Un miedo que ha desaparecido, un miedo que ha sido reemplazado por el amor. El amor a su país, a sus vecinos, a su cultura, a sus religiones y a su futuro. Un futuro que este gobierno se niega a ceder. Es ese proyecto de futuro el que anima a los egipcios a dejar sus casas y unirse en un grito de reclamo por la libertad, la libertad de elegir su gobierno, la libertad de pensar, de expresarse.

La gente pide poder comer, el derecho a comer que este gobierno les niega sumiéndolos en una pobreza innoble. La gente denuncia que todo el sistema está podrido, que el Parlamento es ilegal, que no quieren esta policía del hampa y tampoco quieren un ejército que la sustituya para seguir defendiendo los mismos intereses. El pueblo egipcio exige que el ejército se ponga de su lado y defienda el sentir de la mayoría.

Esta lucha no violenta, aunque los medios se empeñen en mostrarnos la cara salvaje de estas manifestaciones, es una nueva emancipación, es una lucha libertadora. El colonialismo que fue vencido en los años ’50 fue reemplazado por este gobierno completamente servil con los Estados Unidos. No se puede gobernar un país de 85 millones de habitantes sirviendo a intereses foráneos sin que eso, tarde o temprano, estalle. Pero este estallido es un golpe de consciencia, es un enamoramiento que ha permitido ir del brazo a musulmanes y cristianos, jóvenes y viejos, trabajadores y estudiantes. Ya nada volverá a ser como antes.

**Couronnes**

En Paris, en el distrito 20, a la salida del metro Couronnes se citaron egipcios, descendientes y simpatizantes de este movimiento de reivindicación de los pueblos. Además de las banderas de Egipto, encontrábamos algunas de Túnez y hasta de Argelia, mostrando que los une un mismo sentimiento de fastidio con la opresión extenuante a la que son sometidas las poblaciones de estos países. Pero la chispa de la revuelta ha prendido.

Mañana es un día clave para el desenlace de este pulso entre la gente y el gobierno de Mubarak. Se ha convocado a una huelga general y se incita a llegar al millón de manifestantes, para que la señal sea más clara que nunca, más fuerte que jamás y su legado dure por siempre.

*»Resulta interesante que no parece haber animosidad hacia los extranjeros. Muchos periodistas han sido protegidos por las multitudes y –pese al deplorable apoyo de Washington a los dictadores de Medio Oriente– ni una sola bandera estadunidense ha sido quemada. Eso muestra lo que es nuevo. Tal vez un pueblo ha crecido… sólo para descubrir que sus envejecidos gobernantes son todos niños»*. **Robert Fisk 29/01/2011 – The Independent**