La situación actual del conflicto de Argentina con el Reino Unido por las islas Malvinas, que ellos llaman Falklands desde que las invadieron en 1833, tiene una historia de hechos y reclamaciones que han tenido distinto tono y llegaron hasta el enfrentamiento armado en 1982 sin una solución definitiva.

Hoy el tema de fondo -la soberanía de las islas- sigue sin resolverse. Hay un último dictamen de la Organización de Naciones Unidas que, sintetizando, tiene tres pilares: la continuidad de la negociación diplomática; el reconocimiento de sólo dos partes habilitadas -los dos Estados y no tres por la inclusión de los isleños como pretendía GB- y la exigencia a las partes de no realizar acciones unilaterales hasta que no se resuelva el tema de fondo.

Lo que ha sucedido en estos días tiene que ver con una decisión del gobierno del Reino Unido autorizando unilateralmente a empresas a explotar los recursos naturales. A eso apunta la exploración offshore de la plataforma submarina.

La respuesta argentina ha sido un decreto de la presidencia que exige a “todo barco que se dirija hacia o desde las islas a puertos nacionales, o atraviesen Mar Argentino con destino a las mismas, un permiso previo del gobierno nacional”. Es una decisión política de tipo comercial que afecta los intereses económicos de las empresas que realizarán la exploración.

A su vez, la cancillería argentina llevará el caso a las Naciones Unidas el miércoles próximo en Nueva York para dejar clara la posición argentina “frente a los actos unilaterales del Reino Unido con respecto a las Islas Malvinas”, Así, Jorge Taiana pedirá al secretario general de ese organismo, Ban-Ki Moon, su intervención para que se cumpla con las resoluciones de la organización internacional en el sentido de no innovar.

Las acciones diplomáticas siguen con la presentación del tema en la reunión de cancilleres del grupo Río, en México el fin de semana, procurando el apoyo regional para con Argentina. La Presidenta participará en la cumbre del Grupo la semana próxima.

El gobierno argentino ha actuado con rapidez “en defensa de los intereses y derechos” nacionales, y ha dado en el clavo al sumar un enfoque económico al diplomático. El interés por el petróleo de las islas tiene que ver con el precio en alza de ese producto que hoy está en torno a los 77 dólares el barril pero se calcula que estará alrededor de 100 a fin de año. Con estos valores en principio se justifica el gasto de exploración offshore que es el método más costoso pero, al no poder usar los puertos argentinos subirán los costos y eso puede desalentar una actividad que, al fin y al cabo, busca rédito económico. No hay que descartar, asimismo, sanciones comerciales. De hecho el Financial Times de ayer miércoles informa que las acciones de la empresa Desire Petroleum, cabeza del grupo de empresas implicadas, han bajado en la bolsa de Londres ante el aumento de la tasa de riesgos.

Los británicos, en particular los conservadores -colonialistas de tradición- respaldan estas decisiones, mientras que el primer ministro y los laboristas se resisten a aumentar la intensidad del conflicto con Argentina. Gordon Brown piensa en las elecciones de mayo -dentro de dos meses- y no quiere olas. Sobre todo, no quiere distraer fuerzas militares porque ya tienen bastante gasto e impopularidad con las tropas británicas en Afganistán. Sin embargo, no hay que descartar que se produzcan nuevas provocaciones de parte del Reino Unido que suscribe la política de hechos consumados mientras la Argentina replica defendiendo derechos. Pero sabemos qué la fuerza pesa más en el terreno internacional -escenario de máxima violencia- y lo prueba el reiterado incumplimiento de las resoluciones de las Naciones Unidas, por parte de las potencias militares.

2010 puede ser el año más tenso en las relaciones argentino-británicas desde el conflicto armado y el gobierno debe mostrar el temple necesario para encuadrar sus acciones en el terreno de la no violencia.