En el país han sido asesinados doce profesionales de los medios de comunicación en 18 meses, sin que ninguno de estos crímenes haya sido dilucidado.

“Director de una radiodifusora comercial, pero abierta a los movimientos sociales, miembro de la Red alternativa de Radios Comunitarias, militante del Frente Amplio de Resistencia Popular (FARP), Nery Jeremías Orellana tenía el perfil del periodista expuesto al peligro. Aunque aún no se determina el móvil de este crimen, la pista profesional y política debe privilegiarse en la investigación que deberá emprenderse rápidamente. ¿Cuándo se hará justicia? La reciente reintegración de Honduras a la Organización de Estados Americanos (OEA) (http://es.rsf.org/honduras-preocupacion-por-el-futuro-de-las-07-06-2011,40410.html) no resuelve en nada la situación generada por el golpe de Estado del 28 de junio de 2009 ni los retos que representa: la restauración del Estado de Derecho y la instauración de un pluralismo real. La comunidad internacional no debe olvidar esta exigencias”, declaró Reporteros sin Fronteras.

Según el Comité por la Libre Expresión (C-Libre), el 14 de julio Nery Jeremías Orellana confirmó vía telefónica a Radio Progreso (http://es.rsf.org/honduras-radio-progreso-victima-del-golpe-23-11-2009,35065.html) –medio del que también era corresponsal–, que participaría en una reunión de radios comunitarias que se preveía realizar en la región el 15 de julio. Su llamada telefónica, efectuada en la mañana, habría tenido lugar unos minutos antes de su asesinato a tiros, cuando viajaba en su motocicleta. El joven fue trasladado al hospital de Sensutepeque, en el vecino país de El Salvador; falleció a inicios de la tarde debido a los balazos que recibió en la cabeza.

Radio Joconguera denunciaba constantemente las violaciones de los derechos humanos cometidas contra las comunidades locales. La suerte que han corrido otras estaciones como Radio Faluma Bimetu o La Voz de Zacate Grande (http://es.rsf.org/honduras-radios-comunitarias-voces-de-la-28-06-2011,40536.html) recuerda el peligro que implica hablar de los conflictos sociales y agrarios en algunas zonas y en ciertas frecuencias.