Desde los primeros días de la semana, delegaciones de todos los continentes comenzaron a llegar a Río. Unas, las delegaciones oficiales responsables de la negociación del documento que tendrán que firmar los presidentes al término de la Cumbre Oficial y que de modo no casual pero sin duda pretencioso se llama “El Futuro que queremos”, lema de la propia Cumbre Oficial. Otras, las delegaciones de organizaciones sociales de muy diverso tipo, buscando incidir en los contenidos del documento en negociación por una parte y por otra, organizando sus actividades, muestras y carpas en la Cupula dos Povos.

Una, la Cupula dos Povos, se lleva adelante en un espacio amplio, con carpas, mesas y sillas de plástico, dificultades organizativas y mucha presencia policial y militar. Dos mil jóvenes acampan en la Universidad Federal de Río y una cifra no confirmada de representantes de pueblos indígenas, acampa en una zona muy alejada de la Cupula, allí dialogan, debaten, hacen asambleas y levantan propuestas para el documento final de esta cumbre.

La otra, la Cumbre oficial, se lleva adelante en un espacio amplio, con pabellones, sonido, traducción simultánea, espacio de comidas y, por si fuera poco, al frente de la zona oficial de la Cumbre, un amplio espacio adicional, para eventos y reuniones paralelas. El desplazamiento de un lugar a otro, toma alrededor de dos horas o de ciento cincuenta reales en taxi, si el tráfico ayuda.

Esas distancias evidentes, incluida la geográficas ponen en evidencia, sin duda, las distancias más profundas, las disputas de sentido, las búsquedas y posiciones distintas. Ponen en evidencia que no hay un único futuro que queremos.

Curiosa, pero no casualmente, sino tal vez como un signo de avance posible, las delegaciones oficiales no han conseguido hasta el día de hoy ponerse de acuerdo más que en un 30% de los contenidos del documento oficial. El concepto central de todo el documento, la llamada “economía verde” no tiene consenso.

En ese escenario, organizaciones de la sociedad civil han desarrollado durante los tres días de negociación y en el mismo lugar de la Cumbre Oficial, solo que en una carpa, sesiones de trabajo por grupos temáticos, para acordar posiciones en torno al documento e intentar, a través de delegaciones oficiales especialmente de los países del llamado Grupo de los 77 (al interior del cual también hay contradicciones), llevar sus posturas a las mesas de negociación. Durante los días sábado, domingo y lunes, estas organizaciones llevan adelante los denominados “Diálogos de la Sociedad Civil”.

Por otra parte, en la zona de la Cupula dos Povos, pero en espacios cerrados, con aire acondicionado y adecuados para la ocasión denominados “Globos”, se mueven los ministros relacionados directamente con la temática central en debate, o las empresas públicas brasileñas hacen conferencias, entregan materiales y posiciones oficiales buscando, o al menos eso es lo que parece, parecerse… aunque suene redundante. A partir del domingo 17 se inician las pre-asambleas en la Cupula y la construcción de la Declaración Final.

El día 20 será la movilización de las organizaciones de la Cupula. El mismo día que inicia la Cumbre Oficial, formalmente. El día 22, si hay acuerdo, los presidentes firmarán el documento Zero. Ese mismos día, las organizaciones sociales harán pública la Declaración. Mientras tanto, el número de participantes crece y las tensiones también.