“Somos los herederos de la comunicación que sostenemos con la naturaleza y los espíritus que la habitan, nosotros los mapuches les llamamos los Ngen del lugar…”, es parte del mensaje emitido por comunidades mapuche pehuenche, insertas en paisajes del sur de Chile, a la comunidad internacional.

Contra los indios todas las armas se usaron con generosidad, dijo Pablo Neruda, para dar cuenta en la escena internacional de la errática relación que históricamente el estado chileno ha mantenido con el pueblo mapuche al implementar un entramado de prácticas que animan la política de despojo y la asimilación cultural: “El disparo de carabina, el incendio de sus chozas, y luego, en forma más paternal, se empleó la ley y el alcohol. El abogado se hizo también especialista en el despojo de sus campos, el juez los condenó cuando protestaron, mientras que el sacerdote los amenazó con el fuego eterno”. Son siglos de opresión, estigmatización y usurpación del territorio ancestral, proceso de represión sistémico que aún persiste encubierto bajo otras dinámicas y el capítulo actual se desarrolla en torno a paisajes dominados por grandes lagos, volcanes, retazos de selva valdiviana y es protagonizado por grupos mapuche pehuenche que resisten el avance impetuoso del proyecto civilizatorio global de integración a la modernidad y sus consecuencias.

“Ellos llegaron sonrientes y después nos atacaron en nuestra casa. Somos un pueblo que hemos sufrido por cientos de años, sin embargo, aún resistimos…, nuestra cultura está viva en estos paisajes, es más, atesoramos algo que todavía nadie ha logrado arrebatarnos: nuestra cosmovisión, espiritualidad y relación mágica con la naturaleza… Somos los herederos de la comunicación que sostenemos con la naturaleza y los espíritus que la habitan, nosotros los mapuches les llamamos el Ngen del lugar… y este contacto lo logramos mediante nuestras ceremonias ancestrales, el sonido del kultrún, la oración, los  sueños y la quietud metal”, me dice Iris Monosalvo de la localidad de Trai-traico en medio de un clima incierto para las comunidades aledañas enfrentadas a las presiones originadas por los intentos de construcción de una central hidroeléctrica en Lago Neltume comandado por Endesa que de concretarse se constituirá en el segundo proyecto de generación de energía hidroeléctrica más grande instalado en territorio mapuche después de Ralco, proceso amparado por el Estado chileno que además incluye un aparente proceso de consulta a las comunidades mapuches, pero que las excluye del diseño de la misma.

“El problema mayor han sido las intervenciones diseñadas por el Estado, no nos dejan vivir como realmente queremos vivir, no nos respetan, nos pasan a llevar amparados en leyes elaboradas a su gusto que atentan contra nuestros valores y derechos fundamentales. Estamos quedando sin territorio, sin agua, sin nuestros espacios sagrados, me pregunto cómo sobreviviremos  sin tierras y sin nuestros Ngen”. Desde la cosmovisión mapuche los elementos que componen la naturaleza no tienen exclusivamente un valor comercial, pues muchos albergan a espíritus que animan sus ritos y ceremonias ancestrales como cursos de aguas, volcanes, bosques, montañas y rocas, en todos ellos moran los Ngen:  “Nosotros tratamos por todos los medios de proteger nuestro territorio y espacios sagrados, porque es gente de mucho dinero la que capitanea el despojo, porque para ellos la naturaleza no es importante, sólo el provecho económico… yo pienso y siento que la sociedad debería hacer eco de nuestro mensaje que insta a vivir con la naturaleza y no de ella porque se está exterminando”.

Las reflexiones derivadas de este relato bien pueden servir de referente para impulsar el derribo de los viejos estigmas que han caracterizados a los pueblos originarios clasificados comúnmente como “salvajes”, pues da cuenta de una relación más evolucionada, equilibrada y armónica con la naturaleza en comparación con los usos que la sociedad dominante hace de ella, fundamentada en las ansias voraces de un consumo destinados sobre todo a la satisfacción de deseos más que de necesidades fundamentales, situación que debiera estimular con mayor frecuencia el debate sobre el rescate de aspectos de la sabiduría ancestral como antídoto para los paliar los efectos sociales y medioambientales acarreados por un modelo de desarrollo económico en crisis a nivel mundial.