Estos son tiempos de renovación, de renovar nuestras esperanzas, de renovar la fe en la Vida, de restaurar hacia el futuro los daños antiguos que nos ha tocado vivir. No se crea que de repente me volví bondadosa y piense que hay que perdonar todo lo mal hecho y seguir adelante como si nada hubiera pasado.

Lo que ocurre es que tuve la suerte de vivir una experiencia de mancomunión, de conexión  con la naturaleza, los pájaros, los amigos e incluso con desconocidos, celebrando el Wiñol Tripantü.

El trawün o reunión -al que fuimos invitados por nuestros amigos de la Organización Mapuche Meli Witran Mapu-, fue en la Plaza Yungay para encontrarnos con nuestros lamngen, nuestros hermanos mapuche, a celebrar juntos el retorno  del sol, el renovado comienzo en este tiempo circular donde la vida se realimenta de las energías que entre todos generamos.

Así fue entonces que viví la celebración del regreso del sol en plena Santiaw waria; así es, en medio de la ciudad de Santiago, donde compartimos alimentos, -kofke yiwiñ, piñones, mote, multrün, croquetas de piñón, caldo de pollo-, con pebre, merkén y mermeladas para aderezar todo.

Realizamos un nutramkawün o conversatorio para hablar de nuestras experiencias y dar testimonios de lo que para cada uno significa la celebración del Wiñol Tripantü, se contaron historias que algunos hermanos recordaban de su niñez en el sur; escuchamos la voz en directo, a través de un celular,  de un vocero de los presos políticos mapuche de la cárcel de Angol, quienes también estaban celebrando esta importante fiesta espiritual.

Bailamos Purrun con las lamngen (hermanas) y los pichikeche (niños) mientras los peñi (hermanos) tocaban los instrumentos musicales.

Hubo presentación del  grupo de baile “Rayen Mapu” y de la Obra de Teatro Mapuche “Aukarayen” del colectivo Rume Mulel.

Además pudimos disfrutar de una exposición de productos mapuche como artesanía en madera, tejidos en palillo y en telar, tintura de lanas, alimentos, orfebrería y mucho más.

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Esta tradición milenaria para muchos Pueblos Originarios del mundo, incluido el Mapuche, celebra el reinicio del ciclo de la vida y la renovación de la naturaleza y la importancia que tiene este proceso en la cosmovisión mapuche en permanente dinámica.

En el caso del Wiñol Tripantü se pide a los Pillü, a los Ancestros, a los Gnen, por el renacer de la vida y la bonanza para su gente. Pasado el Wiñol Tripantü comienzan a brotar con nuevos bríos los árboles y las plantas medicinales, los animales tienen sus crías y por las vertientes secas vuelve a manar agua.

No es un proceso que se termina, sino un ciclo que se renueva.

En el wall mapu, en las comunidades al sur de Chile, el cambio de posición del sol se espera en familia, al calor del fogón, se cuentan historias de la creación del universo, de los primeros mapuche, leyendas para educar a los niños y de sabiduría tradicional, todo esto acompañado de comida, música y baile. Al amanecer se hacen rogativas, se baja a las quebradas y a los ríos para bañarse en ellos y así renovar el newen (la fuerza interna), al entrar en contacto con la naturaleza, los Ngenko (dueños del agua) y la Mapu Ñuke (la madre tierra). Se corre entre los árboles golpeándolos para que corra con más bríos la savia y den mejores frutos que el ciclo anterior. Luego se regresa a la comunidad, a la ruka (la casa), y se sigue compartiendo en familia.

La Iglesia en sus intentos de “sacar de la barbarie” a nuestros Pueblos, trató de colonizar todas estas tradiciones espirituales  desvirtuando el sentido de sus celebraciones al considerarlas paganas. Así también lo hizo con el Wiñol Tripantü y todas las celebraciones de nuevo año que con diferentes nombres celebran todos los pueblos originarios de este territorio en este período. Así es como introdujeron la fiesta de san Juan en el calendario gregoriano, con el fin de asimilar ritos ancestrales con celebraciones cristianas y populares. Así se demonizó aquello que no se permitía, ocultando el verdadero sentido de esta fecha.

Hoy hace lo propio el estado chileno, que en un aparente reconocimiento  a la diversidad cultural que lo compone, ha instaurado por decreto esta celebración espiritual como día de los pueblos originarios, mientras continúa avalando y fomentando la invasión neo liberal de nuestros territorios, la cual ha alterado y destruido de manera nefasta su ciclo de vida. Represas, complejos forestales, mega carreteras y vertederos inundan valles completos, arrasan con el bosque nativo -fuente de alimento y medicina para el Pueblo Mapuche-, secan y contaminan vertientes, mares y ríos, fuentes de toda vida. En los hechos, el Estado sigue arrasando con esta forma de vida profundamente espiritual, ligada a los ciclos de la Mapu Ñuke, obligando a su gente a migrar a ciudades, a cambiar su forma de vida y a depender del agua, de medicamentos y de alimentos que ahora deben comprar a empresas. Mientras tanto ese mismo Estado estigmatiza como terrorista a todo aquel Mapuche que se organiza con otros contra este exterminio.

Aún así y a pesar que la mitad de la población mapuche vive hoy en ciudades (pu waria), como resultado de la invasión de su territorio y de los intentos de asimilación forzada a la cultura occidental que por más de 200 años ha sostenido la práctica política del Estado, muchos mapuche no han olvidado el verdadero sentido de esta tradición y la importancia actual para reconstruirse como pueblo.

Por eso es tan importante celebrar el Wiñol Tripantü, alimentado con la memoria de los ancestros, la reciprocidad de los amigos mapuche y no mapuche y la voz de la madre tierra, sin importar donde se encuentre cada cual. Muchos lo celebran en el campo, otros en la ciudad, y algunos también lo hacen en la prisión política.

Es también un acto de autonomía concreta, que no necesita  de recursos ni del reconocimiento de ningún estado, un acto  de resistencia no violenta a un sistema colonialista y depredador.

Pedimos desde lo más profundo de nuestros corazones que este Wiñol Tripantü traiga los mejores augurios, que se renueven todas las fuerzas para este nuevo ciclo de la naturaleza que comienza, sin olvidar de exigir la libertad de los presos políticos mapuche encarcelados, que se haga justicia por los hermanos asesinados y que cesen los allanamientos y represión a  niños, ancianos y mujeres en las comunidades. También pedimos por aprender a reconocer los signos de lo Sagrado en uno mismo y en las acciones de la vida cotidiana, como lo Sagrado fuera de nosotros.