Al día siguiente de realizado el Golpe Militar en Chile, una secta dejaría sobre los escritorios de los miembros de la Junta Militar un documento mecanografiado llamado El Ladrillo.

Este libro sagrado de la secta conocida como Chicagos Boys,  sentaría las bases del Modelo político, social y económico que nos rige hasta el día de hoy en nuestro país. Milton Friedman es su Señor, Jaime Guzmán su pastor y la Universidad de Chicago, la Meca a la que hay que peregrinar. Grande!!

Los fanáticos de esta secta quisieron hacer de Chile su tierra prometida y aplicaron casi  todos los mandamientos  de su Señor Friedman.  Aquello que les faltó, lo aplicarían años más tarde un grupo de infieles conversos llamados Concertación. Tengo un gozo en el alma!!

Pero hubo un mandamiento que no quisieron obedecer: la legalización de las drogas.

Efectivamente el Gurú, el gran economista, el premio nobel 1976, era partidario de legalizar las drogas.

Lo que no sabía Friedman,  es que el origen de la alta sociedad chilena está en el campo, en el latifundio agrario, y que dentro de tal latifundio, los viñedos o la industria de vino, aquella droga legalizada, ocupa un rol preponderante.

Es así como tener un apellido “vinoso” en este país es símbolo de poder. Los Undurraga, Valdivieso o Mitjans,  son parte de la pequeña y exclusiva aristocracia chilensis.

Y desde tiempos atávicos tales intereses económicos, han creado una verdadera cultura cuasi religiosa, en torno a esta droga, ya sea en su forma de vino o incluso en el pisco chileno.

En estas familias de apellido vinoso suele decirse, medio en broma despectiva,  medio en serio racista, que lo que no pudo hacer la pólvora española para doblegar al belicoso mapuche, lo hizo el vino provenientes de sus propias viñas.

En el colegio se nos enseñaba que para la Guerra en contra del Perú, la gallardía, bravura y valentía (elegante forma de denominar a la brutalidad) de nuestros soldados, se debía a que tomaban la chupilca del diablo, una droga resultante de la  mezcla de aguardiente con pólvora que los volvía locos.

Incluso, hoy en día, la droga del Alcohol es usada como brebaje simbólico. En toda ceremonia importante, de cualquier empresa o repartición pública, se ofrece un “brindis de honor”. No hay Gerente, Alcalde, Diputado, Ministro o Senador de la República que no haya organizado o participado de un brindis.

Incluso, en la más solemne de nuestras ceremonias patrias, el desfile militar en honor a las Glorias del Ejército, que se realiza en cada aniversario nacional y que es trasmitido por todos los canales de TV en horarios para menores, nuestro primer Mandatari@, el (la)  excelentísim@ Presidente de la República, consume una droga que proviene de los mapuche llamada Chicha. Lo hace en un cacho de Toro Bravío, lo alza solemnemente, bebe parsiminiosamente y luego ofrece el cacho de toro bravío a cada uno de sus invitados, y ministros y generales, terminan compartiendo la misma droga en el mismo cacho de toro bravío.

Lo que quiero decir, es que los fanáticos del neoliberalismo, aquellos  que aplicaron a ultranza y fanáticamente la ideología de Friedman, quizás no se atrevieron a legalizar la cannabis pues optaron por proteger los intereses económicos de las familias vinosas.

¿Se imaginan lo que podría haber pasado si con el mismo fanatismo que privatizaron la electricidad, el agua o el cobre, hubiesen legalizado la Cannabis?.

Tendríamos  cada 19 de Septiembre, trasmitido en vivo y en directo,  por todos los canales de TV y en horario para menores,  “El Pito de Honor a las Glorias Navales”. Imaginen el (la) Presidente que más les guste, con sus ojitos rojizos, alzando al público un pito hecho de la mejor yerba y el más elegante papel Biblia, inspirando parsimoniosamente el humo de la Cannabis para luego mirar fraternalmente a su ministro del Interior y terminar diciéndole “homa”,  mientras le comparte su Sería una imagen notable, y realmente un paso adelante, pues prefiero la imagen  del volao pacífico a la imagen del violento borracho.

Aunque -debo decirlo- prefiero las mentes lúcidas,  libres de alcohol y de toda droga, para rescatar este país de la Secta Neoliberal y de sus infieles conversos de la Concertación.