En Honduras, el país más violento del planeta.

Homenaje a Miguel, humanista asesinado en Honduras en 2012 cuando caminaba de la mano de su hijo hacia su trabajo. Aún nadie sabe quién ni porqué.

No es casualidad que en Honduras, país que tiene el triste liderazgo de ser el mar violento del mundo en 2012, sea donde ya se ha aprobado finalmente la creación de las ciudades modelo. Nombre equivoco, ya que deberían llamarse las anti-ciudades o ciudades-gueto.

La receta es simple, un país pobre cede a un país extranjero una parte de su territorio, generalmente los mejores lugares, tales como reservas protegidas o parques nacionales, para que este país extranjero construya una ciudad y la administre bajo su jurisdicción. También podría cederlo a una multinacional o grupo inversor, que elige bajo qué legislación le interesa operar, por ejemplo, la de países paraísos fiscales.

Estas ciudades-gueto serán en realidad estados dentro de un estado, donde se operará con leyes, policía, administración, incluso ejército de otro estado, ya que las instituciones del propio país no pueden actuar sobre estas ciudades modelo.

Ante la imposibilidad de este sistema capitalista de acabar con la violencia y la fractura social, comienza el ensayo de estos nuevos experimentos que ya implican fractura institucional y suponen la ruptura del concepto de Estado como garante de los ciudadanos.

Mientras, la población civil se organiza tratando dar una respuesta pacífica frente a tanta agresión desde las instituciones. Un ejemplo es el Encuentro Universitario por la Paz realizado en Peña Grande (Yojoa) por “Mundo sin Guerras” y la universidad UCEMN, donde se planteó la necesidad de avanzar en la organización social con métodos no-violentos, así como la inserción de la no-violencia en los currículos educativos.

San Pedro Sula es, dentro de Honduras la ciudad más violenta de la tierra. Allí vivía Miguel, un humanista, profesor universitario que fue abatido a tiros hace menos de un año cuando caminaba de la mano de su hijo pequeño hacia la universidad. La última vez que estuvimos juntos fue un día de diciembre 2009 en el parque Histórico de Copan, al paso de la Marcha Mundial por la Paz y la No-violencia.

Pero aquí está la paradoja. Sus compañeros y amigos, Joaquín, Leonel, Maritza, Calorina, Ana Marta, Sonia, Montse y otros muchos, siguen apostando por la paz y por la noviolencia en medio de las amenazas diarias. Muchos de ellos, antiguos militantes, han crecido con la sombra de la amenaza y continúan luchando. De ellos es el futuro.

Gracias a ellos podemos augurar el fracaso total a esas ciudades-gueto, que son un ejemplo más de intentos fallidos de un mundo viejo al que le queda poco para derrumbarse. Construyamos nuevas alternativas. No necesitamos ciudades modelo, necesitamos ciudades más humanas, ciudades humanistas.