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Por Salvador Muñoz para POLITIKA.-

Para estas elecciones la Concertación se rebautizó como “Nueva Mayoría”. Resulta curioso. Pues a la luz de los datos de las últimas elecciones presidenciales la conclusión parece ser otra. La Concer-tación representa a cada vez menos gente en el país.

Vamos a los números. En 1989 Patricio Aylwin obtuvo 3,8 millones de votos de un universo electoral de 8,2 millones. Es decir, la Concertación obtuvo el respaldo del 46% de la población que en ese momento podía votar. Ayer, Michelle Bachelet obtuvo 3 millones de votos de un universo electoral de 13,5 millones. Es decir, apenas un 22%.

¿Como una coalición que representa a menos de la mitad de la población que representó en sus orígenes se puede rebautizar como “Nueva Mayoría”?

Desde Aylwin hasta Bachelet versión 2.0, esta tendencia ha sido clara. En 1993 Frei obtuvo el respaldo del 45% de la población en edad de votar. Porcentualmente la votación más alta en la historia electoral de la Concertación. Lagos inició la caída libre. En la primera vuelta de 1999 sólo 33% del universo electoral le dio el voto. Bachelet, en la primera vuelta del 2005, recibió el apoyo de sólo el 29% del universo electoral. Y Frei en el 2009 tocó fondo: apenas un 16% lo apoyó en las urnas.

El nuevo bautizo de la Concertación no tiene un correlato con la realidad. Y su celebración es mediocre. Ayer Bachelet sacó menos votos absolutos que Piñera en la primera vuelta del 2009 y, porcentualmente, el apoyo por parte del universo electoral fue también mucho menor.

La verdadera “Nueva Mayoría” es la que desde 1989 viene expresando una clara tendencia: los que no se ven reflejados en el sistema político y no votan ni marcan preferencias en las elecciones: la “mayoría silenciosa”. Ayer quedó demostrado que el problema no tiene que ver con la oferta de candidatos. Nunca habíamos tenido tantos candidatos como ayer. Y nunca votó tan poca gente.

Si en 1989 marcó preferencia más del 80% del universo electoral, ayer lo hizo cerca de la mitad. Todo indica que en la segunda vuelta votará aún menos gente.

Siempre señalamos que el principal enemigo de las fuerzas transformadoras del país es la desesperanza. Ayer eso se ratificó. La tarea sigue intacta: hay que dotar de un proyecto político a la inmensa mayoría del país que ve cada vez menos soluciones desde la institucionalidad heredada de la dictadura.