Remuneraciones Justas. Participación en las Utilidades. Tasa Humana.

Por Antonio García V.

La conducta de los bancos y demás especuladores financieros tiene gravísimas
consecuencias para la vida de las personas y destruye las posibilidades de millones de
ellas.

Políticos y especuladores deben comprender que les conviene atenuar la ferocidad de
su conducta, puesto que tanta desigualdad es insostenible y desatará contra ellos la
violencia que genera su codicia.

Las acciones necesarias para desactivar el terrorismo que ejerce el “capitalismo sin
barreras” son varias y de naturaleza diversa. Una de ellas es pagar Remuneraciones
Justas, lo que se puede garantizar mediante una ley que realmente obligue a las
empresas a pagar a sus trabajadores una Participación en las Utilidades alcanzadas cada
año.

Muchos estudios demuestran que los empresarios cada día se llevan una parte mayor de
los beneficios que genera su actividad económica.

Los Indices de Gini, muy gratos a la clase dominante porque son los que más disimulan
la magnitud de la inequidad, evidencian el progresivo deterioro de la parte del ingreso
que llega al tercio de la población que tiene menores entradas.

Una de las causas más obvias de la inequidad con que se distribuye la renta es la baja
remuneración que se paga al trabajador.

Incluso en países desarrollados muchos trabajadores reciben un salario que no le
permite salvar el umbral de la pobreza. Son esclavos que escasamente logran subsistir.

La progresiva reducción de los sueldos ocasiona que la clase media desaparezca para
dar lugar a una inmensa clase desposeída.

Varios factores determinan que el trabajo reciba una remuneración cada día menor.

Uno de ellos es la tendencia de las grandes empresas a producir en los países donde la
esclavitud se practica con mayor ferocidad.

Un ejemplo de ello es Apple, que fabrica sus iPhone y otros productos a través de
Foxconn, empresa china cuyos trabajadores esclavizados reciben una miseria a cambio
de jornadas interminables en cárceles donde la disciplina se impone a punta de fusil. A
pesar de ello, los consumidores, único sector que podría poner coto a la feroz codicia de
Apple, en lugar de boicotear al explotador se ufanan de ser “clientes apóstoles” que se
visten con ropa publicitaria y predican la “bondad” de sus productos.

Otro factor que contribuye al pago de salarios de hambre es que los gobiernos, entre
desesperados, manipulados y coludidos, aceptan la idea de “liberalizar” el mercado
de trabajo: eliminar el límite a la cantidad de horas que una persona trabaja por día, al
salario que se le paga por hora y a la indemnización por despido (costo del despido).

Despedir sin pagar (pronto se impondrá la idea de que el trabajador indemnice a la
empresa cuando sea despedido) facilita una elevada rotación de los trabajadores. Esto
reduce el poder sindical y las remuneraciones, puesto que a quien exige aumento de
salario se le despide sin costo ni riesgo ya que la ciudad está llena de hambrientos
deseosos de llenar ocupar ese cargo que piensan que les permitirá salir de la pobreza.

La solución al problema de las remuneraciones injustas, si bien parece difícil, es simple
al extremo que ya existen países en que se aplica seriamente y otros en los que está
en vigor, aunque con el vigor propio de la responsabilidad social empresarial; esto
es, existe una ley que no se acata o una ley que lo establece y mil otras que permiten
eludirla.

La solución consiste en poner en práctica la Tasa Humana: así como una parte de
las utilidades de las empresas se destina al pago de impuestos, otra parte debe ser
distribuida entre quienes produjeron los beneficios.

Esto es fácil de implementar: tal como para determinar el monto de los impuestos a
pagar las empresas deben demostrar en detalle los ingresos que tuvieron y los costos
y gastos en que han incurrido, así mismo deben estar obligadas a demostrar en detalle
las “horas-hombre” que se trabajaron para generar esas utilidades, identificando a esas
mujeres y hombres, de carne y hueso, de sangre, sudor y lágrimas, de hijos abandonados
y enfermedades acalladas, y precisar en cada caso cuántas fueron las horas con las que
ese trabajador contribuyó a generar esas utilidades.

Y un porcentaje de las utilidades anuales de cada empresa debe distribuirse sin remilgos
ni excepciones entre quienes las produjeron.

La distribución debe hacerse en proporción a las horas que trabajó cada persona ese año
en la empresa, lo haya hecho en condición de trabajador fijo o contratado, eventual o
tercerizado. Deben entrar todos sin excepción porque todos sin excepción contribuyeron
a generar los resultados.

Es aceptable incluso que esa distribución se haga ponderando las horas de cada
trabajador por la remuneración anual promedio efectivamente pagada a cada uno de
ellos o que se pondere atendiendo al numero de cargas familiares que ese trabajador
soporta, lo que está implantado en países como Ecuador

Hay países, como Venezuela, donde la ley obliga a las empresas a distribuir el 15%
de las utilidades y las empresas cumplen con ello en alguna medida. Existen otros,
como Chile, donde si bien existe la obligación de distribuir el 30% de las utilidades
(probablemente la tasa más alta del mundo), existen excepciones y resquicios legales
que permiten que no se pague nada por este concepto.

Para evitar subterfugios la ley debe ser clara y simple: del mismo modo que existe
la obligación de pagar impuestos y éstos deben enterarse en determinadas fechas, es
necesario que exista la obligación de pagar a los trabajadores su Participación en las
Utilidades, y el pago debe hacerse sin sustituciones, límites o excepciones y dentro
de un plazo tan inmediato y perentorio como el que se establece para el pago de los
impuestos.

Es eficaz y razonable que sea la propia autoridad tributaria quien revise el cálculo y
los soportes de la Distribución de las Utilidades, para así asegurar que cada año, sin
excepción, los trabajadores se lleven un porcentaje de la riqueza generada por cada una
de las empresas en las que trabajaron durante ese año, dado que cada día es mayor la
tendencia a que los trabajadores se desempeñen eventualmente aquí y allá, estrategia
de gestión laboral que incrementa las utilidades y que, de no mediar la Tasa Humana,
contribuye a la grave desigualdad imperante.

La Tasa Humana o la Distribución de las Utilidades detendrá para siempre el incansable
deterioro que han venido experimentando las remuneraciones.

Así, ocurrirá que si una empresa opta por pagar las remuneraciones más bajas que
permite la ley, lo que incrementa sus utilidades, ella terminará pagando remuneraciones
justas tan pronto cumpla la obligación de distribuir entre sus trabajadores una parte de
esas grandes utilidades.

Y del mismo modo que la evasión tributaria se paga con cárcel porque significa que el
empresario ha eludido sus obligaciones para con el estado, la evasión de la Distribución
de Utilidades debe ser penalizada con cárcel porque significa que el empresario ha
incumplido sus obligaciones para con los seres de carne y hueso, para con las personas
con quienes compartió, para con aquéllos que entregaron parte de su vida para generar
esas Utilidades.

Martin Luther King dijo: Las leyes no hacen los corazones, pero las leyes hacen las
costumbres y las costumbres hacen los corazones.

Esta ley de Participación en las Utilidades (Tasa Humana) podrá ser especialmente
dolorosa para los empresarios, pero creará la costumbre de pagar remuneraciones justas.
Y llegará el día en que el empresario vea con buenos ojos el hecho de remunerar con
justicia al trabajador. Y poco importa si lo verá bien porque su corazón se habrá hecho
más sensible o porque los trabajadores dispondrán de más dinero para comprar sus
productos.

Para tener una idea de lo que está en juego con la Tasa Humana, se puede retomar el
caso de Apple, empresa que en el año 2011 pagaba en remuneraciones solo el uno por
ciento (1%) del precio de venta del ipad, mientras obtenía utilidades por un 33% de ese
precio . De modo que sus utilidades representan TREINTA Y TRES VECES (33) veces
las remuneraciones que paga.

Al aplicar una Tasa Humana del 15%, Apple tendría que distribuir entre sus
trabajadores un 15% de esas utilidades que representan 33 veces las remuneraciones.
Esto significa que estaría obligado a pagar a cada trabajador un 4.65 veces lo que le
pagó ese año, con lo cual cada trabajador terminaría recibiendo 5.65 veces lo que a lo
largo del año había recibido.

La Tasa Humana sería sin duda un paliativo para esos seres que trabajan para Apple
en condiciones inhumanas, con altas tasas de suicidio y en usinas con el aire tan
saturado de partículas de aluminio que dos de ellas hicieron explosión en forma
espontánea, causando un total de 4 muertos y 80 heridos, según cifras oficiales chinas

tradicionalmente pálidas . Las explosiones ocurrieron pocas semanas después de
haberse dado a conocer un informe técnico que anunciaba que así ocurriría en caso de
mantenerse la concentración del polvo aluminio imperante en los lugares de trabajo.
No se conocen los informes que precisan el daño que experimenta la salud de los
trabajadores condenados a respirar aluminio en una concertación tan alta que es capaz
de hacer explosión en forma espontánea.

En justicia corresponde que Apple, a más de pagar la Tasa Humana, indemnice a sus
trabajadores por el daño físico que les ha causado

Por otra parte, muchas empresas financieras, las que se caracterizan por ventas
reducidas y escasos empleados, obtienen grandes beneficios y además son favorecidas
por la legislación que protege a las pequeñas empresas. En su caso, las remuneraciones
ni siquiera representan el 3% de las utilidades, como en el caso de Apple, y la aplicación
de la Tasa Humana permitiría que sus pocos trabajadores alcanzaran un nivel de vida
razonable.

Un beneficio adicional de la Tasa Humana se deriva de que, al tener Participación
en las Utilidades, los trabajadores se interesan en conseguir que las Utilidades sean
determinadas sin trampas ni subterfugios, lo que contribuye a que las empresas declaren
las Utilidades que realmente obtuvieron y paguen los impuestos que les corresponde
pagar.

Muchos empresarios rasgarán vestiduras y alegarán que no es bueno ni eficiente que
los trabajadores se interesen en saber cuáles son y cómo se determinaron las Utilidades
que realmente arroja su empresa. Es claro que esta actitud vigilante del trabajador va
contra el espíritu oscurantista con que ciertos empresarios gustan manejar sus negocios.
Pero es el caso que uno de los “10 Mandamientos de la Democracia” es absoluta
transparencia o democracia en la información.

Por otra parte, todo experto en administración de empresas sabe que un profundo
conocimiento de cada detalle de la gestión de una empresa contribuye a elevar su
productividad.

Finalmente nadie puede poner en duda que la productividad de un trabajador que sabe
que parte de las utilidades que genera la empresa serán para él, es mucho mayor que la
productividad de un trabajador que sabe que lo están explotando y que su salario no le
permitirá salir de la pobreza.