A poco más de una semana para la Marcha “Vivas nos queremos: Ni una menos”, en Quito se han abierto espacios y realizado conversatorios preparativos para crear conciencia sobre la gravedad de la violencia de género.

En la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Central del Ecuador, asistimos al Conversatorio “Femicidio: reflexiones académicas y políticas sobre el asesinato de mujeres en el Ecuador”, el cual contó con la presencia de Rosita Ortega, de la Plataforma Justicia para Vanessa; Aideé Peralta, Abogada y Lisset Coba, del Comité de familiares, amigas y amigos de gente en prisión.

El objetivo de estos actos previos a la marcha es, en opinión de Rosita Ortega: “Colectivizar el luto para así poner rostros a las estadísticas”; y la marcha en sí es una forma de tratar de cambiar la postura de la sociedad y el Estado, hacia la violencia contra la mujer.

Rosita Ortega, tiene plena conciencia de sus palabras, ya que debió vivir en primera persona, la pérdida de su prima, víctima de femicidio; razón por la que también lucha para terminar con la revictimización de los familiares y las mujeres, ya que esto “es otra forma de violencia”.

Para Ortega y Aideé Peralta es importante informar a la población sobre el tema de femicidios en el Ecuador; es vital entender que este problema no existe desde el 2014, año en que se aprobó la figura legal, la violencia de género existía desde mucho antes, pero nadie tenía interés en llevar un registro.

Así que Peralta aclara que “los casos de femicidios y feminicidios, no han aumentado, ahora ya se denuncian y registran”, además, las víctimas aún soportan el machismo en los operadores judiciales y la policía, por no contar estos con protocolos en el proceso de las denuncias.

También explica la diferencia entre Femicido y Feminicido; el primero es la muerte violenta de mujeres por razones de género en cualquier relación interpersonal; y el segundo, se refiere al conjunto de crímenes de lesa humanidad contra las mujeres.

Peralta expone 21 casos con sentencia, en el primer año de vigencia del COIP (Código Orgánico Integral Penal) y en 19 de éstos se dictó sentencia por femicidio; en los 21 casos, los agresores, fueron varones; 19 mujeres fueron víctimas de sus parejas formales, una por su padrastro y otra por su novio; en 20 casos, las víctimas eran heterosexuales y una era lesbiana.

También, como sociedad, debemos exigir que las autoridades investiguen los casos desde una perspectiva de género, ya que cambiar la figura de la norma, supone un riesgo al avance alcanzado en el plano judicial.

“La prisión es el último lugar de la exclusión y la injusticia”, son las palabras con las que Lisset Coba abrió su intervención, ya que para ella, este lugar representa la “continuidad de la esclavitud”, cuando lo que necesitamos es que la “justicia tenga la capacidad de recomponernos y así recomponer el tejido social”.

Los métodos utilizados en las cárceles para revisar a las mujeres, suelen ser sumamente humillantes, como el desnudarlas y hacerles recorrer el patio a zancadillas, mientras los guardias las observan, todo esto con el supuesto fin de verificar que no llevan nada escondido en sus vaginas.

Coba está convencida de que “sin abolición de la prisión, no hay abolición del patriarcado”.

Finalmente se enfatizó en la necesidad de crear la justicia desde y para las mujeres, desde los movimientos sociales.