Nosotr@s, las personas en paro, os acusamos
de la pobreza que golpea a 115 millones de personas en Europa, del desempleo galopante que amenaza superar la cifra de 6 millones en el estado español y alcanza los 25 millones en Europa; de los recortes en derechos sociales, laborales y ciudadanos que ponen en riesgo la salud y la vida de la mayoría; del deterioro de la educación y de las políticas que alejan el acceso de los hijos e hijas del pueblo a la Universidad; del secuestro de la soberanía de la ciudadanía para decidir sobre los asuntos económicos y sociales esenciales; de laminar los derechos de autogobierno, degradar la democracia, y amenazar las libertades civiles bajo la sombra creciente de un Estado autoritario; de imponer a vuestros compinches tecnócratas, curtidos en las cloacas de la especulación financiera, en el gobierno de las naciones.

Os comportáis como pequeños dioses en virtud de vuestra pretendida independencia, decidiendo día tras día el presente y porvenir del 99% de la ciudadanía. Hoy abrís el grifo del crédito y mañana lo cerráis para presionar a los gobiernos y obligarles a aplicar las políticas de ajuste y recorte del gasto social. Pero en realidad sois los servidores de los Bancos y especuladores que os han promovido al cargo, y a los que garantizáis la devolución de los créditos.

Os creéis sabios, pero en realidad sois necios que no aprenden las lecciones de la historia económica, drogados por la ideología neoliberal. Tan ciegos estáis que vuestra sumisión a la “estabilidad de precios” y vuestro desprecio al pleno empleo conducen a Europa a la depresión y el colapso.

Estos días os reunís en Barcelona, una ciudad cuyos habitantes os consideran “personas no gratas”, por eso estaréis rodeados de un servicio policial colosal organizado por vuestros serviles gobiernos de España y Catalunya.

Nada de eso os librará del juicio por vuestros actos odiosos. El pueblo, como en otras ocasiones, hará caer a los dioses, y tarde o temprano tendréis vuestro Nuremberg.

Escuchad la voz del pueblo que sufre, cambiad radicalmente vuestras políticas, acabad con vuestra paranoia contra el gasto social y por la reducción del déficit, y poned la riqueza de las élites al servicio de los derechos sociales y del pleno de empleo. Si no os atrevéis, al menos, tener la dignidad de dimitir y disolveos.