Si has venido hasta aquí a escuchar a un hombre de quien se supone se transmite la sabiduría, has equivocado el camino, porque la sabiduría no se transmite a través de libros ni de arengas; la verdadera sabiduría está en el fondo de tu conciencia, asì como el amor verdadero está en el fondo de tu corazón.

Así comenzaba la arenga que Silo pronunciò frente a 200 personas hace 44 años, el 4 de mayo de 1969, a los piés del Monte Aconcagua. Una charla que los humanistas celebran cada año como la fecha simbólica de orígen del Movimiento.

Recuerdo cuando leí, muchos años después, ese discurso y lo actual que me pareció, como el impacto que me causó la frase la verdadera sabiduría está en el fondo de tu conciencia. Un concepto que Silo lleva también al plano de lo social cuando escribe, en el Documento del Movimiento Humanista:

Los humanistas no quieren amos; no quieren dirigentes ni jefes, ni se sienten representantes ni jefes de nadie.

Mi experiencia personal de contacto, de amistad y de trabajo con Silo siempre me confirmó sus afirmaciones e intenciones: resaltar la importancia de cada persona individual, trabajar en equipo, aprender de cualquier circunstancia y en contacto con cualquier persona. Dar confianza y vuelo a todo pensamiento e intención. Recordar siempre la importancia de la meditación y de la búsqueda personal en función de la transformación social.

El mundo no ha integrado todavía la profundidad de este mensage; todavía creemos en los líderes, en los dioses tecnológicos que puedan resolver nuestras cosas.

La violencia en el hombre, movienda por los deseos, no queda solamente como enfermedad en su conciencia, sino que actúa en el mundo de los otros hombres, si ejercita sobre el resto de la gente. No creas que hablo de violencia refiriéndome solamente al hecho armado de la guerra, en donde unos hombres destrozan a otros hombres. Esta es una forma de violencia física. Hay una violencia económica: la violencia económica es aquella que te hace explotar a otro; la violencia económica se da cuando robas a otro, cuando ya no eres hermano del otro, sino que eres ave de rapiña para tu hermano. Hay, además, una violencia racial: ¿crees que no ejercitas la violencia cuando persigues a otro que es de una raza diferente a la tuya, crees que no ejerces violencia cuando lo difamas, por ser de una raza diferente a la tuya? Hay una violencia religiosa: ¿crees que no ejercitas la violencia cuando no das trabajo, o cierras las puertas, o despides a alguien, por no ser de tu misma religión? ¿Crees que no es violencia cercar a aquel que no comulga con tus princìpios por medio de la difamación; cercarlo en su familia, cercarlo entre su gente querida, porque no comulga con tu religión? Hay también otras formas de violencia, aquellas impuetas por la moral filistea.

Tu quieres imponer tu modo de vivir a otros, tu buscas imponer tu vocación a otros… Pero quién te ha dicho que eres un ejemplo que debe seguirse? ¿Quién te ha dicho que puedes imponer una forma de vida porque a tí te place? ¿Donde está el molde y dónde está el tipo para que tú lo impongas?…He aquí otra forma de violencia. Únicamente puedes acabar con la violencia en ti y en los demás y en el mundo que te rodea, por la fe interna y la meditación interna.

Acá hay otro punto central y muy actual de aquella arenga: la violencia es el modo en que se manifiestan todos los desastres, tanto a nivel personal como social, que el sistema actual impone a la mayor parte de los seres humanos y que está a la raíz del momento actual, que no se discute sino se que acepta y que genera distintas formas de sufrimiento.

Afortunadamente hoy aparece una nueva sensibilidad que habla de meditación sin referirse al fanatismo ni al fundamentalismo religioso.

Afortunadamente, como a menudo decía Silo, el sistema mental basado sobre la violencia ya ha caído, es sólo necesario que los seres humanos se den cuenta. Entonces podremos ver un nuevo mundo donde finalmente cada ser humano sea considerado una maravilla viviente que valorizar y no un número que utilizar.

Por esto, querido Maestro, continuaremos buscando la Luz dentro de nosotros, para compartirla con los demás. Gracias por habernoslo recordado pacientemente y con afecto, como lo han hecho todos los Maestros de los distintos tiempos.