciales de Honduras y al elevado nivel de inseguridad del país, que la  ONU considera uno de los más altos del mundo. La víspera del 24 de noviembre de 2013, la organización recordó a los candidatos la necesidad de luchar contra la impunidad de los crímenes cometidos contra los actores de la información y los defensores de los derechos humanos. Después del golpe de Estado del 28 de junio de 2009 han sido asesinados en Honduras 26 periodistas. En nueve de estos casos se ha comprobado que el crimen estaba relacionado con su profesión periodística.

Guillermo Cano – Colombia

Figura de la prensa colombiana, Guillermo Cano fue asesinado el 17 de diciembre de 1986 en Bogotá. Director y cronista del diario El Espectador, este hombre no dudaba en denunciar la infiltración del narcotráfico en las altas esferas de su país. Ese 17 de diciembre de 1986 dos sicarios de un cartel lo esperaban a la entrada del diario en que trabajaba.

En 1997 la UNESCO creó un premio a la libertad de prensa que lleva su nombre (premio UNESCO/Guillermo Cano). Sin embargo, 27 años después, este asesinato aún no se ha esclarecido. Se evitó que el crimen prescribiera cuando el Estado lo declaró de “lesa humanidad”, lo que lo vuelve imprescriptible según el derecho colombiano e internacional. Desgraciadamente, la mayoría de los crímenes cometidos contra profesionales de la información no reciben esa calificación –en Colombia los casos de asesinato registrados antes del año 2000 prescriben veinte años después de que fueron cometidos–. Así, el asesinato del periodista Eugenio Orejuela Micolta, cometido el 18 de noviembre de 1993, permanecerá impune para siempre.

En nombre de la lucha contra la impunidad y el olvido, Reporteros sin Fronteras espera que las autoridades colombianas incluyan los asesinatos de periodistas entre los numerosos crímenes de lesa humanidad cometidos durante el conflicto armado que mina al país desde hace más de medio siglo. Desde 1977, 142 profesionales de la información han perdido la vida en Colombia.