Un ejemplo del desenfoque mencionado es la importancia que muchos medios le han dado a las *“redes sociales”* como mecanismo que segùn ellos parece haber sido el detonante de todo el fenómeno. El mismo gobierno saliente intentó responder a las movilizaciones con mensajes favorables al gobierno enviados desde empresas telefónicas. Es cierto que el fenómeno de Egipto, luego de los acontecimientos de Túnez, se encuadra perfectamente en la idea de *“efecto demostración”* y, en este sentido, los medios de comunicación jugaron un rol importante, pero las raíces de estos fenómenos están en una nueva sensibilidad sicosocial que está naciendo en el mundo y que se muestra de modo muy lógico en una de las sociedades mas activas de este momento. En síntesis no cualquier fenómeno que se difunde por esas redes enciende esos motores, y es eso lo que parece ser digno de ser analizado.

Mas allá de los pequeños hechos de violencia que se han producido (probablemente de todos modos han descendido en estas semanas respecto de los hechos habituales de crónica roja en ese país, solo que nadie va ir a mirar ese detalle justamente ahora…) se trata básicamente de una posición mental de una parte importante de la población que, frente a lo *“viejo”*, intenta de un modo desordenado y sin tanta lucidez buscar una transformación.

Las interpretaciones de Occidente que insisten en separar los hechos del amenazante fenómeno musulmán, no son desacertadas, solo que están elaboradas desde una mirada política-económica que intenta evitar más corridas en los ya débiles y golpeados mercados económicos occidentales.

La incidencia del fenómeno musulmán no puede ser dejada de lado ya que es parte integral de la cultura local, pero estas expresiones se están manifestando en la mayoría de la gente desde regiones de inspiración de esa cultura y no desde el tradicional o temible fundamentalismo. Este parece ser un indicador muy importante.

El fenómeno no parece ser básicamente de carácter político, si bien afectará la estructura de poder en este campo o es probable que sirva a algunas minorías, que sì especulan en ello. Parece más bien estar relacionado con un crecimiento de la esperanza en esas sociedades oprimidas acerca de que *“otro mundo es posible”*.

Y bien sabemos que la imagen de que algo es posible es lo que hace que ese algo justamente se realice. Esto se observa en el tipo de expresiones, sentimientos y acciones de los manifestantes que no tienen una *“bandera”* política particular, ni tampoco se trata de la expresión de una generación o de sectores particulares.

Uno de los indicadores más interesantes a remarcar ha sido la posición de las mujeres y de las fuerzas armadas en todos estos acontecimientos desarrollados en Egipto.

Parece que la inspiración se ha hecho presente en una parte importante de ese pueblo, y mas allá de cómo finalicen estas manifestaciones o del grado de transformación o avance que logren (en un proceso de mundializaciòn creciente, los cambios no dependen de un solo punto y están muy relacionados con las concomitancias que se presenten en otros puntos) son un inspirador ejemplo para otros pueblos, que han seguido los acontecimientos casi como si ellos fueran también egipcios…