Visité estas cuevas de Altamira en el
verano de 1972, sorprende que después de una caminata por unas cavernas considerables
se llega a una especie de grieta en donde esta una de las pinturas en el techo, pero el
visitante circula por una parte socavada en la roca, pues originalmente era una grieta por
donde los ancestros entraban de espalda y así pintaban, con alguna iluminación precaria.
Pero no cabían más visitantes entonces, de modo que nada más lejos de aquello que una
galería, museo o iglesia actual que exhiba obras de arte.

Además, la reciente monografía de nuestra amiga Ariane Weinberger, *»Investigación sobre
el Propósito del Homo sapiens, en el Paleolítico superior: del afán por sobrevivir al afán por
trascender»*, donde explora el arte rupestre y ofrece inteligentes múltiples observaciones,
consigue renovar el interés por el tema, que es exclusivo de la Europa mediterránea. No hay
este tipo de obras en ninguna otra parte, sí las hay más simples y rudimentarias. En Argel,
Australia o en la Patagonia…

Con ello, vemos que tal vez nada nos acerque más a los ignotos humanos del pasado que
las pinturas que hicieron en las cuevas. Y se convierten en mensaje casi directo tanto un
estupendo bisonte policromado, sino incluso la simple silueta de la mano de alguien que
la contorneó soplando un tinte con una caña (que si se ve en otras latitudes). El norte de
España es rico en esos vestigios. ¿Quién hizo las pinturas rupestres? ¿Y cuándo? A esta
pregunta hay ahora una respuesta más clara: algunas tienen más de 40.000 años. Esto es,
unos 5.000 años más antiguas de lo que indicaban las dataciones anteriores y, abre una
inquietante incógnita sobre sus autores. Pues entonces aun estaban los Neandertales. De
modo que no son exclusivamente del Homo sapiens, como se sostenía.

Siempre se ha considerado que fue nuestra especie la autora de esas obras de arte
primitivas, porque cuando fueron pintadas muchas de ellas ya habían desaparecido los
neandertales (hace casi 30.000 años), aunque no haya razón para negarle a estos capacidad
de pintar, y sostener que carecían de la cultura simbólica necesaria para hacerlo. Ahora
resulta que algunas de las pinturas son más antiguas de lo que se creía y claramente
contemporáneas de los neandertales, por lo que cabe especular que pueden ser obra suya.
Pero es sólo una idea, advierten los expertos, porque no se conocen pinturas rupestres de
aquella especie. Y hace 40.000 años ya estaba también el hombre moderno en Europa. De
cualquier modo, esas obras de arte primitivo de Cantabria y de Asturias son las más antiguas
del mundo con una edad bien determinada.

Este descubrimiento viene con las nuevas dataciones de unas 50 pinturas en 11 cuevas. En
la de El Castillo, un disco tiene 40.800 años o más, y algunas siluetas de manos, 37.300. En
Altamira, un símbolo rojo claviforme tiene, al menos, 36.500 años. ¡Nada menos!

“Las pruebas de la presencia de humanos modernos en el norte de España se remontan a
41.500 años y antes de ellos estaban allí los neandertales”, explica Alistair Pike, líder del equipo y autor de este trabajo que se presenta en la revista Science. Afirma que “Nuestros
resultados indican que, o los humanos modernos llegaron a Europa con la pintura ya
incorporada a su actividad cultural o esta se desarrolló inmediatamente después de su
llegada, o tal vez se trata de arte neandertal”. Esta es la cuestión quizás los neandertales
ya empezaron, aunque las ultimas investigaciones en la costa más sureña de África del Sur
indican presencia del homo sapiens hace mucho más de 60 mil años, con lo cual ya salieron
de allí conociendo el fuego, la talla de piedras, el uso tintes y muchas cosas más.

Las dataciones de las pinturas rupestres y los grabados prehistóricos han sido muy inciertas
desde hace años. El problema es que, a menudo, los pigmentos utilizados son minerales,
no de origen orgánico, por lo que no son eficaces las técnicas de radiocarbono. Y en los que
son de carbón, solo se pueden extraer cantidades minúsculas para no dañar las obras, lo que
dificulta la datación, porque cualquier contaminación se magnifica.

Pike (Universidad de Bristol, Reino Unido) y sus colegas, casi todos ellos de España y
de Portugal, han utilizado una técnica denominada de uranio/torio con la que no analizan
directamente los pigmentos sino las capas mineralizadas (calcitas) que, con el tiempo, se
forman sobre las pinturas. Las obras de arte rupestre que están debajo no pueden ser más
modernas. Es una técnica mínimamente invasiva, comentan, porque ahora se puede aplicar
a muestras de pocas decenas de miligramos.

En este nuevo trabajo de datación de las pinturas rupestres participan, además de Pike
y Zilhao, investigadores de varias instituciones españolas: Marcos García-Diéz, de la
Universidad del país Vasco; J. Alcolea y R. De Balbín, de la Universidad de Alcalá de
Henares; C. González-Sainz, de la Universidad de Cantabria; Carmen de las Heras, José
Antonio Lasheras y R. Montes, del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira;
D.L. Hoffmann, de la Universidad de Bristol y del Centro Nacional de Investigación sobre la
Evolución Humana, y B.P. Pettitt, de la Universidad de Sheffield, en el Reino Unido.

Entonces el símbolo claviforme rojizo del Techo de los Polícromos de la cueva de Altamira
tiene, por lo menos, 36.500 años. O sea arte rupestre empezó allí 10.000 años antes de lo
que pensaba. Lo han datado ahora los científicos con el nuevo método. Las espectaculares
figuras de bisontes son de hace unos 18.000 años. Esto significa que el lugar fue visitado y
pintado por los hombres prehistóricos repetidas veces a lo largo de un período de casi 20.000
años, concluyen los investigadores. Como prueba, otra pintura de la famosa cueva también
datada de nuevo, es de hace 22.000 años. Esta noción confirmada, que durante tantos miles
de años vivió gente aquí es increíble.

“Altamira tiene numerosas pinturas, incluidas manos humanas y animales. La cronología
de este arte se ha debatido desde su descubrimiento [en 1868]”, escriben Alistair Pike y
sus colegas. Ellos recuerdan en su artículo de Science que los expertos coincidían ya en
distinguir varias fases superpuestas en las 10 principales zonas decoradas de la cueva, pero
no coincidían acerca de cuánto tiempo habría durado la repetida presencia y utilización —al
menos artística— de los humanos en Altamira.

También en El Castillo se empezaron a fondo los grafiteros prehistóricos. En esa cueva hay
más de un centenar de imágenes en múltiples cámaras. Los científicos ahora han datado un
disco rojizo hecho con salpicaduras en el llamado Panel de las Manos y tiene más de 40.800
años. Las siluetas de las manos —hechas con la misma técnica de soplar un pigmento
alrededor de un objeto pegado a la pared—, tienen 37.300 años.