Existía un respetuoso silencio y entonces se escucharon esas antiguas armonías de las esferas danzantes.

Erase una vez en una lejana Tierra iluminada por un brillante y redondo satélite, alimentada por las cristalinas y redondas gotas de agua del Monte Aconcagua donde se produjo una llegada. Las esferas danzantes del Sr. Pitágoras estaban entonando melodiosamente cuando un hombre modesto nació. El actual calendario Occidental marca este hecho en el dia 6 de Enero de 1938.

Siento una profunda alegria y gratitud de haber conocido a tal ser humano varios años más tarde. Lo conocí 32 años después, en Enero de 1970 al otro lado del Monte Aconcagua. Lo ví recoger y degustar un damasco grande, jugoso, maduro y bien naranja. En aquel momento pensé cómo es que un gran sabio, que había hablado a las piedras y al mundo entero el año previo, ahora sencilamente y sin inhibiciones estaba gozando de una fruta redondita en las laderas de los Andes? Tuve la enorme fortuna de haber tenido finalmente la experiencia de conocer a Silo (Mario Luis Rodriguez Cobos).

Querido Maestro, he escuchado que demoraste en encontrar tu armónica voz,
pero cuando soltaste las palabras ya podías explicar el truco del mago. Un poco
más tarde, claramente conminaste al Universo a despertar. Esas son ciertamente grandes palabras! Se dice que hace mucho sostuviste que al final de estos tiempos inhumanos, los añejos y decadentes arquetipos serán el Soldado y el Mago. Qué palabras tan proféticas, considerando que mi tiempo y espacio actual está repleto de violencia y de objetos insinuantes.

No solamente le hablaste a las piedras sino a la Humanidad entera en aquel glorioso 4 de Mayo de 1969, en una ubicación cercana a tu lugar de llegada. Esas palabras sentidas y reflexivas establecieron las bases para la Curación del Sufrimiento, ese antiguo enemigo de la Humanidad. Tus palabras fueron “una pequeña arenga para un hombre, pero un gigantesco salto hacia la Nación Humana Universal”.
He escuchado que más adelante ese mismo año, durante un instante guardaste
humildemente las palabras mientras observabas la majestuosa esfera que acompaña a la Tierra, donde el Sr. Amstrong daba sus propios pasos a nombre de una Humanidad emocionada y entretenida.

Se dice que el resto es Historia viva, una inmensa historia podría decirse; tus sabias palabras continuan con nosotros en este tiempo y espacio en la forma de un “suave, alegre y profundo Mensaje”. Por mi parte solo puedo encontrar las suficientes palabras para decirte “Gracias Silo”.