En Pressenza Internacional En la Oreja entrevistamos a Olivier Turquet, aquí el audio y la desgrabación:

 

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Europa sigue siendo lugar de mucho movimiento político con el crecimiento de la derecha xenófoba tanto en términos de su apoyo popular como en el espacio cedido a sus opiniones racistas e intolerantes en los medios de comunicación.

El fin de semana pasado hubo dos actos electorales que vamos a intentar descifrar un poco.  Uno en Austria, donde se repitió la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, el candidato del partido verde ganó por 7.8% por sobre de su contrincante del partido de la ultra-derecha.

Por otro lado, Italia consultó a su población sobre el interés de hacer algunos cambios constitucionales que supuestamente le darían más estabilidad política, en un país que ha tenido 64 gobiernos diferentes en los 72 años después de la segunda guerra mundial.  

Para conversar sobre estos dos temas está con nosotros Olivier Turquet, quien coordina la redacción italiana de Pressenza desde la ciudad de Florencia, la cuna del humanismo histórico.

Olivier es autor, profesor y editor con editorial propio publicando libros de paz, noviolencia y humanismo universalista.

Antes de hablar del fenómeno en Austria, cuéntanos un poco para nuestros oyentes ecuatorianos que quizás no hayan prestado mucha atención a los acontecimientos en Italia, ¿cuáles fueron las propuestas del gobierno que se quisieran aprobar, y las antecedentes a tales propuestas? ¿Y cuál ha sido el resultado?

Antes que nada, yo creo que hay que explicar que la constitución italiana es una constitución relativamente nueva, tiene 70 años más o menos y es una constitución hija del final de la Segunda Guerra Mundial. Contemporánea de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un año de diferencia. Y del mismo clima político, cultural de la época. Es decir, un clima de reconstrucción nacional, de reconstrucción europea, de reconstrucción mundial. Y esto es un factor muy importante. Hay una parte importante de la sociedad italiana que, a pesar del color político, quiere mucho a esta constitución porque la construyeron en conjunto comunistas y demócrata-cristianos y republicanos y liberales.

La historia de cambiar la constitución tiene larga trayectoria, esta fue la tercera vez que intentaron cambiarla y fue la tercera vez que fracasaron. En este caso fue un rotundo no en el plebiscito que se hizo para confirmar el cambio. Por un lado hubo una participación popular muy importante, casi el 70% de votantes, lo que no pasó en otros plebiscitos recientes y el no ganó con casi el 60 % de los votos. Había dos factores, uno que era el tema del cambio, que era muy confuso, mucha mezcla de cosas, pero lo que decía el gobierno, lo que decía Matteo Renzi era este tema de la estabilidad. La gente dijo que la estabilidad no vale la falta de derechos políticos. Y este es el tema más importante.

El frente del no, era un frente muy variado, estaba la derecha, algunos del centro, la extrema izquierda, los humanistas, la Lista Cívica, el movimiento del Beppe Grillo. Prácticamente, Renzi terminó él contra todo el mundo y él empezó personalizando mucho esta reforma. Así que este no, fue también un no a Renzi. Pero, nosotros que como Pressenza informamos mucho sobre los temas específicos, porque nos pareció importante informar a la gente y que pudieran decidir por el sí o por el no. Nosotros destacamos en nuestro comentario que había que diferenciar esta politización del plebiscito, con el hecho de que había que decidir sí o no, al cambio de la constitución. Una constitución muy progresista, una de las pocas del mundo que rechaza la guerra como instrumento de resolución de conflictos. Ese artículo no estaba en discusión, pero estaba como en el contexto, era un contexto de simplificar, eliminar una de las dos cámaras, eran varios temas. Todo en un sentido autoritario, de restricción de la libertad y, además, muchos analistas dicen que era lo que Goldman Sachs había pedido a los gobiernos europeos para seguir con sus inversiones. Así que había una influencia de las empresas internacionales de especulación financiera, muy fuerte para evitar que los pueblos puedan decidir.

¿Podemos decir que este resultado ha sido sorprendente, cómo lo fue el del Brexit, Trump o el no a la paz en Colombia? ¿O ha sido lo que se esperaba?

Este resultado ha sido inesperado. Efectivamente, se presionó mucho por el sí. En realidad, hasta el último discurso de Beppe Grillo, que estaba por el no, decía estar preocupado por la tremenda división del país. Al final la tremenda división del país no estaba, porque el 60% casi, votó no. En estas situaciones, normalmente, no hay una mayoría tan grande. Algunos recordaban el referéndum para confirmar el divorcio que también se ganó de manera clara, 60 a 40. Sorprendió a alguna gente que en mala fe, quería decir de todas formas que ganara el sí.

Ahora ya nadie está sorprendido por ningún resultado. Expandiendo un poco la mirada a toda Europa y al país al norte, Austria, parece que ha habido un crecimiento popular muy grande para la derecha, que es parte de un fenómeno creciente en el viejo continente.  ¿Cómo se lo ve desde Italia?  ¿El fenómeno es real o es efecto de los medios de comunicación?

Seguramente los medios tienen un enfoque que no es tan interesante, porque si uno va a mirar los distintos fenómenos, se da cuenta que hay un denominador común que no es la derecha tradicional. No es que ganen los derechistas, ganan los antisistema. En Italia, ahora los antisistema son el movimiento 5 Estrellas, que es cualquier cosa, hay fascistas dentro del 5 Estrellas, que además declaran que la división entre derecha e izquierda ya está superada. Y nosotros no estamos de acuerdo con esto, nosotros pensamos que la izquierda, con todos los errores, son mejores que los de derecha. Y no hay muchas palabras mejores para definir la derecha que el antihumanismo, no hacen falta más palabras. Pero ellos con ese tema de mezclar un poco todo, de tener una posición antiinmigración, al mismo tiempo tiene posiciones muy ecologistas, es una mezcla rara. Pero, seguramente, ellos mismos no dicen ser un movimiento de derecha. Y toman ahora como un tercio de los votos en Italia. Más que Marine Le Pen, menos que en esta polarización, el candidato de extrema derecha austríaca. Hay que considerar que en Austria estaba con toda la derecha detrás. Los dos partidos históricos que siempre ganaban en Austria, perdieron, los dos y dejaron el espacio a un ecologista raro, a la izquierda, para definirlo así y a este hombre, Hofer, de extrema derecha, a la derecha. Pero, en realidad, antes de todo esto, ya no se habla más, los dos partidos que siempre ganaban, los liberales y los socialdemócratas, perdieron las elecciones. Esto es antisistema. Es decir, los dos elementos, muy distintos entre ellos, el ecologista y el nazi, eran los dos antisistema. Yo diría que en este momento está ganando la confusión, el que grita más fuerte y el antisistema. También, si volvemos al plebiscito, yo diría que una compositiva que a mí no me gusta, pero que reconozco en el no, fue antisistema. En ese momento Renzi representaba el sistema.