El Inti Raymi

Por Lic. Carlos A. Buj

En la fría noche del  jueves 20 de junio, a más de 1500 m.s.n.m, en el norte de Argentina, provincia de Jujuy, daba comienzo una bella,  sentida y conmovedora fiesta de los pueblos originarios, el Inti Raymi, cuyo significado en quechua es “fiesta del Sol”. Ancestral ceremonia religiosa andina en honor al Inti (el tata sol), que se realiza cada solsticio de invierno entre los pueblos  primigenios de la gran cadena montañosa de los Andes. Esta fecha marca el comienzo del año 5521 del Willkakuti, el retorno del sol.  En el extendido barrio de Alto Comedero que construye la organización social de la Tupac Amaru, y al pie de la réplica del templo de Kalasasaya -cuyo enclave original, descansa en el centro arqueológico de Tiwanaku, en Bolivia – se fueron convocando miles de personas. 

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Esa noche comienza con una peregrinación al Árbol de la Sabiduría, situado en una esquina del barrio, alejada de la plaza central. Debajo de una gigantesca tipa o tipuana, vigilan dos estatuas significativas de tamaño real; la de Tupac Amaru y la de su compañera de rebelión Micaela Bastidas Puyucahua. Entre ambos y en el suelo, con un radio de casi dos metros,  descansa  la cruz andina hecha de piedra, o la cruz cuadrada, o la Chacana en idioma quechua.  No es difícil advertir que es el mismo símbolo,  que usan los budistas y los hinduistas, originarios de la India, ellos le llaman Mándala. También usada en la actualidad por los Maestros de la  Escuela de conocimiento de la doctrina Siloista. ¡Raras coincidencias!, se podría pensar,  significados universales que se  conectan y  que operan,  trascendiendo los  tiempos y los espacios habituales.  

Algunos dicen de aquel árbol, el de la Sabiduría,  que ven, entre sus grandes ramas, danzar alegres luces en extrañas melodías. Claro, para nuestras mentes lógicas y analíticas contaminadas por varios siglos de frío racionalismo, se nos hace opaco e indescifrable lo simple y trasparente.

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Alrededor de un gran fuego se ofrenda a la Pacha Mama. Con sus bellas y coloridas vestimentas que caracteriza a cada nación, los caciques, jefes o presidentes de las diversas comunidades indígenas ahí presentes, hacen su  dedicatoria y su pedido. A  su vez, mientras que arden los maderos, se le pide al “abuelo fuego” que se lleve todas las penurias del año viejo. Muchos pueblos estaban representados, entre ellos;  Kollas, Ava Guaraní, Tupi Guaraní, Wichi, Qom, Mocoví, Mapuches, Comechingones, Diaguitas, Quilmes, Chorotes, Aymaras, Mayas, Uitotos, Piratapuyo, Pilagá  y Charrúas, Mayas de Guatemala y Amazónicos del norte de Brasil.

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Cuatro son los asistentes que acompañan a los Amautas, soplando cada tanto, y tres veces seguidas, el pututo, una gran caracola marina. El Inti Raymi, es una celebración íntima, casi privada, que si bien convoca a  miles de personas, no se hace mucho por invitar a la prensa o al turismo, y  los pocos curiosos que por ahí nos encontrábamos pudimos asistir por ser amigos de la casa. Terminada esta ceremonia, se vuelve en procesión -con todas las bandas de instrumentos andinos tocando alegremente sus músicas -al pie del templo central y ahí, nueva ceremonia a la Pacha Mama y  en larga vigilia se espera el amanecer.

Conectando con lo sagrado.

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Las primeras luces del 21 marcaban el año nuevo, el  «Machaq Mara», en aymará,  iniciándose  el eterno ciclo de las siembras y luego, las buenas cosechas. Ardía ya una gran fogata- la del abuelo fuego- alrededor de la cual, Mama Quilla, de unos 83 años de edad, amauta espiritual de El Alto, Bolivia, realizó una invocación pidiendo al Padre Sol que a nadie le falte nada y todos tengamos una buena vida, mejores cosechas de la tierra, trabajo y pidió también por la organización anfitriona, la Tupac. Mama Quilla desde su ancestral sabiduría, exigió la devolución de las tierras de los originarios y llamó «inquilinos» a los colonizadores españoles, cuyos descendientes decía, deben devolver las tierras a «irse a sus casas».Los pueblos ahí reunidos   gritaban al unísono «jallalla, hermano, jallalla», saludo fraterno, una expresión que significa “viva, bravo, fuerza”. Los sikuris, las quenas andinas y el Pim Pim musical de los pueblos guaraníes acompañaban a los oficiantes.

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Despunta el sol…  sobreviene el gran silencio. La cálida luz envuelve y se mete en todo el organismo….va brotando una emoción intensa, se humedecen los ojos y pequeñas sacudidas me estremecen. Se expande el pecho como en círculos concéntricos y se pierden los límites del cuerpo. ¿Cuánto estuve así? Nunca lo sabré….hay tiempos que escapan al tiempo. Luego, imágenes significativas transcurren velozmente… desde aquel homínida que logra incorporarse ampliando su mirada hacia un horizonte infinito; a pueblos sucediéndose unos tras otro, civilización tras civilización.

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Con algo he conectado, sin líderes, sin maestros, sin profetas, sin intermediarios,…ahí de pie, ante dos entidades sagradas, la Pacha Mama y el Tata Inti en su eterna danza milenaria….

Y se escuchó una voz ancestral (tampoco sabré si fue dentro o fuera de mi cabeza)…”la vida se expresa de mil  maneras, en todo hay un Propósito, en todo existe un Plan”.

Las bandas de músicos, los abrazos y los cánticos me trajeron al festejo.

¡¡¡Jallalla hermano!!!

 

Lic. Carlos A. Buj