Primero Santa Clara, después Holguín y ahora Cienfuegos. Estas han sido las ciudades por donde han desembarcado los vuelos provenientes de Estados Unidos a Cuba, tras haberlos reiniciado desde su suspensión en 1961. En aquel año, los aviones que venían de Estados Unidos a Cuba traían bombas y no turistas.

El destino La Habana ha sido postergado por un simple trámite de oficinas, pero, oficialmente, también está contemplado. Pronto se esperan los ferrys y en tanto los cruceros, encabezados por el Adonia, ya tocaron puerto capitalino.

Los hechos del reencuentro diplomático entre los dos países, se han ido sucediendo marcados por acontecimientos que han tenido mayor impacto en la sociedad cubana que en la norteamericana.

La noticia del restablecimiento de relaciones el 17 de diciembre del 2014, con las palabras televisadas de los mandatarios Raúl Castro y Barack Obama, provocaron una explosión de alegría en las calles cubanas, similar al festejo del fin de una guerra.

En Santiago de Cuba, segunda ciudad de la isla, los universitarios salieron a ritmo de conga con tambores por las avenidas principales, hasta encontrarse en la céntrica Plaza Marte con la población que festejaba.

La industria del turismo comenzó a desbordarse y desde marzo hasta agosto del 2015 la capital cubana estuvo sobrevendida[1]. En el mes de abril se celebró la Bienal de las Artes de La Habana y los turistas norteamericanos con licencias de viajes, comenzaron a llegar comprando cuadros hasta por el valor de cuarenta mil dólares.

El dinero no es una limitante para ellos y resultan favoritos entre quienes viven de la industria del ocio, contrastando con una parte del visitante que ha tenido a Cuba en sus planes y resuelve no regresar, huyéndole al turismo norteamericano.

En la fila nocturna que se hace para entrar al centro cultural Fábrica de Arte Cubano, un grupo de mexicanos decide no entrar al ver que por cada muchacho nacional, hay dos estadounidenses. Dentro de la instalación puede que sea distinto, pero prefieren no arriesgarse.

Claro está, ello no se traduce en que los nuevos visitantes harán que no venga más nadie. Europa continúa emitiendo vuelos diarios, tantos, que en ocasiones a sus pasajeros les cuesta trabajo encontrar hospedaje y Canadá es el emisor del casi 40 por ciento del turismo extranjero.

Pero, ¿en qué se puede diferenciar un turista de New York con uno de Berlín? Hasta ahora, es casi nula la contradicción, salvo que es difícil competir con las propinas de un neoyorquino. Los camareros guardan sus mejores atenciones para ellos y los barmens las más caras botellas. Quienes sufren más este favoritismo son los jóvenes latinoamericanos que vienen al trópico insular con escasos recursos.

La típica imagen del Hemingway excéntrico y borracho no es común verla en La Habana. Quizá hasta ahora sea por la limitación de que el Departamento del Tesoro establece, impidiendo un turismo en masa y regular. En consecuencia, los hoteles cubanos disfrutan de una selección letrada de lo que pudiese venir.

Es un turismo mayormente académico, constituido por estudiantes, profesores y académicos, que no les agrada alojarse en casas de renta, alquilándose en íconos del ocio habanero como el Hotel Nacional, el Saratoga Palace o el Hotel Inglaterra, este último administrado por sus connacionales después de la visita del presidente Obama –en este caso por la cadena Starwood-, a despecho de un gran por ciento de la población cubana, pues en él se hospedó el héroe de la independencia Antonio Maceo.

Los pioneros que llegan de las Trece Colonias al Caribe socialista, parecieran ser tan puritanos como sus abuelos y no los antiguos marines que no perdían momento para orinarse en la estatua de José Martí.

Como antídoto contra una posible amnesia causada por los dólares, han aparecido en la capital pequeños afiches encolados en los postes y muros –este corresponsal sabe que no los ha colocado el gobierno-, con la foto de aquel desagradable suceso de los años cincuenta, cuando un miembro de un navío de la armada norteamericana, decidió dejar sus fluidos sobre la estatua del héroe nacional que se haya en el Parque Central. En el papel se lee la siguiente leyenda: Perdono, pero nunca olvido.

Otros, han realizado grafitis en el muro del Malecón, frente a la embajada de Washington, en el cual aparece el Che Guevara con el torso desnudo y su consigna política Al imperialismo ni un tantico así ¡nada!.

De cualquier manera ya nada detendrá el proceso de reencuentro de dos países cercanos que deberán empezar un nuevo ritmo en la historia de su vecindad.

[1] http://oncubamagazine.com/economia-negocios/la-habana-esta-en-overbooking-hotelero/