Van cambiando las normas del juego democrático cada día, antes disolvieron en Parlamento,
ahora retrasan los resultados. Quizás por saber que su candidato, un general del gobierno de
Mubarak, no ganará, aunque también se proclame ganador. Además, el empeoramiento de la
salud del detenido ex dictador ha disparado todo tipo de rumores, desde una falsedad completa
a una exageración rotunda, para seguir mandando los militares; que tienen más poder que en
tiempos de Mubarak.

Así, la cita obligada es Tahrir, con esas mareas humanas que quieren ser atendidas.

Los miles de manifestantes que toman de nuevo a plaza Tahrir de el Cairo protestan contra el
aumento de poder de la junta militar, mientras la incertidumbre no cesa en la población egipcia,
que siguen sin conocer los resultados de las presidenciales. Porque, además del retraso, los
dos partidos se proclaman vencedores. Los resultados aún deben ser anunciados mientras
abundan las acusaciones mutuas de fraude.

Por otra parte los islamistas de Egipto descartan una guerra civil como la de Argelia y el ex presidente

del disuelto Parlamento, Sr. Saad Katatni, afirma que darán la batalla en las instituciones

Como los generales de Egipto han implantado sus propias normas políticas, que podría
mantenerles en el poder durante años, según advirtió este miércoles uno de sus máximos
opositores islamistas, Saad Katatni, los Hermanos Musulmanes se anticipan a declarar que no
los combatirán a la argelina, donde la confrontación derivó en una sangrienta guerra civil.

Katatni, presidente del fugaz Parlamento democrático disuelto por la junta militar gobernante la
semana pasada, ha declarado a Reuters que los que se oponen a que los militares gobiernen
Egipto carecen de armas, solo disponen de instrumentos «legales y populares».

Y continua afirmando «El pueblo egipcio es distinto y no está armado». Katatni, un microbiólogo
de 61 años, se expresa así en su primera entrevista desde que el Legislativo dominado por los
islamistas fuera disuelto después de que un tribunal fallara que los procedimientos para elegirlo
fueron inconstitucionales. Muchos no saldrán del desconcierto total de semejantes medidas, donde

además, ni hablan de convocar a nuevas elecciones legislativas, como correspondería.

Agrega que «Estamos dando una batalla legal a través de las instituciones y una batalla popular
en la calle», remata con: «Ese es el límite. Veo que la lucha continuará por esas vías». El líder
islamista reclamó al Ejército que reconozca la democracia aunque también ofreció palabras
conciliadoras: «Todo el mundo debe someterse a la voluntad popular», insiste Katatni, quien
fuera elegido por sus compañeros diputados para presidir el primer Parlamento libremente
elegido en décadas. Sostiene entonces que los generales, preocupados ante la perspectiva del
cambio, quieren asegurarse que las fuerzas armadas no resulten gravemente dañadas en un
Estado dirigido por civiles.

Por otra parte, los últimos giros en la desordenada transición egipcia, desde la caída de
Mubarak, hunde al país en otra etapa de mayor inestabilidad política si se quiere, justo cuando
los egipcios aguardan los resultados de la elección de un nuevo presidente, que marcaría el
inicio de una nueva era. En cambio, los generales y la Hermandad parecen estar en extremos opuestos de una lucha de poder en términos aún más dramáticos. De todos modos, las
probabilidades de que estalle la violencia parecen, por ahora, remotas. Aunque la presión
aumenta. Ante lo cual, los militares enfatizan que no toleraran violencia en las calles…

Los islamistas veteranos sostienen desde hace tiempo que la propia experiencia de Egipto con
la militancia en los años ochenta y los noventa -violencia encabezada por grupos salafistas de
línea dura, no por la Hermandad- han socavado la idea de que se pueda lograr mucho mediante
la violencia.

Recuérdese que fue hace décadas cuando los hermanos Musulmanes dejaron la violencia para

conseguir sus objetivos, aunque escisiones del movimiento creado en Egipto en 1928 aún
realizan ataques violentos, especialmente los palestinos de Hamás contra Israel y la hermandad
en Siria es parte de la oposición local que ha tomado las armas en el último año.

El decreto aprobado el domingo que restauró el poder Legislativo al ejército, implantó además
nuevas normas para la redacción de una nueva Constitución restringiendo los poderes de la
presidencia.

«Indica el deseo de la junta militar de continuar en el poder y no cederlo. Indirectamente, no lo
transferirán el 30 de junio, y seguirán [en el poder] y esta vez indefinidamente», según Katatni,
en referencia a la fecha que los generales se habían dado de plazo para dejar el poder en
manos civiles.

Katatni asegura que no le cabe duda de que Morsi, candidato islamista, ha ganado las
presidenciales celebradas el sábado y el domingo, venciendo al excomandante de la fuerza
aérea Ahmed Shafiq, último primer ministro de Mubarak.

Pese a los problemas a los que se enfrenta Egipto, Katatni se muestra optimista sobre su
futuro. Reiteró la gratitud a menudo expresada por los líderes de la Hermandad por el papel
desempeñado por los militares desde el derrocamiento de Mubarak en febrero de 2011.

“No queremos que tengan que llevar más de lo que son capaces: llevar la responsabilidad
de los poderes ejecutivos y legislativos. Desempeñaron un gran papel en la protección de la
revolución y gestionando el periodo de transición”, dijo Katatni.

Pero añadió: “Volved a los cuarteles, a vuestra misión primaria. Hay instituciones elegidas que
dirigirán el Estado”.

Mientras, el pueblo espera decisiones a su favor en la conglomerada plaza Tahrir.