Una de las manifestaciones más sutiles del vínculo íntimo entre las emociones y conductas humanas (inconscientes) se ilustra por el simple concepto de elección y cómo esto se reduce a menudo a una dicotomía entre dos malas opciones. En tales circunstancias, la mayoría de la gente elige lo que consideran ser «el mal menor».

Pero, ¿qué tan frecuente es que haya sólo dos opciones, incluso si aparecen como «buena» y «mala»? Francamente, no puedo pensar en una circunstancia en la que mis opciones se limiten a dos, por muy buenas o malas que parezcan ser.

¿Por qué surge esta creencia en sólo dos opciones?

Cuando nacemos, nuestra herencia evolutiva incluye una capacidad fenomenalmente poderosa para sentir una compleja gama de emociones. Sin embargo, debido a lo que los sociólogos llaman «socialización» (un proceso por el cual se supone que a los bebés y los niños se les enseñan las formas de la sociedad a la que pertenecen), que es en realidad un proceso de aterrorizar a bebés y niños para suprimir su conciencia de estas emociones, de manera que puedan ser forzados a conformarse con las «normas» sociales (no importa cuán disfuncionales sean), los resultados desastrosos de la «socialización» son encubiertos. Si desea leer más sobre la aterrorización de los niños, puede hacerlo en «¿Por qué la violencia?» (http://tinyurl.com/whyviolence), y en «Fearless Psychology and Fearless Psychology: Principles and Practice» (http://anitamckone.wordpress.com/articles-2/fearless-and-fearful-psychology/)

Esta aterrorización de bebés y niños toma muchas formas, pero una de las maneras más comunes que ocurren es simplemente decirle a un niño lo que debe hacer bajo amenaza de castigo por incumplimiento, algo que todos los padres, maestros, figuras religiosas y otros adultos hacen rutinariamente. Este imperativo de obedecer siempre va en contra de la propia voluntad del niño. ¿Por qué es esto? Porque cada bebé humano es genéticamente programado para seguir su propia voluntad, no para obedecer la voluntad de otro.

Esta auto-voluntad individual es generada por el sentido integrado de cómo comportarse en respuesta a la retroalimentación mental y física -incluyendo sentimientos, pensamientos, memoria, conciencia, percepción sensorial (vista, olfato, sonido, tacto, gusto), registro de la verdad, intuición…- que cada persona recibe y que su mente procesa e integra para cristalizar el comportamiento precisamente apropiado en cualquier circunstancia dada.

Pero una vez que un niño es rutinariamente aterrorizado para ser sometido a la voluntad de otro – no importa cuán benigna sea la persona que da la instrucción o la instrucción en sí – pierde la confianza y la fe en su propia capacidad para decidir sobre un curso de acción y emprenderla con resolución. Ahora está a la deriva sin una guía interna clara y, a medida que crece, es fácilmente vulnerable a la «persuasión» de otros, ya sea a la opinión de otra persona, al consejo de un «experto» o a la inanidad del anuncio de un producto comercial.

A la deriva de su propio procesador mental interno único y poderoso -con su componente emocional, intelectual, sensorial, intuitivo, memoria, conciencia, entre otros- son víctimas de su propio miedo de ser desobedientes, malos, en minoría, aislados… si siguieran su propia voluntad.

Inconscientemente, el niño se siente atrapado. Están aterrorizados de hacer lo que quieren sin permiso (algo que les es negado rutinariamente), pero inconscientemente enojados por esto (porque se han asustado de estar abiertamente enojados con sus padres y maestros), lo que generalmente se manifiesta como algo impotente, como el resentimiento.

¿Qué hace el niño en estas circunstancias? ¿Obedecer al padre o maestro, o tratar de seguir su propia voluntad y arriesgarse (y probablemente recibir) al castigo por hacerlo? ¿Cuál es la opción «buena» aquí? ¿O es que el niño se enfrenta con una elección entre dos males y debe tratar de elegir el «menor»? En palabras de Anita McKone: «Parece como si debieras soportar el abuso o morir».

El abuso sistemático del niño de esta manera por parte de sus padres, maestros y otros adultos a lo largo de su vida temprana deja virtualmente a todos los adultos con una creencia inconsciente de que la vida es una serie de opciones entre «males menores» con una ocasional opción ‘buena’ que se permite en limitadas circunstancias. Podemos elegir nuestra comida, el color y el estilo de nuestra ropa, qué película ver y otras trivialidades. Pero, ¿qué hay de lo importante? ¡De ninguna manera!

La mayoría de la gente termina creyendo que hay solamente dos opciones en cualquier cosa que importa y ninguna es particularmente deseable. Inconscientemente, se sienten atrapados y no tiene sentido cuando se les dice que tienen muchas opciones para elegir. Esta no es su experiencia y sólo se siente falsa. Ellos elegirán sin cesar el mal menor de dos malas opciones en prácticamente todo lo que importa en su vida, y aceptarán los «artículos» de baratijas entre los que se les permite elegir, como la naturaleza de su peinado.

Mucho antes de la edad adulta, el niño acepta un camino de vida de conformidad con la existencia humana más mundana imaginable: la escuela, el trabajo, las vacaciones ocasionales, la enfermedad y la muerte. Una vida que nunca vivió.

En esencia, el niño aterrorizado, ahora adulto, nunca mira más allá de las opciones dadas, incluso cuando ambas son «malas» o una sea trivialmente «buena».

La mayoría de la gente no tiene registro de su propia voluntad en el sentido profundo, no hay fe en cuanto adónde esta voluntad propia podría llevarlos si fuera seguida y, si ellos pueden o pudieran sentirla, no tienen el coraje para hacer lo que su voluntad les dice.

La tragedia de prácticamente toda vida humana es que nunca buscan lo que se les quitó de niño: la voluntad propia que los guiaría sin descanso a buscar y convertirse en todo lo que nacieron para ser. Ellos están tan llenos de temor, de odio a sí mismos y de impotencia como resultado de la violencia que sufrieron cuando eran niños, que sin cesar se conforman con “el mal menor” en algo importante y con baratijas en forma de lo “bueno”: la elección del sabor del helado, el color de sus calcetines, la novela a leer, el destino de las vacaciones.

¿Hay una salida? Sí, pero requiere que sientas tu miedo, ira, tristeza y otros sentimientos por lo que te ha pasado, hasta que seas lo suficientemente fuerte como para rechazar todas las “malas” opciones y también rechazar las baratijas que parodian de lo “bueno”. Y preguntar: «¿Qué es lo que quiero?» Es sólo rechazando consciente y deliberadamente todas las opciones del «mal menor» que la magnífica variedad de oportunidades increíbles que nunca has contemplado ni descubierto se abrirá ante ti para elegir como quieras.

Y por eso es tan difícil. Debes tener el valor de cortar, sin la opción de dar marcha atrás, todas las opciones que no te den lo que necesitas. Esto es porque lo que importa no es si obtienes lo que necesitas en el corto plazo, sino si vives tu verdad, sin importar lo difícil que esto podría ser en lo inmediato.

Es el temor a quemar todos los puentes que nos detienen porque, cuando niños, estábamos demasiado asustados como para salir de los que nos dijeron, de una forma u otra, que no tuvimos más remedio que sufrir el abuso o morir.

Pero cuantos más puentes quemes, más magníficas serán las vistas de oportunidades no soñadas que se abrirán ante ti. Y te preguntarás por qué nunca lo habías considerado o visto antes. Imagínate si todos tuvieran el valor de quemar los puentes del miedo y de emprender su propio camino.

Y experimentar la alegría absoluta de vivir plenamente en cada momento de tu vida.

Pero nuestro esfuerzo personal no debería excluir la posibilidad de facilitar el camino a otros en el futuro. Así que si quisieras participar en el esfuerzo para crear un mundo en el cual vivir plenamente sea posible cada vez más para cada uno de nosotros, te invitamos a comprometerte firmando “La Carta de la Gente para Crear un Mundo No Violento”. http://thepeoplesnonviolencecharter.wordpress.com

Si la gente no tiene miedo de la violencia, es genuinamente libre de buscar su verdadero camino.