El reciente reconocimiento oficial, público y notorio, de dos herramientas represivas utilizadas por sectores del gobierno de los EEUU, es una buena noticia, no por supuesto por los hechos en sí, sino por lo que debiese ayudar para que los estadounidenses se pongan en el lugar de muchos otros en el mundo y así logremos avanzar juntos para superar esas y tantas otras muestras de abuso y violencia de aquellos que ejercen el poder.

Se trata del reconocimiento de que los ataques de los mortíferos drones – aviones no tripulados a control remoto- han matado a ciudadanos estadounidenses, no sólo por casualidad, sino también, por lo menos en un caso, a propósito. La otra noticia, el hecho de que la agencia Associated Press –no conocida precisamente por ser una de las más progresistas del país del norte- ha sido objeto de intercepción de sus llamadas telefónicas y correos de muchos de sus periodistas, al parecer por haber reproducido información de un funcionario gubernamental anónimo.

Se han trizado así nuevamente dos pilares del sistema democrático estadounidense, hace tiempo ya destruidos por ellos –y a nombre de la democracia por cierto- en muchos países: los derechos a un juicio justo y los derechos a la libertad de prensa y de expresión.

Nosotros ciudadanos de países como Chile, que este año conmemoramos 40 años del golpe militar de 1973, hace tiempo ya que perdimos la inocencia, en el sentido de darnos cuenta de la violencia que el poder es capaz de ejercer para mantener el status quo. Hemos comprendido también la complicidad que pueden ejercer los medios de comunicación que tantas veces se dedican a repetir la propaganda de los gobiernos y que por temor y/o comodidad no denuncian ni investigan las verdades incómodas.

Habremos perdido la inocencia en cuanto a lo que el poder es capaz de hacer, pero en otros sentidos, lejos de perderla, la hemos protegido y cultivado. En el sentido de mantener la convicción de que a pesar de los abusos y la violencia, somos capaces de seguir organizándonos y resistiendo la injusticia, sin caer en las provocaciones y los obscuros laberintos de la paranoia y la venganza por los daños infringidos. La certeza de que es necesario liberarse, de que es posible hacerlo y, porque no decirlo, vencer.

Sin duda hay estadounidenses que lo saben muy bien, entre ellos, periodistas como el colega Chris Hedges. Hoy, luego de las recientes denuncias, habrán seguramente más.

Hedges acaba de escribir estas conmovedoras palabras (http://www.nationofchange.org/rise-or-die-13691443)

“Ha llegado el tiempo de organizar movimientos sociales radicales, que desafíen todos los centros formales del poder y que no negocien con ninguno. ¡Rebélense! Aunque fallen, aunque todos fallemos en el intento, habremos afirmado antes las fuerzas corporativas de la explotación y la muerte nuestra dignidad como seres humanos. Habremos defendido lo que es sagrado. Rebelarse significa desafiar sin claudicar. Significa resistir, como lo han hecho Bradley Manning y Julian Assange, como lo ha hecho Mumia Abu-Jamal..”

“…Significa no dejarse vencer por el temor. Significa negarse a darse por vencido aunque te encuentres, como Manning y Abu-Jamal, enjaulado como un animal. Significa decir ¡NO! Mantenerse seguro, mantenerse “inocente” a los ojos de la ley en este momento de la historia, es ser cómplice de una enorme monstruosidad.”

¡A rebelarse juntos entonces, amigos gringos!