“Todo lo que hacemos es para que los kuyfikeche viajen a la tierra de sus ancestros”. Capítulos 6 y 7

Introducción

Kimvn (sabiduría), Newen (fuerza), Kume dungun (buena palabra), Kume Rakizuam (buen pensamiento) son palabras y frases que se repiten como conceptos; son principios de vida (mapuce) que se repiten en el meli witran mapu (cuatro puntos cardinales de la tierra); en cada trawün (encuentro), en cada Nguillipun (ceremonia), en cada lof (comunidad), en cada mapuce (gente de la tierra) está presente la difusión –de parte de las autoridades filosóficas y espirituales– de estos principios de existencia y diálogo contemplativo; siempre prevalece la contemplación respetuosa dentro de la cosmovisión mapuce. “Un longko debe ser una persona que respete a todo el mundo, debe respetar a todos los che (gente) que habitan la ñuke (tierra); debe ser un kumeche (buena gente)”. “Pero hay que conocer y para conocer hay que transitar el territorio”, me advierten certeros jóvenes mapuce. Y en ese proceso ando. Asumo como propia una práctica cultural ancestral. En cada lugar que visito encuentro la sabiduría de jóvenes y mayores mapuce que abundantes proliferan como lawen (plantas medicinales) sobre las calles esquivas del mundo subalterno. “El conocimiento sana”, define la Machi Pinda. Parafraseo otra de sus frases y reflexiono: “nosotros y nuestro pensamiento somos el remedio”. Por los senderos más despreciables caminan despojados, estigmatizados, irreconocibles mis hermanos y hermanas. Cada encuentro que logramos concretar responde a una forma de construcción filosófica y espiritual, pero también política. Logramos calmar la tristeza del recuerdo; durante unas horas nos fortalecemos, tejemos redes, articulamos fuerzas, bebemos como desde un ojo de agua la sabiduría de nuestro mayores. Luego seguimos el rupu (camino), cada uno hacía su ruka (hogar), su lof (comunidad), su waria (ciudad). “Pukallal peñi, peukallal lanmgen. Que tenga buen camino, que llegue bien a destino. Saludo a la familia”. Y en el viaje pensamos en el próximo encuentro.

 

Kayu. Sobre kimches y mapudungun

Héctor Mariano durante nuestras cortas comunicaciones por las redes sociales me ha hecho certeras advertencias. “La utilización de la letra K es política”, “Imagínese si usted le va a preguntar a una anciana si mapuce se escribe con h o sin h. ¿Qué imagina que le va a contestar?”  Héctor es un kimche mapuce. Reside en Santiago de Chile. Dos de sus “aprendices” –hoy también kimches- estuvieron presentes en el segundo encuentro intercultural de Bariloche. Arturo Ahumada, durante la presentación del colectivo “Kom Kim mapudunguaiñ waria mew”, recuerda las intervenciones que logró profundizar también con el profesor Mariano –tratando de analizar el punto de inflexión que se establece entre los portadores del saber y las personas que comienzan a formarse–:

“Peñi, ¿usted realmente cree que vamos a revitalizar el mapuzungun? Si uno se pone a medir y ver cuántos hablantes mueren cada año, y cuantos neohablantes aparecen cada año la suma es triste.”

El profesor Héctor Mariano con sabiduría mapuce logró analizar la inquietud de su estudiante y replicarle con poética maestría:

“Peñi lo que pasa es que nosotros no estamos todavía cosechando. Todavía no vamos a cosechar. Usted quiere cosechar, usted está apurado. Usted quiere sacar el choclo al tiro y comerse el choclo. ¡No! Nosotros recién estamos preparando la tierra para sembrar la semilla. Vamos a escoger la semilla. Va a ser buena semilla. Vamos a plantar, la vamos a cuidar, va a salir un brote, va a crecer y así en un momento vamos a llegar a la planta.”

Regle. La que sabe es la tierra: cuando nos decidamos hablarle ella nos responderá

El toki Purrán es conocido por su hacha, su valor como weychafe (guerrero) y por su acción durante la embestida de las fuerzas militares de Julio Argentino Roca sobre territorio neuquino. No hace mucho tiempo conocí a dos de sus nietas. Una de ellas Clara Purrán primero nos acompañó a Buenos Aires al Encuentro de los Pueblos. Clara Purrán habló en público durante el encuentro. Habló en español. Pero nadie la escuchó, dado el ruido persistente. Peor aún, ni siquiera entre las distintas organizaciones que estaban presentes en Buenos Aires, se enteraron que la nieta de uno de los mayores guerreros del Pueblo Mapuce estuvo presente cerca de ellos. Luego, algunos meses después Clara Purran participó de un trawün cerca de Laguna Blanca, en Zapala, provincia de Neuquén. Allí ella se sinceró ante todos los presentes: “yo no sé hablar mapudungun”. Pero al finalizar el encuentro durante un Nguillipun Clara Purran volvió a tomar la palabra y se dirigió a todos emotiva: “mi padre me pidió que me vaya a la ciudad. Me prohibió que hablé mapuce. Por eso yo no sé hablar”. Y mientras tomaba una porción de tierra cercana al rewe la nieta de Purrán, como si intentará cerrar un concepto filosófico, expreso “pero es esta tierra la que me va a dar el conocimiento, de acá voy a aprender las palabras”.

La que sabe es la tierra, cuando nos decidamos a hablarle y mostrarle nuestro respeto y contemplación ella nos contestará.

Machi Adriana Pinda durante su exposición en Furilofche. Foto: Gustavo Figueroa.

Machi Adriana Pinda durante su exposición en Furilofche. Foto: Gustavo Figueroa.

Adriana Pinda poeta y machi mapuce de Ngulumapu, como si intentara profundizar este pensamiento advierte durante su exposición –ante un expectante público–:

“Si sana la mapu también sanarán las personas, si la mapu anda mal, las personas van a andar mal”. “El conocimiento sana. No podemos seguir conociendo el mundo como winka, debemos conocer el mundo como mapuce. El kimvn sana”.

La Machi Pinda es madre. Le gusta tomar mate. Cada vez que alguien le ceba uno –el primero–, ella toma dos porciones ínfimas de yerba húmeda y se los entrega a la ñuke. La Machi Pinda debate con su hija constantemente. La joven hija quiere ser abogada. Los ataques, desalojos y las criminalizaciones a logkos y autoridades mapuce en Ngulumapu son constantes. La joven hija tiene sensibilidad social. Durante su presentación la machi le pide perdón porque va a cantar en vivo un tema de Violeta Parra: “perdóname pichimalen”. La Machi Pinda advierte que la poesía no está desligada del don de Machi.

Las palabras de la Machi Pinda son un documento, un registro histórico, un mensaje poético y filosófico que nos permite finalmente movilizarnos con convicción y entereza, en cada uno de los pasos que damos dentro del largo y extenso camino que significa desandar y deconstruir la historia oficial –que niega y oculta el genocidio perpetrado sobre nuestro pueblo mapuce– y resignificar los símbolos, nombres y fechas que construyen la cultura Argentina-occidental. Quedémonos entonces con el conocimiento que sana:

“Esta tierra está muy enferma porque muchos püllü están aquí sin descanso (…) todo ese kutram y esa pena está concentrada en esta tierra; la pena de una cabeza que no está unida a su cuerpo, porque fue separada, porque vive en los museos. La pena del longko Inacayal cuando ‘descueraron’ a su esposa y la exhibieron en las vitrinas de los museos. ¿No es así? Todas esas penas viven también en este territorio y se siente en su aire, en su lafquen (lago), en su mawiza (monte, montaña, bosque), en su cielo y nubes. Todos ese kutran se siente y se respira, así como se respira  el renacer del pueblo mapuce. Entonces como ya dije: ‘hay que sanar’. Ustedes también están ayudando a sanar esta mapu con todo lo que hacen. El conocimiento que sana es el conocimiento mapuce. Los mapuce ya no queremos que se siga  produciendo conocimiento por la necesidad  occidental de conocimiento; queremos que el conocimiento tenga un sentido mapuce y que sea un conocimiento unido a la ética mapuce, al kume mongen (buena vida o buen vivir). No al conocimiento abstracto que no se sostiene en la vida. Un conocimiento unido a la vida, al mongen; un conocimiento vivo, de carne, de piel, de cuerpo, de espíritu. Y ese conocimiento pu lamngen es el que va ayudar a curar a la mapu, a esta mapu, al Ngulumapu también. Y si yo he invocado a Kalfukura y a los chacha es porque cuando yo llegué sentí la pena de ellos, y como machi que soy –machi pinda, la que dice. Pin: decir– me corresponde invocarlos, porque esa es también una manera de ayudarlos a sanar, a restituir el lugar usurpado. Porque el mapuce ni siquiera pudo morir bien. Todo lo que hacemos ayuda a los kuyfikeche (antiguos) a viajar a la tierra de los ancestros. Para que esta tierra vuelva a su equilibrio eso tiene que suceder. Todo lo que ustedes hacen es parte de ese lawen, lo que yo he hecho aquí también, lo que seguirán haciendo otros y otros… Para que si los pichiche que vienen también sean kumeche y esten sanos y salvos (…) a mayor enfermedad de la mapu, más enferma está la gente. Entonces si sana la mapu, también va a sanar la gente, el lawen, la mawiza, el lafken; todas las gentes, no solo nosotros -cuando digo gente me refiero a todos ellos también-. Porque nosotros somos un che nomas de todos los che que existen, de los que vemos y de los que no vemos.  Y yo tengo la convicción de que el chachai Kalfukura está aquí escuchándonos, que el chachai Inacayal  también. Que todos ellos están aquí escuchando, que seguramente ha venido escuchándolos a ustedes  todos estos años que han estado trabajando en este lawen, en este remedio. La machi -yo siempre les digo en mi ruka- es  la mapu, el wenumapu es la machi. Yo no soy la machi, aquí está la machi.”


Kimche: sabio. Toki: jefe en la guerra. Rewe: árbol sagrado. Püllü: espíritu. (Nota del editor)