Por Patricia Simón para Periodismo Humano

En el edificio la luz inunda las habitaciones y no es extraño escuchar el sonido de niños pequeños jugando en el jardín o llamando la atención con sus llantos de bebé. Las mujeres se sienten en su hogar y para muchas lo es durante una buena temporada. Estamos en una casa de acogida de la Fundación de Solidaridad Amaranta, que en el ámbito de la trata de mujeres con fines de explotación sexual y de mujeres en contexto de prostitución lleva acompañándolas desde hace una década en un programa que además de en Asturias, tiene sedes en Granada y Palma. Un proyecto, llamado SICAR en la región norteña, que nació al amparo de la ya centenaria labor de la congregación religiosa Adoratrices y de la mano de la Fundación Municipal de Asuntos Sociales de Gijón, cuando la Policía empezó a desmantelar redes de explotación y trata y demandó un lugar donde llevar a las mujeres que no fueran los calabozos. Pero no sólo, porque en este espacio también se atiende a mujeres en riesgo de exlusión social y a sus hijos. Es una fundación en la que los trabajadores sociales, el psicólogo, la abogada… luchan no solo contra la trata, sino contra la revictimización de las mujeres con las que conviven diariamente y a las que, nos recuerdan, miramos a menudo desde sus sufrimientos y carencias en lugar de desde sus “fortalezas y potencialidades”.

Conversamos con una de sus trabajadoras sociales cuya identidad mantenemos oculta por razones de seguridad y que lleva implicada en el trabajo de la Fundación desde sus inicios. “Lo que más nos ha cambiado en esta década es la imagen sobre las mujeres, en lugar de pensar que trabajamos con mujeres machacadas, pensamos ¡qué mujeres!. Son más que prostitutas, que víctimas de trata… Una vez una de ellas nos dijo que lo que más le gustaba es que las tratamos como mujeres y no como prostitutas. Eso es lo que queremos, a la hora de intervenir nos centramos en la persona y no en sus problemas”.

Periodismo Humano. Vuestro trabajo es integral con las víctimas de trata, ¿en qué consiste?
A. Hacer un análisis global de la situación de la persona, abordar los aspectos de salud y bienestar (toda la dimensión relacional, el ocio, el descanso, las relaciones afectivas…), de inserción y laboral, jurídico y el de la vida cotidiana si viven con nosotros. Nuestra metodología se basa en ser capaces de analizar y partir de una valoración de la situación consensuada con la mujer: dónde estás, qué te preocupa, qué necesitas y a dónde quieres ir. Y vamos dando diferentes apoyos para ir consiguiéndolo, de tal forma de que si una mujer no quiere abordar determinados temas desde el ámbito psicológico, por ejemplo, no se hace. No abordamos el tema del abandono de la prostitución si ella no lo quiere; si sí, plantemos alternativas… Pero siempre de la mano de la mujer.

P. ¿Cómo han evolucionado las redes de trata desde que empezásteis a trabajar el tema?

A. Cuando empezamos hace diez años eran redes organizadas de traficantes y ahora van apareciendo redes informales de familiares, de amigos que se convierten en otra vía para que las mujeres puedan llegar aquí para la explotación.

En la red informal, una de las dificultades es que la mujer no se percibe como víctima de un delito sino que es una amiga o un pariente el que le facilita un trabajo, el dinero para el viaje…. No lo interpreta como una forma de explotación sino como que le están ayudando para llegar al lugar donde quiere ir. Suele ser gente de su pueblo o ciudad, una vecina, una amiga que ya estuvo aquí o que conoce a otras chicas, que tiene sus propios contactos y facilita que pueda llegar y que luego ejerza la prostitución.

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P. ¿En qué etapa y cómo llegan a Amaranta?
A. A nosotros nos llegan fundamentalmente a través de las Fuerzas y Cuerpos del Estado, en el momento en que identifican a una mujer bien durante una redada en un club o por una denuncia. Si detectan que es víctima de trata y que no tiene dónde estar, la mujer accede al recurso (es decir, se aloja en las instalaciones de Amaranta). O si no tienen claro que sea víctima de trata, vamos a entrevistarla a comisaría. Esos son los casos que nos llegan en el momento en que están siendo víctima del delito de trata.

Luego tenemos muchas mujeres que, por la característica del programa dedicado al entorno de la prostitución -para que quepan muchas realidades-, cuando trabajabamos con ellas y su trayectoria vital aparece la trata, la explotación, la violencia… Pero eso ya pasó. Por lo tanto, nosotros a la hora de intervenir con ellas, no tenemos ningún instrumento para abordar el tema más allá del de cualquier mujer inmigrante. La legislación no precisa el periodo en el que sigue siendo delito, por lo que podría haber prescrito. ¿Desde cuándo y hasta cuándo se considera víctima de trata?. Las herramientas que la ley pone a disposición se basan en la denuncia, por lo tanto, el delito tiene que estar sucediendo.

P. Hay organizaciones que entienden que el porcentaje de mujeres que ejercen la prostitución que son víctimas de trata es altísimo, incluso más del 80% de ellas, porque la situación en la que se encontraban en sus países de origen, era de vulnerabilidad como recoge la Ley contra la trata. ¿Qué pensáis vosotros?

A. Es un tema de interpretación porque en la ley aparece la vulnerabilidad de esa persona para valorar si está habiendo un tema de trata. Como muchas mujeres tienen en origen una situación social y económica pues se acogen a esto… nos parece poco sólido. Nuestra posición es que estamos trabajando con mujeres, con trabajadoras pobres, que acceden a empleos a los que sólo acceden esas personas y que aquí vienen a entrar en esa rueda como servicio doméstico, cuidadoras… A la hora de intervenir, eso ¿qué nos aporta si en realidad la legislación no nos da ningún instrumento para darle alternativas, si ella no tiene conciencia de víctima…? Al final, consiste en entender su historia de vida como mujer, como madre, como trabajadora pobre… no como víctima de trata. Claramente ni todas, ni la mayoría de las mujeres prostitutas son víctimas de trata. No nos podemos agarrar al tema de la vulnerabilidad porque las personas no son vulnerables sino las circunstancias que viven las que las hacen vulnerables… Lo que no negamos es que esa situación las pone en una situación más fácil para que sean explotadas.

Hoy por hoy, hay un interés de meter bajo el rótulo de la trata a todo… Pero estamos hablando de inmigración, de derechos…. Me parece igual de grave que sufran abusos por ser pobre, inmigrante… Necesito que legislen a favor para que tengan instrumentos para seguir adelante…

P. Una de vuestras preocupaciones es la de que no revictimicemos a las mujeres tratadas.

A. Es cierto que jurídicamente necesitamos darle el título de víctimas para poder protegerlas y actuar, pero más allá de eso no suele aportar casi nada.

Nuestra experiencia es que el valor, la opinión, las decisiones que ha tomado una mujer que está en la prostitución muchas veces son menospreciadas, pensamos que no están hechas desde opciones de libertad. Eso las hace todavía más vulnerables, al quitarle validez a sus decisiones las estamos victimizando más porque las estamos haciendo irresponsables de sus tomas de decisiones, las estamos tratando como menores de edad constantemente. Vienen de donde vienen, tienen una historia de vida… pero nuestra tarea no es decir ‘como vienes de ahí esto no…’ Si no, ‘tú has tomado unas decisiones frente a otras, así que construyamos con ellas desde la reflexión, desde ser dueñas de su vida…’

A mí me obsesiona mucho ahondar en la pregunta de por qué dos personas ante un mismo hecho toman decisiones diferentes, decisiones que las sitúan en una situación más precaria o mejor. Es decir, un mismo hecho de partida no supone una relación directa de causa-efecto: quién es esa persona, por qué ha tomado esa decisión, qué ha puesto en juego a la hora de tomar esa decisión. Estas mujeres no son tontas, todos ponemos en juego nuestra libertad en algún momento de la vida… Otra cosa es que por esa misma vulnerabilidad tenga un riesgo o un coste demasiado alto…

Darles la palabra es escuchar a la que te dice que ella sabía que venía a ejercer la prostitución, que ella se expuso a pagar esa deuda. ¿Por qué decimos que esa persona no está tomando la decisión en libertad? Está condicionada por vulnerabilidad, sí. Pero si no trabajamos con ellas desde la responsabilidad de las decisiones, desde los costes, seguirá repitiendo esa pauta porque estamos haciéndola irresponsable de su vida. O cuando vuelven a la prostitución una vez que han dejado la red de trata. ¿Por qué exigimos a las mujeres que no vuelvan a la prostitución? ¿Qué alternativas reales les ofrecemos, el servicio doméstico? Al final, nuestra abogada Clara Corbera lo dice mucho, es el despotimos ilustrado, todo por las mujeres pero sin las mujeres.

Cuando vives con las mujeres y conoces de dónde vienen no sólo intelectualmente, sino que estás allí, compartes tu tiempo, pues la vida se ve distinta. La perspectiva es muy valiosa, lo que cada una cuenta de por qué ha hecho las cosas... Porque si no, las anulamos. Volvemos a infantilizarlas. Tenemos que ver de dónde vienen y cómo esto influye en la reducción de los niveles de hasta dónde aguanto, eso es una trayectoria de vida y el que ante una situación se decide una cosa y se expone a eso. Que haya explotación es una cosa, pero a la hora de sentarnos ante estas mujeres y de hablar con ellas, no las anulemos aunque sea en nombre de ellas.

Se trata de trabajar con las mujeres de manera adulta, reflexionar con ellas, el porqué, ser honestos y plantear que no tenemos alternativas reales para que una mujer decida. Es un tema de igualdad de oportunidades.

Estamos haciendo un trabajo de investigación con la Universidad de Brasilia, y una de las dificultades que nos encontramos son los límites del concepto de trata porque nos deja fuera un montón de realidades, estamos atendiendo al delito y no a las historias de vida: mujeres pobres en cuyos países de origen prima la desprotección a todos los niveles. Hemos recuperado las historias de vida de una zona de Brasil, sus trayectorias vitales, su realidad de trata, de explotación, prostitución en España, y en algunos casos, el retorno.

En Brasil, un país con larga tradición de esclavitud, el tema de la trata se analiza desde el punto de vista de la explotación que sigue muy presente: explotación de trabajadores pobres para la prostitución, para el trabajo doméstico… Aquí, el enfocarlo desde la prostitución dificulta mucho el trabajo porque está sesgado.

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P. ¿Por qué un tema tan grave como la trata de mujeres tiene tan poca repercusión social?

A. Pues como la violencia de género. Un problema no es un problema social hasta que no nos afecta en la vida cotidiana de cada uno, como la prostitución de calle porque molesta. ¿La trata a quién importa? Está invisiblizada porque a muy poca gente le afecta, porque hay muchos intereses económicos y porque está muy ideologizada. Si en vez de debatir tanto sobre la legalización o la abolición de la prostitución, nos pusiéramos todos a combatir la trata y la explotación, y a crear los mecanismos para combatirlos… veríamos como disminuía. Este debate invisibiliza a la trata y, como no hay consenso, lo metemos todo en este saco.

P. ¿Cambiaría la percepción de la prostitución el conocer las historias de vida de las víctimas de trata?
A. Es un mundo desconocido y en torno al cual hay mucho morbo. El tema es cómo las visualizamos, si las seguimos visibilizando como víctimas, como personas con graves problemas, marcadas para toda la vida… Ciertamente hay gente así pero no sólo. El problema no es mostrar sino qué mostramos y esto está totalmente sesgado por el análisis que hagas. Si no mostramos una realidad compleja no vamos a poder diseñar soluciones complejas. Responsablemente deberíamos ir más allá, analizar desde un paradigma de complejidad…

Cuando una mujer llega a la Fundación y te prengunta “tengo que haber sido prostituta o víctima para que me ayudes?“. Es demoledor. “¿Qué pasa, que si no soy víctima no me ayudas? Que si no te digo que me explotaron no me vas a ayudar”. Y tú le tienes que decir “pues para tener derecho a esto y a esto, no”. Cuando sabes que esa persona por todo lo que ha vivido lo que te está diciendo es ‘ayúdame, échame una mano’. Y escuchar eso a mí me resulta muy duro, pero es lo que le estamos diciendo.

El mensaje es: primero denuncia para activar la protección, igual que la violencia doméstica. Las entidades planteamos que la denuncia no sea el elemento que active la protección. Pero les estamos diciendo ‘te vamos a ayudar a protegerte, te voy a dar un lugar para estar si quieres, te van a ayudar a buscar trabajo…’ Pero es que eso no es así. Tus opciones laborales son como las de tantos otros, y tienes unos hijos a los que dar de comer, unas expectativas…  Y les decimos que esperen y si entran en el mercado laboral finalmente, con un poco de suerte, será en la hostelería. Eso es hipocresía. Elige eso o el trabajo sexual que está ahí también.

En realidad les estamos pidiendo algo que tiene poco en cuenta su vida. Les decimos que dejen la prostitución, pero, ¿cuáles son las alternativas?. No les compensaría seguir en la prostitución si tuvieran alternativa porque llegado un momento emocionalmente no les compensa.

P. ¿Cómo habéis detectado que les afecta emocionalmente la prostitución?

A. Al concepto de sí mismas, a las relaciones afectivas y sexuales, les provoca inestabilidad, miedo.. Emocionalmente tiene un coste alto. Después tienen sus mecanismos de defensa para minimizar el coste emocional del llevar dos vidas paralelas, el no poder mostrar lo que eres…

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P. Una de las labores más costosas de la Fundación es documentar a las mujeres víctimas de trata que llegan indocumentadas. Pero, además, está cómo influye el que estén o no en situación administrativa regular, es decir, con papeles en España.
A. 
Si no tienen papeles, la inserción laboral es imposible con lo cual sólo les queda la economía sumergida, que vuelve a ser el trabajo sexual, el servicio doméstico o el cuidado de personas mayores.

P.¿Cómo ha evolucionado la visión que tiene el equipo de la Fundación Solidaridad Amaranta de la prostitución?

A. Cuando empezamos en 2002 éramos superabolicionistas… Institucionalmente no tenemos una posición más allá de que la prostitución tiene muchos costes para las mujeres. Tenemos vocación de estar con las mujeres y cuando estás con ella un día y otro, hay días que somos superproderechos y otros lo contrario. Fuimos evolucionando al ver la complejidad de la realidad.

Ninguno de nosotros es proderechos ni abolicionista. Es un debate secundario. ¿Qué nos aporta? ¿Ideología? Queremos estar con las mujeres entendiendo que la prostitución no es un tema positivo, que hay un problema de igualdad de oportunidades. Nos avala el trabajo y cuando te hago esta reflexión, es desde el contraste de la idea con la vida. Hay foros en los que como no te posiciones te ponen en el lugar de los explotadores.

El error es la casuística, siempre hay un caso que te ilustra la posición que quieras apoyar. Pero nosotros apoyamos categorías más amplias, que aúnen que estamos hablando de personas, de trabajadores pobres, de Derechos Humanos, de género….

Hace muchos años que nos gustaría que alguien pudiera visibilidad este tema desde la fortaleza de las mujeres, sin negar el sufrimiento, pero poniendo el acento en todo lo demás. Estamos revictimizando, mostrando el lado duro, sus carencias y no sus potencialidades. Y ellas construyen con eso sus imágenes de sí mismas. Tenemos que apoyar a la gente para que puedan vivir con ello, no decir eternamente son prostitutas, víctimas de trata, que han sufrido mucho en la vida que y sufrirán porque el bagaje que traen las merma… ¿Por qué nos empeñamos en mostrar sus sufrimientos y no su fortaleza? Porque también depende de cómo te sitúes ante las personas, de cómo te sientas a mirar la vida.

No son sólo prostitutas sino que son mujeres, madres… Como cualquiera de nosotras, y de las que tenemos mucho que aprender. ¿Qué pasa, que una mujer es eternamente prostituta o víctima de trata? Imagínate que alguien ocho años después les recuerde eso. ¿A cuento de qué? Las destroza.