Por Patricia Caro* para Premios Enfoque

La única revista sobre mujeres payas en España se llama “Nuestra” y está dirigida por gitanos y gitanas que les piden a las payas que trabajen gratis si quieren hablar sobre su situación (previo consentimiento gitano sobre el tema, claro). La razón para ello es que las personas gitanas somos muy progres y sabemos lo que es bueno-para-ellas, lo que es-verdad y lo que es-universal. Este ejemplo ficticio sería inconcebible, ¿verdad?, pues así es como se trata a las comunidades y personas gitanas en España. Es más, la realidad supera generalmente la ficción y por ello destinaré estas líneas a plasmar mi visión sobre este asunto. Teniendo plena consciencia de que este ejercicio de violencia tiene género, edad y pertenencia geográfica, me centraré en las gitanas jóvenes españolas puesto que las migrantes “no existen” y las consecuencias de su tratamiento mediático socaban sus derechos como humanas de forma mucho más perversa.

Los medios de comunicación, en tanto que Institución, no dan espacios a periodistas gitanos y gitanas para que cuenten en voz y mirada propias la realidad que vivimos. Sólo está permitida la mirada “verdadera, buena y universal” que “casualmente” es masculina-blanca. Si a ello unimos el interés que suscitan los realities disfrazados de documentales objetivos y las entrevistas que sustentan creencias del inconsciente colectivo sobre la indeseabilidad de esa cultura tan peligrosa y marginal, entonces encontramos programas en “prime-time” que hablan sobre la incivilización y sumisión de las mujeres gitanas exóticas, hipersexualizadas y horteras que sólo piensan en casarse, tener bebés y abandonar la escuela. Esto, además de ser “cierto”, es “lo mejor” para contribuir a la construcción de una autoestima sana y fuerte que permita soñar, llenarte de expectativa y actuar sobre la creación de otra realidad más humana.

Ironías aparte, si a las mujeres en general les influye el adoctrinamiento mediático sobre el modelo de mujer exitosa, por ejemplo con el uso de la talla 36 que llena las consultas de anoréxicas, o sobre la hipersexualización femenina que inhabilita la autonomía intelectual y material de las mujeres arrojándolas a los pies de la violencia ¿Qué nos hace pensar que a las gitanas no nos afecta?

Entendiendo que esta Institución está destinada a la creación de conocimiento e ideología de las masas y que genera procesos de razonamiento inconsciente, entonces puedo deducir que promueve y justifica el matrimonio y embarazo forzosos en las Romnja (gitanas en Romanés), la sumisión de las mismas, el machismo de nuestros compañeros y las medidas antigitanas que nos pisan el cuello. Esto, sea más diplomático o menos, afecta directamente a la vulnerabilidad ante situaciones de violencia de género contra todas las Romnja (mujeres gitanas). Es un catalizador, un potenciador. Como si fuese una pastilla de caldo artificial precocinado del que nos tomamos dos tazas.

Foto Danielle Pereira

Foto Danielle Pereira

No vemos (primera persona del plural) el impacto que tiene la Historia de las comunidades gitanas en España con perspectiva de género, sobre la mirada y el entendimiento. No vemos la responsabilidad política en este asunto. No vemos el impacto que ha tenido para la ciudadanía gitana hoy. No vemos cómo eso afecta al significado de la palabra “gitano” y “gitana” ni vemos su relación con la situación de violencia intergrupal que vivimos. No vemos su influencia en las relaciones de poder entre hombres y mujeres dentro de las comunidades. No vemos.

Sí, digo matrimonios forzosos. No es que nuestro padre gitano nos obligue a casarnos con nadie per se. Son los patriarcas payocentristas (hombres blancos en el poder) los que nos obligan a pasar por esta única puerta permitida para cambiar nuestra situación. Cuando una gitana consigue abrir puertas dentro de su comunidad, llegan ellos y cierran con siete candados de plata las otras puertas de acceso a los medios de comunicación, la política, la educación, la salud y el empleo en igualdad de condiciones con una persona considerada por-ellos como digna.

Sólo vemos una cosa. Son esos seres extraños y peligrosos llamados “gitanos”, en masculino porque el lenguaje sexista dice que millones de Romnja no existimos excepto cuando sustentamos la mitología antigitana-machista. Son delincuentes marginales, parásitos sociales cuyas mujeres sumisas se entregan a sus maridos machistas de manera reprochable. Eso es lo que quieren que veamos. Eso es lo que vemos. Eso es lo que nos creemos que es la Cultura Gitana. Y si las comunidades gitanas con perspectiva de género, edad y migración, son las más perjudicadas, ¿Quiénes serán los más beneficiados de esta imagen mediática?¿Cuál será ese beneficio?

A pesar de todo, en honor a la herencia, el tiempo y los sueños, me atrevo a recetar infusiones infalibles contra el virus de la desconfianza y la ignorancia. Deberán cocerse en lumbre de enebro con agua del primer manantial en deshielo la primera noche sin luna de esta Primavera templada.

Puñaíto de manzanilla silvestre con pétalos de flor antipatriarca. Reposar toda la noche y aplicar unas gotas directamente sobre los ojos bien abiertos (incluyan a las gitanas y gitanos en la autoría y diseño de productos informativos equilibrando así la posición de sujetxs con la de objetxs). Cucharada de mermelada de bayas dulces con una pizca de romero para el buen bajío estomacal (contactemos otras prácticas como la serie de Pilar Távora, el programa radiofónico “Gitanos” o “Voces Gitanas”) , y finalmente, ataero de hierbabuena para los problemas de corazón endurecido (presionemos juntxs por una institución gubernamental que vigile y sancione todas las formas de violencia contra los hombres y mujeres en los medios de comunicación, teniendo en cuenta la diversidad cultural, sexual y generacional) . Seguro que después del tratamiento, seremos capaces de respirar el salitre marino que corroe cualquier restistencia a este despertar sin retorno.

Opre Romnja (Arriba las Gitanas).

*Patricia Caro Mara es activista de Derechos Humanos de la Mujeres, especializada en mujeres romaníes.

El artículo original se puede leer aquí