Cuando hace unos años atrás iniciamos el proyecto «Mundo sin Dinero» junto a mi esposa, no lo hicimos con la ingenua visión de que el gran problema de la humanidad sea la existencia del dinero, sino con la visión de aportar ideas y soluciones que nos permitan mirar por fuera del marco histórico en el cual el dinero se ha instalado como un Dios, generando todo tipo de violencias. No es el dinero el problema, sino todas las creencias, culturas y visiones que lo sustentan como la gran y única forma de manejar la economía planetaria. Y esto no está exento de una mirada que abarca al proceso humano y su insuficiencia evolutiva actual.

Hay dos hechos sin embargo que ponen luz sobre la situación actual, y es que la realidad externa comienza con nuevas realidades internas en los seres humanos, que luego se abren paso al mundo a través de su intencionalidad de cambio y evolución. Por tanto cuando nos descubrimos creando nuevas ideas y escenarios, estamos encendiendo esa mecha creativa que con su efecto multiplicador, en un momento u otro de la evolución, generará cambios en el mundo. Esto sin dudas es esperanzador, porque viendo como en el mundo comienzan a crecer estas nuevas ideas, se vislumbran los posibles futuros.
El otro hecho es que la evolución es atemporal pero pretendemos mirar los cambios en plazos de tiempo enormemente finitos. Digo atemporal porque el cambio que pretendemos podría tomar decenas, cientos o miles de años, la evolución hará siempre su parte para que los avances se produzcan sin importar el costo. El costo y los tiempos de la evolución son los puntos difíciles de afrontar como seres humanos sensibles y finitos. Afortunadamente somos seres humanos históricos y sociales por lo que nuestra vida trasciende tanto en nuestro legado a las siguientes generaciones, como en todas las acciones y producidos que podemos dejar para los que continúen la tarea.
En un mundo donde perder es un anti-valor, reconocer el fracaso es algo que pocos valientes saben afrontar. Sin embargo a la vista de la situación mundial y su sistema económico, debemos hoy más que nunca ser valientes y reconocer el fracaso. Hoy más que nunca, si pretendemos que las próximas generaciones nos vean como personas que supimos tomar buenas decisiones a tiempo y dejarles un mundo mejor. Hoy más que nunca si pretendemos envejecer y morir con la consciencia tranquila de haber hecho lo mejor posible para el conjunto de la humanidad. Hoy más que nunca si pretendemos superar el abismo que se nos presenta.
Así entonces precisamos romper la cáscara de este huevo mental en el que nos encontramos, para salir y ser capaces de observar un nuevo amanecer para la humanidad. Estamos tan condicionados por pre-conceptos y visiones que nos atemoriza pensar en algo más allá del capitalismo, como si aún estuviéramos en épocas donde se creía que la tierra era plana y en sus confines había terribles abismos y peligros. Si bien hay un contexto científico, siempre hay responsables de generar y manejar esas visiones. Y nunca son para otra cosa que la manipulación en favor de sus propios intereses y los de una supuesta élite que creyéndose superior en su capacidad de ver e interpretar el mundo, se impone por manipulaciones diversas.
La cultura y educación que avala el más básico funcionamiento del capitalismo se basa en tres pilares: en que recibir es mejor que dar, en la especulación por la cual logro tomar más recursos de los que doy generando una acumulación, y por ultimo en la necesaria cosificación que no es otra cosa que la necesidad de convertir al otro en objeto pasible de ser manipulado por mi intención económico-especulativa. Por tratarse de un planteo altamente individualista y competitivo, contrario a toda posibilidad de funcionar en un esquema de bien común planetario, el sustento primario del capitalismo tiene relación con la subsistencia y la necesidad individual o tribal-familiar de «asegurarse el futuro».
¿Por qué no tenemos el futuro asegurado?. Todo es una cuestión de suerte y habilidad pero nadie tuvo ni tiene el futuro asegurado. Digo suerte por el lugar «accidental» donde le tocó a cada uno nacer con sus condiciones favorables o desfavorables, y la habilidad para salir adelante frente a  todos los obstáculos que debemos sortear.
He aquí el gran problema evolutivo actual: no somos solidariamente responsables de la vida en el planeta, y por tanto la lógica de subsistencia requiere acumular y utilizar recursos aún más allá de las reales necesidades sin importar cuántos otros en el planeta no lo puedan hacer. De ahí que vivimos en un esquema cultural y económico insolidario e individualista. ¿Es el capitalismos el responsable? No, es parte de una falta de evolución, de un camino que aún nos queda recorrer como seres humanos, de sentidos y sensibilidades que nos falta despertar, pero hoy el capitalismo es la representación del límite, del huevo en el cual estamos atrapados y del cual aún nos atemoriza salir. Casi como esa visión de la película «Mátrix» donde todos estaban aletargados y conectados a un sistema cuyo fin último era la extracción de energía por parte de máquinas dominadoras del mundo, hoy somos como esas baterías humanas que alimentamos a este sistema con nuestra energía de consumo. No importamos más que como consumidores y precisamos comprarles los recursos energéticos vitales para generar energía de consumo y así sostener el ciclo. Coincido en que es duro y oscuro verlo así, pero este es el mundo actual atado al capitalismo.
En esta falta de evolución destaco la incapacidad de ser solidariamente responsables por todas y cada una de las vidas humanas en el planeta y en equilibrio con el ecosistema que nos brinda a nosotros las condiciones para la vida. Es el planeta y la naturaleza la que nos aporta el agua y el oxígeno sin el cual no existiríamos, pero nos hemos mayormente desconectado del planeta y creído superiores porque de otra forma no podría haber tampoco un sistema económico extractor, despilfarrador de recursos y contaminador. No nos han educado para el equilibrio ecológico porque hacerlo va contra los intereses del consumo y la industria productora-acaparadora.
Sin embargo una breve visión de un mundo donde hayamos superado el abismo actual muestra la posibilidad de tener vidas plenas y dignas, sin violencia, de una enorme y rica diversidad.
Muy por el contrario a la creencia general, el sistema económico actual no apunta a promover la diversidad. Millones de personas siquiera acceden a recursos para su más básica subsistencia, ¿cómo pensar en un desarrollo pleno y diverso si la lucha diaria más común en este planeta es la primitiva lucha por la supervivencia?
Cuando se vislumbra y conecta con una sociedad solidaria, donde todos los seres humanos tienen su futuro asegurado por el sólo hecho de nacer humanos, sin discriminaciones violentas, donde la diversidad se multiplica en creatividad al servicio de la solución y prevención de los problemas. Cuando se vislumbra ese potencial de crecimiento para la vida, y no para la muerte y el sometimiento. Entonces se toma perspectiva de la situación actual y los grandes desafíos que hay por delante. Pero también se logran ver esos pequeños indicadores, esas pequeñas chispas de lo que está naciendo aquí y ahora. Se logran ver las primeras cabezas que asoman por fuera de los primeros huevos mentales que se rompen con la fuerza de la intención y la evolución. Y esas tan pequeñas semillas del nuevo mundo me llenan de esperanza y energía.
Intentaré no imponer justamente ideas demasiado concretas sino plasmar algunas premisas de lo que veo respecto de un nuevo paradigma social, cultural, científico y económico más allá del capitalismo en unas pocas líneas.
El ser humano no precisa paternalismos, dirigismos ni esquemas monolíticos a los cuales quede supeditado como entes por encima de las personas y las sociedades, sean Estados o corporaciones. Que hoy estemos formados para aceptarlos y necesitarlos no quiere decir que verdaderamente los precisemos a futuro. El poder de decisión sobre los recursos en forma local, regional y global debe ser un acto democrático de seres humanos solidarios y responsables. La ciencia y la tecnología ya están a la altura y madurez necesaria para contribuir con métodos de decisión colectiva. La información, hoy manipulada, puede fácilmente volcarse al servicio de la asistencia en la toma de decisiones a partir de un flujo sin especulaciones. Este flujo de información y capacidad de procesamiento permite la previsión y prevención tanto de necesidades como de accidentes pudiendo ser altamente efectivos en el manejo de los recursos evitando el desperdicio y distorsión que hoy generan los llamados «mercados». No necesitamos negociar nada ni tranzar nada, si somos solidariamente responsables. No hace falta dar para recibir, solo dar desinteresadamente porque la unión crea la fuerza de sustento capaz de sostener y desarrollar la vida en condiciones dignas y de alto potencial.
Eliminando todo esquema de dominación y manipulación también inhibimos la cultura de ganadores y perdedores, y con esto nadie es expulsado de ningún proceso productivo porque además no precisa producir para recibir lo que necesita para su sustento vital y desarrollo, siendo que la robotización admite en este contexto resolver tareas imbecilizantes y repetitivas que hoy son cubiertas por valiosos seres humanos que deberían estar creando, experimentando y aprendiendo sin límites. Esta realidad no genera personas que no desean hacer nada, porque el ideal de no hacer nada es la compensación de una realidad actual donde debemos hacerlo todo y el peso es enorme. Muy por el contrario, una sociedad sin el peso de la subsistencia y la necesidad de asegurarse el futuro en forma individual cada día, será una sociedad libre y creativa, responsable y múltiple. Tan múltiple que habrá cientos de formas de organización económica locales adaptadas a las propias necesidades pero mancomunadas en sistemas de información y de necesidades globales que resolveremos desde la unión en la diversidad. Con capacidad organizativa y tecnológica local una comunidad conectada puede mayormente auto-sustentarse y requerir algunos recursos externos con previsiones resultantes de la información que fluye ya sin inconvenientes. Las grandes ciudades que fueron resultado de la atomización de las oportunidades laborales pierden peso específico cuando comunidades conectadas de menor tamaño y mejor calidad de vida se vuelven alternativas donde desarrollarse teniendo todos los recursos necesarios sin mediar costo ni transacción ya que los supuestos costos se diluyen por la producción robotizada y los medios de energía alternativos renovables. La producción artesanal se podría multiplicar de la mano del tiempo libre que genera la robotización, los recursos educativos y los elementos a disposición en posibles talleres temáticos. La actual producción especulativa de partes electrónicas incompatibles se torna armónica brindando un sin fín de posibilidades para la creatividad y la resolución de problemas diversos. El avance de la nanotecnología y la capacidad de manipular la materia a nivel molecular admite la impresión hogareña de objetos por demanda que ya no se transportan ni almacenan, así como su posterior reciclado que elimina los basurales y la contaminación resultante. La necesaria espiritualidad que nos conecta y eleva como conjunto superando las divisiones y discriminaciones se alcanza como parte de la conciencia global que crece como un despertar a nuevos horizontes. ¿Qué decir de la medicina, la educación, la ciencia o el arte en un contexto como el aquí descrito?
¿Estamos hoy preparados hoy para estos cambios? No.
¿Podemos lograrlo? Definitivamente.
¿Requiere mucho esfuerzo y creatividad? Si.
¿Estámos muy lejos? no tanto como creemos, dependerá de qué tan rápido reaccionemos y nos quitemos los temores actuales.
No sólo hay vida más allá del capitalismo, hay una mejor vida para todos y cada uno. Hay progreso de todos y para todos. Está el fin de la violencia y el comienzo de una verdadera historia humana.