Desde que la sorpresa invadió al mundo entero cuando el comité Nobel informó que el presidente de los Estados Unidos sería el galardonado de este año se iniciaron intensos debates en distintos ámbitos políticos, sociales y culturales. Algunos a favor, otros en contra, otros ambivalentes, lo cierto es que la comunidad internacional no se esperaba este resultado.

Según publicó el diario noruego ‘Verdens Gang’, tres de los cinco miembros del comité Nobel se opusieron en un primer momento. El “fuerte debate” fue reconocido por el presidente del órgano elector, el ex primer ministro socialdemócrata noruego y ex presidente del Parlamento Thorbjens Jagland, quien definitivamente, con el apoyo de su compañera de partido Sissel Rohhebek, consiguió sacar adelante la candidatura de Barack Obama por haber conseguido “en un corto período de tiempo crear un clima político internacional e inclinarlo hacia el diálogo, la cooperación y el desarme”.

Es cierto, Obama representa la esperanza en medio del caos, y sus planteamientos y ejecutorias políticas hasta ahora han mostrado un cambio de actitud de la potencia mundial hacia la comunidad internacional de oriente, con la que su antecesor, George W. Bush, alimentó y mantuvo las peores relaciones, al punto que atacó e invadió Afganistán e Irak.

De los 91 distinguidos con el premio Nobel de la Paz en la historia, 20 fueron norteamericanos, entre ellos, cuatro presidentes: Roosevelt, Wilson, Carter y Obama; Al Gore, vicepresidente y cinco secretarios de Estado: Eliu Root, Frank Kellogg, Cordell Hull, George Marshall y Henri Kissinger. Se podría asegurar que, excepto Obama, cuya historia está por hacer, ninguno tuvo un perfil pacifista.

Las opiniones encontradas entre los miembros del comité insinúan que el ex primer ministró Jagland utilizó el poder de su liderazgo, más la adhesión de su subalterna en el partido Sissel Marie Rønbeck, para imponerse sobre la mayoría. Falta por dilucidar, con el tiempo, si fue la ingenuidad o acaso la genialidad política, como algunos destacan, para contener el ímpetu belicista no del premiado, sino de la potencia militar que preside, las que llevaron a Jagland a promover a Obama con tanta obstinación, como afirman sus colegas. Lo que si queda claro, es que el viernes 9 de octubre, al mismo tiempo que Barack Obama recibía la notificación desde Oslo de un premio por una paz que no ha hecho, quedaba en entredicho la independencia real de los miembros del Comité Nobel y la democracia interna del mismo. Entonces, la primera crítica que le formulan se refiere a la politización que al parecer imprimió Jagland al comité.
Más alla de todas las críticas, esta periodista lo felicita por la designación como Premio Nobel de la Paz 2009, esperando que la misma contribuya a fortalecer la Paz en su país y el mundo, frente a los conflictos y situaciones donde EE.UU está involucrado y que pueda contribuir a restablecer los lazos de cooperación y solidaridad entre los pueblos.

OPINIONES

«La designación de Obama constituye una ruptura que marca el comienzo de una nueva tendencia», estimó Kristian Berg Harpviken, director del Instituto Noruego de Investigaciones sobre la Paz (PRIO).

«Me parece que han sido buenas las intenciones del presidente Obama, pero me parece que es un poco apresurado. Además, no se han tenido en cuenta los verdaderos esfuerzos de otras numerosas personalidades», señaló Rogelio Polanco, embajador de Cuba en Venezuela.

El escritor noruego Jan Arild Snoen dijo: «Sin Jagland sin duda no habría sido Obama».

«¿Tan pronto? Demasiado pronto. No ha contribuido en cosa alguna hasta ahora. Está en su primera etapa. Acaba de comenzar su actuación», dijo el ex presidente polaco Lech Walesa, laureado con el Nobel de la Paz en 1983.

El Washington Post hizo alusión a la estupefacción general de que el Nobel de la Paz fuese atribuido «a un presidente que no ha terminado su primer año de mandato y no ha obtenido ningún resultado mayor en el plano internacional».