Yorgos Papandreu, el primer ministro griego, nacido en los Estados Unidos, ha conformado la mayoría para que los planes de “rescate” y austeridad extrema se impongan al pueblo griego. Los parlamentarios helenos han votado por mayoría aceptar los 17.000 millones que le propone el Banco Europeo y que son parte de una serie de planes de ajuste que redondearán un préstamo total de hasta 100.000 millones de euros si siguen al pie de la letra los dictados de la Unión Europea.

Se calcula que estas nuevas deudas, que se suman a las actuales de un 160 % de su PIB, llevarán al endeudamiento de varias generaciones y alcanzarán el 300 % de su PIB. Eso quiere decir que el pueblo griego deberá afrontar una deuda que es tres veces superior a lo que produce el país heleno en un año.

El pueblo se ha movilizado para mostrar su descontento a estas series de recortes propuestas. 138 de los parlamentarios los han oído, pero no ha sido suficiente, lo cual ha desatado la rabia en el centro de la capital griega. En medio de un paro general de 48 horas, algunos cientos de manifestantes se han enfrentado a la policía antidisturbios, lo que ha dejado centenares de heridos y decenas de detenidos.

Es bueno recordar que las políticas represivas griegas se repiten en los últimos años. Desde los levantamientos juveniles ante los asesinatos impunes cometidos por la policía, que provocaron fuertes altercados en Atenas y Salónica, sobre todo. Pasando por tensas y largas manifestaciones protagonizadas por los sindicatos exigiendo el no pago de la deuda externa, que no se alargase la edad jubilatoria o que no se aumentasen los impuestos. Todas medidas impopulares y que han generado un malestar cada vez mayor.

En contrapartida de esa impotencia canalizada en los destrozos y agresiones a políticos y policías, varios miles de atenienses se sumaron a la propuesta española del Movimiento de los Indignados, queriendo resolver esta conflictividad con el gobierno a través de la no-violencia, la denuncia persistente y la organización social. Tanto el 29 de mayo, como el 19 de junio han sido fechas claves para este movimiento en todos los sitios donde se ha difundido, pero sobre todo en Atenas, llegando a congregar 25 mil personas.

No debemos confundir la indignación generalizada y la bronca contenida con este estallido de impotente violencia, que no hace sino reforzar aún más las políticas represivas del Estado.
Los gases lacrimógenos lanzados por la policía han provocado fuertes intoxicaciones y mucho sofoco en medio de la devastación. No hay que olvidar las amenazas del Presidente de la Unión Europea cuando les dijo a los griegos que “o aceptaban los planes de ajuste por las buenas o los aceptarían por las malas”.

Los planes de ajuste incluyen la reducción en un 25 % de los empleados públicos, una fuerte subida de los impuestos, reducción de la inversión en Sanidad, Educación y también Seguridad, se eliminan numerosas subvesiones y el gran reparto de las privatizaciones. Que incluyen los puertos, compañías de aguas, aeropuertos, bancos, explotación de minas, bienes muebles e inmuebles, refinerías, empresas eléctricas y el sistema de apuestas y loterías del Estado. La valoración de estos ajustes es de más de 70.000 millones. Lo que no explica este plan, es cómo serán reemplazados todos los ingresos generados por estas empresas.

La gente responde rabiosa a este discurso abrasivo que beneficia a los grandes bancos europeos que se aseguran durante 30 años, cuantiosos reembolsos y la Unión Europea, además, prevé continuar vendiendo armas al gobierno griego, uno de sus mejores clientes. Esa es la paradoja enervante para los griegos: los europeos les prestan dinero para que les compren armas y encima les pagan los intereses.

Muchos vaticinan que el país explotará como lo hizo la Argentina en 2001. Lo peligroso del asunto es que la suerte griega afectará también al resto de países en situación de inminente peligro (Irlanda, España, Italia y Portugal). Si se arrastrase a estos otros países en la caída, la Unión Europea podría deshacerse y el Euro, como moneda de cambio podría ser reemplazada en estos países, trastocando las economías internacionales. Mal de muchos, consuelo de tontos.