El régimen militarista-comunista-estatista-monárquico de este país en la península del mismo nombre, con su líder joven, retoño del anterior, Sr. Kim Jong-un, defiende recientemente la ampliación «cuantitativa y cualitativa» de su arsenal nuclear sosteniendo que le permite enfrentar las amenazas estadounidenses, según su propia agencia estatal KCNA.

Tales declaraciones se hacen en la sesión plenaria del Partido Único de los Trabajadores de Corea del Norte, reunido nuevamente desde septiembre de 2010. Se insiste aquí que el país lanzará más misiles. ¿Querrán eso los trabajadores, precisamente, pauperizados en niveles extremos? Prometen también promover la economía y el desarrollo de su potencial nuclear «de manera simultánea». Palabras dichas un día después de asegurar que el país «entra en estado de guerra» y, por si no quedó claro, advirtió del comienzo de un «combate a gran escala» fuera de la región, a través de un comunicado de la mencionada agencia estatal norcoreana KCNA.

Por lo demás, explican, “desde ahora, las relaciones Norte-Sur entrarán en estado de guerra y los asuntos que surjan entre el Norte y el Sur serán tratados de acuerdo con ello», señala el régimen en un anuncio especial de la agencia estatal.

Y siguen. Los medios norcoreanos, en su frecuente estilo belicoso, publicaron que su líder Kim Jong-un ordenó tener preparados sus misiles para atacar en «cualquier momento» intereses de EE UU y Corea del Sur. Y en otro anuncio Corea del Norte asegura que «la situación en la cual no hay ni guerra ni paz de la península de Coream, ha terminado».

Esto es así porque las dos Coreas permanecen técnicamente en guerra desde el final del conflicto que las enfrentara en el trienio 1950-1953 y que, al concluir con un alto el fuego, se firmó un armisticio y acuerdos de no agresión. Pero (siempre los peros…), en Corea del Sur quedan 35 mil efectivos estadounidenses y también el propio ejército, con lo cual el pretexto para que Corea del Norte, antes al abrigo de Moscú y ahora de China, está servido para que se arme hasta las cejas.

Por su lado, Corea del Sur resta toda importancia a la declaración del «estado de guerra» por parte de Corea del Norte porque, declara, «no es una amenaza nueva», asegurando que reprimirá «cualquier provocación», según los comunicados oficiales. Acostumbrados a las constante bravuconadas de sus hermanos norteños.

«El anuncio realizado por Corea del Norte no es una nueva amenaza, sino que forma parte de una serie de sucesivas amenazas incitantes», aduce el Ministerio de Unificación — tal es el deseo de este país de unificar la península, en vez de tener un Ministerio de Guerra, por ejemplo… Seúl sostiene, lo que es llamativo, que la jornada «transcurre con normalidad» en la zona fronteriza. Y, como la economía manda, se informa que «decenas de trabajadores surcoreanos y vehículos han llegado con normalidad a la zona industrial de Kaesong, ubicada en el lado fronterizo norcoreano», fruto de la cooperación económica bilateral entre las dos Coreas. Algo muy sugerente.

Los analistas coinciden en que esto se debe a que el régimen norcoreano quiere: a) perpetuarse en el poder con todas sus prerrogativas y b) simular la pobreza y hambrunas frecuentes con la escalada belicista. Cueste lo que cueste. Pobre pueblo norcoreano, que quedó dividido y ni siquiera pueden comunicarse las familias, de un lado y otro.

Tengo un cierto conocimiento directo del problema porque en mi estadía en Japón en los años 80 conocí a la Asociación de Corea del Norte, ayudándoles a pulir las traducciones al español de los boletines oficiales donde publicaban los discursos del líder fundador y la llamada doctrina Juche, una adaptación local al comunismo más estricto (Juche, es la filosofía de estado oficial de la República Popular Democrática de Corea, es una doctrina muy poco conocida en Occidente). Es gente muy orgullosa de su condición y su pasado, me insistieron en que ellos inventaron la imprenta, con aquellos bloques móviles de madera durísima de árboles propios.

Cuando les pregunté si podría visitar Corea del Norte, como hice en Seúl, me dijeron, lacónicamente “Si ellos le necesitan, se lo harán saber y le invitarán”. No se hable más del tema.

Como también ven los analistas, no es esta una situación que pueda llamarse «a ganar». ¿Quién va a ganar? Nadie, en el momento que vuele un misil en un sentido, volarán muchos más en el opuesto y el caos está servido.

Mientras, todos los presupuestos de educación, vivienda, obras públicas, salud, etc… están siendo recortados, minimizados y van al cajón del olvido, proporcionalmente al aumento del armamentismo inútil.

Lo complejo es preguntarse: ¿Qué se puede hacer? Hay pacifistas que se manifiestan y han visitado simbólicamente la zona en donde los dos ejércitos se enfrentan y vigilan (como representantes de Mundo sin Guerras en el año 2009), constantemente lo hacen en países de la región, miles de militantes pacifistas que parecen inmunes a la frustración y se manifiestan sin encontrar eco alguno.

Por otra parte, salta una señal de la necesidad de fondos del tesoro norcoreano al haber habilitado diversos restaurantes de comida coreana, con sus más tradicionales recetas, en países cercanos como Birmania, Laos, etc…, en donde los pudientes coreanos del sur asisten deleitándose con las comidas y músicas típicas propias, maravillosamente realizadas por sus paisanos del norte…

Sin duda hemos de estar atentos a este disparate que en cualquier momento trasnochado puede dar un disgusto sin precedente, aunque la fuerte China pide bajar las tensiones en la región. Ojalá pueda conseguir más que eso.