Fueron unos 1.400 policías los que allanaron el miércoles por la madrugada el campamento del
movimiento Ocupemos Los Ángeles, desalojaron a los activistas y detuvieron a más de 200 que
se negaron a marcharse. Una acción semejante en Filadelfia concluyó con 52 detenidos, o sea
un total de 250 detenidos. Aunque, es de destacar, en ambas ciudades las operaciones fueron
relativamente pacíficas.

Las fuerzas policiales de Los Ángeles y Filadelfia se valieron de la oscuridad nocturna para retirar
ambos campamentos de los manifestantes de Ocupemos Wall Street, que fueron de los sitios de
la protesta de mayor duración desde que medidas de fuerza pusieron fin a ocupaciones similares
en todo los Estados Unidos.
El jefe de la Policía de Los Ángeles, Charlie Beck, elogió tanto a sus agentes como a los
manifestantes por su moderación y por la forma pacífica en que se realizó el desalojo del
campamento, que llevaba instalado desde hace dos meses.
Justo después de la medianoche centenares de policías bajaron por las escaleras del edificio del
Ayuntamiento y comenzaron a desmantelar el campamento, dos días después de que venciera el
plazo para que los manifestantes evacuaran el parque, ante la evidencia que no se retiraban por si
mismos.
Los agentes con cascos y blandiendo porras y fusiles que disparan balas de goma allanaron
el campamento desde todas direcciones y, con precisión militar, desmantelaron las carpas y
detuvieron a quienes desobedecían las órdenes de retirarse.
Beck dijo que no se hallaron drogas ni armas en el allanamiento. Todo un detalle.
La redada en Los Ángeles se produjo después que en Filadelfia marcharon por las calles los
manifestantes del movimiento que ya habían sido desalojados de su campamento.
Aquí fueron más de 40 los manifestantes fueron detenidos por negarse a despejar una calle varias
manzanas al noreste del ayuntamiento, dijo el jefe de la Policía de Filadelfia, Charles Ramsey.
Esposados, fueron cargados en autobuses por los agentes. Otras seis personas fueron detenidas
antes después de que se quedaron en una calle que los policías trataron de despejar. El alcalde
de Filadelfia, Michael Nutter, explicó que el desalojo había sido planeado desde hace varias
semanas.

En Los Ángeles, el alcalde, Antonio Villaraigosa, alegó motivos de seguridad y salud pública al
anunciar la semana pasada el desalojo del parque, mientras que en Filadelfia los agentes dijeron
que los manifestantes debían marcharse para permitir unas obras de renovación con un precio de
50 millones de dólares. Tales han sido las excusas del desalojo abrupto.
Al amanecer en Los Ángeles, en el sitio del campamento sólo quedaba basura, tiendas de
campaña desarmadas y el hedor de evacuaciones.
Instalaron una cerca de alambre y barricadas de hormigón alrededor de lo que alguna vez fueron
unos jardines exuberantes que ahora mostraban zonas sin plantas y toneladas de escombros,
incluyendo ropa, carpas, zapatos de cama, basura y desechos humanos. Debajo de un árbol
quedó una guitarra, un megáfono, varios CD y un pañuelo negro.

«No ha muerto»
Posteriormente, líderes religiosos, sindicales y del movimiento de los “indignados” en Los Ángeles
regresaron a la “zona cero”, el desmantelado campamento en los jardines de la Alcaldía, para
lanzar un mensaje al gobierno de esta ciudad: el movimiento no ha muerto.
“Se cierra este capítulo y se abre otro; seguiremos adelante en un movimiento social contra las
injusticias en este país”, expresó Mario Berito, dirigente de Ocupa LA.

Claves del suceso.

El dirigente sindicalista David Huerta aseguró que, lejos de extinguirse, la lucha se expandirá al
resto de la ciudad.
Líderes religiosos dijeron que no se debe aplaudir el desalojo “pacífico” de la Policía de Los
Ángeles, sino pedir a las autoridades que actúen para resolver efectivamente los problemas de los
más afectados por la crisis financiera.
No parece que las autoridades de la mayor potencia mundial estén dispuestas a que quede
expuesta a la vista de todo el mundo sus problemas sociales, y excusas, argucias, legalismos,
sirven para los desalojos forzosos, pero de soluciones a los problemas, ni un gesto, ni una
palabra, aún.