Por Luis Gutiérrez Esparza

Es sólo cuestión de tiempo para que la gente inicie una acción para acusar a EU de crímenes contra la humanidad.

Cada vez en más países, los vehículos aéreos no tripulados o drones, principalmente del tipo Predator, que produce General Atomics para la fuerza aérea estadunidense, dominan los cielos. Es sólo cuestión de tiempo para que se inicie una acción coordinada de la gente de conciencia en todo el mundo, para acusar a Estados Unidos de crímenes contra la humanidad. Que no haya equivocación: aun cuando muchos estadunidenses están orgullosos del poder militar de su país, los drones son, a fin de cuentas, la más novedosa de las armas terroristas de Estados Unidos.

No hay duda alguna de cuál sería la respuesta de Estados Unidos si cualquier nación se atreviera a hacerle algo similar al despliegue ofensivo, asesino y cotidiano de los drones Predator. Si un drone extranjero matara a alguno de los miles de terroristas que se encuentran en el territorio estadunidense, Estados Unidos iría a la guerra de inmediato. Independientemente de si el terrorista asesinado fuese estadunidense o uno de los millares extranjeros a los que Washington les ha brindado asilo, no habría espera ni tiempo para discutir ni negociaciones.

Una nueva casta de funcionarios elegidos en Estados Unidos, junto con sus cohortes criminales, tienen la audacia de insistir en que la gente que vive fuera de su país no tiene derecho ni siquiera a un juicio en ausencia. En vez de llevar a los presuntos criminales ante la justicia, descartan toda justicia.

La historia no olvida los crímenes de guerra. Los nazis cometieron sus atrocidades de manera cercana y personal. Estados Unidos, por su parte, blanquea sus crímenes al cometerlos a control remoto, lejos del escenario, mediante robots con piloto automático. Afortunadamente la historia alcanzó a los nazis y a los criminales de guerra. Los juicios subsiguientes obligaron a muchos a confrontar el mal inherente a sus acciones. Esto debería servir como recordatorio a quienes creen que el poder equivale a la razón.

Cuando la historia los alcance, quienes obedecieron órdenes ilegales de sus superiores, pueden verse ante sus propios juicios en los tribunales correspondientes. Sus alegatos de que solamente obedecían órdenes o de que actuaron por Dios y por la patria, caerán en oídos sordos.

Como Alemania durante el régimen nazi, los estadunidenses están siendo orillados a creer que quienes no son parte de ellos, carecen de derechos humanos. Estados Unidos lleva sobre sí la maldición de individuos y grupos que se arrogan el derecho a ser jueces, jurados y verdugos. Conforme a sus leyes, sin embargo, una persona debe cometer un crimen antes de que se le pueda imputar y llamar a cuentas. Con el nuevo enfoque, primero matan y después investigan.

La opinión pública estadunidense se pregunta cuándo habrá ataques con drones contra los propios ciudadanos de Estados Unidos. Muchos ignoran que esto ya ocurrió. Anuar al-Aulaki, clérigo musulmán, y su hijo, asesinados en Yemen por drones Predator, eran ciudadanos estadunidenses. Tal vez incluso culpables de terrorismo. Sin embargo, en ausencia siquiera de la pretensión de un juicio, no existen pruebas en tal sentido ni en el opuesto.

El Departamento de Justicia de Estados Unidos ha dado a conocer un documento de 16 páginas en el cual intenta explicar sus criterios y razonamientos para decidir quién merece el debido proceso de la ley. En ese documento se pretende establecer un marco legal para considerar las circunstancias en las que EU puede recurrir a la fuerza letal dentro de un país con el cual no se encuentra en estado de guerra.

Sin preocuparse acerca de la legalidad o de las consecuencias derivadas de ignorarla como un factor inconveniente, lo único que importa es atacar a quienes sean “sospechosos” de pertenecer a Al-Qaeda. El documento no intenta en ningún caso determinar los mínimos requisitos legales obligatorios para tomar una decisión de tal naturaleza; y el Departamento de Justicia se niega a proporcionar mayores detalles de los fundamentos legales de su decisión. La fuerza bruta, la ley del más fuerte. ¿Y la legalidad? Es lo que menos importa.

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