Horacio Cartes no es Horacio Cartes, es un otro interrumpido, un acto fallido que vuelve a tomar forma.

por Damián Cabrera para Viento Fuerte, Paraguay

Con Cartes no hay palabra equívoca. Porque el fingimiento es débil, se lo abandona, y el recitado queda como discurso ornamental, esmirriadamente protocolar. Vacío de apariencias, el nombre desnudo es la representación perturbadora de un mundo, una cosmovisión hiriente, que no sabe de refrenamientos.

AUSENTE. Durante parte de su campaña política, Horacio Cartes hablaba desde la ausencia. Reacio a prestar declaraciones ante la prensa, o a acudir a debates y entrevistas, se mantuvo en silencio hasta los últimos días de campaña. Cuando finalmente habló, pudimos escucharlo. Era posible ver que en medio del recitado nervioso de su guión, Cartes se asfixiaba. Ese guión parecía constituir la única forma de representación exteriorizable, tolerable. Ese guión no era una representación consciente, era una impostación mucho más difícil de sostener. Por eso mismo, en el discurso de Cartes empezaron a abrirse fisuras, provocadas por las tensiones entre ese discurso impostado que velaba la voz propia del orador. Y empezaron a producirse las primeras interferencias entre la representación injerta y la representación consciente que tiene Cartes del mundo, y finalmente, sin el freno de los discursos políticamente correctos, todo el inconsciente perturbador que las palabras de Cartes representan.

LAPSUS LINGUAE. Iniciar una acción y fallar. El discurso de Cartes corre en múltiples líneas, se bifurca. Hay un río muy caudaloso que inunda sus afluentes. Entonces aparece la voz secreta. Y su palabra nos agrede. El velo no puede sostenerse por mucho tiempo, y las representaciones de Cartes devienen explicitación.

Cuando Cartes habla y se lee en su discurso una equivocación, el repertorio impostado añora las ideas reprimidas, se quiebra, y es sustituida por la voz secreta, el pensamiento secreto.

Pero si el error reside en la alteración de un patrón, en el discurso de Cartes, el verdadero error es la impostación, es el discurso de memoria, porque finalmente el pensamiento secreto deviene explícito, pierde su velo y se vuelve permanente; se desnuda sin pudor, y Cartes habla por sí mismo, asesina el discurso que coerce su voz propia. Cuando Cartes habla, dice su verdad.

NO ES IMPORTANTE. Entonces, ¿qué es lo que realmente importa? ¿Cuáles son las cosas que valen para nosotros? “Hechos más que palabras” recita el lugar común, pero ¿se puede ignorar que las palabras también son hechos, que las palabras son esa forma de materialización exteriorizante del universo interno? Los hechos valen, y el discurso es hecho, es una forma de materialidad capaz de provocar algo en los cuerpos sobre los que las palabras resuenan; el discurso interfiere en los sujetos, provoca reacciones químicas y físicas. La palabra, nuestra principal forma de mostración de lo abstracto, un importante señuelo de las otras acciones. Podemos leer en el discurso la forma de pensar, y el análisis de la palabra nos da pistas de la manera en que los sujetos actúan. El discurso es la forma verbal que describe la acción política.

¿Se puede descalificar la propia palabra? Negar el valor del discurso es una forma de reprimir su potencia. Cuando se opina que lo que se dice no tiene tanta importancia, sino que lo que importa es lo que se hace, se está cubriendo con un velo la representación, y se niega las potencialidades agresivas de la acción que está implícita en su nombre.

MAL HUMOR. Hay chiste cuando se produce una interrupción en el orden de un patrón familiar. En el clásico chiste del paraguayito, el brasilerito y el argentinito, los dos personajes extranjeros realizan una acción con resultados similares, lo que crea en la mente del sujeto la sensación de familiaridad, crea un patrón; finalmente, el tercer personaje, el paraguayito, introduce una variación, una alteración en ese orden familiar, lo que hace que se produzca una sorpresa, un absurdo que estimula el cerebro. Pero los chistes sólo tienen gracia una vez; cuando el cerebro aprende ese absurdo, el chiste pierde su capacidad de producir una carcajada.

Ricardo Piglia dice, en su Tesis sobre el cuento, que siempre hay una historia visible y siempre hay una historia secreta. Cuando se dice un chiste, hay una forma que puede decirse manifiestamente, una broma, pero el contenido secreto puede ser una forma de resolver pulsiones secretas, o puede ocultar una agresión y una discriminación.

POLÍTICAMENTE CORRECTO. Ajeno a la práctica política, como se puede estar en Paraguay sin necesidad de ser recriminado, Cartes desconoce que en su papel de presidente no sólo administra económicamente un país, sino que lo administra políticamente. Esto implica mucho más que gestionar recursos y obras, puesto que el presidente está instituido como representante. No hay dudas de que Cartes representa una cosmovisión y un modo de ser y hacer hegemónicos en Paraguay, pero en nuestra expectativa está inscripto el deseo de que un presidente no sólo represente a los sectores hegemónicos. Si el discurso “políticamente correcto” puede ser banalizado, porque podría suponer un mero cambio de lenguaje superficial que no implica un cambio de ideas, en su función de representante, como actor de una representación, se espera de alguien en ese lugar que no provoque agresiones, en nuestros nombres.

LOS MALOS CHISTES. Consultado por el matrimonio igualitario, Cartes dijo que si su hijo quisiese casarse con otro hombre se pegaría un tiro en las bolas. “Mantengámonos normales”, afirmaba, para agregar que “el que quiera ser feliz andando de rama en rama, que se vuelva mono”.

Cuando se hizo pública la candidatura de “Goli” Stroessner como embajador del Paraguay ante la ONU, las manifestaciones de oposición se multiplicaron en las redes sociales. Consultado por su opinión frente al dictador Alfredo Stroessner, Cartes le respondió al periodista “¿Qué tenés contra Stroessner? ¿Te quitó la novia? Parece que te quitó la novia…”.

Hace unos días, en Montevideo, Cartes hablaba con mayor soltura que en sus días de campaña. Mucha gente le aplaudía y se reía de sus chistes. En un momento dijo “Paraguay tiene que ser esa mujer linda, tiene que ser un país fácil”.

En todas estas expresiones hay una equivocación, hay un desvío sardónico del discurso, que velan una forma de agresión. Estas tres expresiones pueden develarnos y explicitar las representaciones de género que maneja Cartes. Se podría mencionar como otro antecedente de la atrocidad de Cartes su discurso sobre sus planes de gobierno en materia de políticas culturales, pero estas últimas tres intervenciones del presidente se aglutinan en su contenido agresivo machista frente a la diferencia de género, frente al diferente de él. El homosexual que no pasa de un primate en la escala evolutiva. La presencia de un arma, de un tiro en los propios genitales como forma de desviación de la intención, porque lo que realmente querría es darle un tiro en los genitales a un homosexual. El hombre que pierde su mujer para un hombre poderoso. El hombre cuya mujer es raptada y tiene por fijación una aversión contra el captor de su prenda. La mujer hermosa. La mujer fácil, como metáfora de un país en venta. Horacio Cartes no es Horacio Cartes, es un otro interrumpido que vuelve a tomar forma. Todos sabemos quién. Todos sabemos quiénes son. Nos conocemos bien.

ANEXOS

Pegarse un tiro en las bolas.
http://www.hoy.com.py/politica/me-pego-un-tiro-en-las-bolas-si-mi-hijo-quiere-casarse-con-otro-hombre/

Te quitó la novia.
https://www.youtube.com/watch?v=C5xDZq24Is4#t=78

Paraguay tiene que ser esa mujer linda, tiene que ser un país fácil.
http://www.nanduti.com.py/v1/include-audio.php?audios_id=115245