Los economistas nos bombardean con números. Los fríos engranajes de un sistema económico mundial lanzan estadísticas que pocos entienden. Ese sistema está explotando. O ya explotó y asistimos a su derrumbe. A los fines de esta nota, da lo mismo. Los números de las estadísticas traducen inhumanas situaciones de hambre, enfermedades, guerras, migraciones. En síntesis, traducen el aumento de la violencia, el dolor y el sufrimiento humano.

¿Cuál será el límite de su caída? Difícil predecirlo. ¿Cómo reaccionar ante el derrumbe? Vale la pena una mínima reflexión sobre el tema. Esta nota es una interpretación de algunos números y que también promueve movilizar intenciones.

Una última actualización de estadísticas mundiales sobre la distribución de la riqueza en el mundo genera estupor e indignación:

  • el 1% más rico de la población mundial posee más riqueza que el 70% más pobre (Año 2015).

La desproporción de esta distribución se aceleró en los últimos años. Se estima que esta tendencia continuará acelerándose:

  • En 2011, este 1% más rico poseía la misma riqueza del 50% más pobre.
  • Se estima que en el año 2020, el 1% más rico poseerá más riqueza que el restante 99% (si es que no ocurre algo antes que modifique la tendencia).[i]

Si se revisan los fríos números de los últimos 50 años la tendencia se confirma. Se podrá afirmar que en estos 50 años hay logros y avances positivos. Por supuesto, ha habido muchos. Una mirada por América Latina lo confirma. Muchas situaciones han mejorado. Es una mirada “progresista”. Pero la idea de esta nota se refiere al “sistema” como conjunto. No a particularidades dentro del sistema mundial. A la “humanidad” como conjunto. Una Humanidad que por primera vez en su historia esta interconectada. Un “sistema cerrado en sí mismo” que tiene al poder y al dinero como valor central. Ese “sistema cerrado” impone las mismas leyes en todo el planeta. No importa la ubicación geográfica o ideológica.

Volviendo a las estadísticas. Existen distintas miradas que las interpretan. Hay quienes ven estos números como algo “natural” en la vida de la humanidad. En simple, son los que dicen: “siempre hubo violencia, ricos y pobres, guerras e inequidad. Esta situación seguirá al infinito…”. Hay otros que interpretan que el “sistema” puede mejorar. Es “perfectible”, y sólo deben modificarse algunos mecanismos que hoy están distorsionados para que el progreso alcance a todos los habitantes del planeta (postura muy difundida entre ese 1% que detenta el poder económico y quienes lo secundan). La famosa idea neoliberal del “derrame”…que nunca llega.

Hay otra mirada, más estructural y global, que interpreta a estas estadísticas como el “fin de un ciclo histórico”. Una “gran desilusión”. Es el “gran fracaso” de una sociedad que con todos los recursos a su alcance no puede resolver los problemas fundamentales de salud, hábitat y educación para la totalidad de sus habitantes. Por primera vez en la historia humana este sistema es planetario. No hay civilizaciones aisladas que, como en otros tiempos, coexistían o se reemplazaban unas a otras. Como todo “sistema cerrado” tiene una vida limitada. No es perfectible. Sucumbe ante la entropía creciente. Del seno de si mismo tendrá que surgir el germen de una nueva civilización.

¿Cuáles serán las tendencias que emergerán luego que la “gran desilusión” llegue a su límite? ¿Qué quedará en pié y actuará como peldaño que impulse un nuevo ciclo?

Nada ni nadie que refleje o se apoye en los valores del sistema actual podrá cumplir esa tarea. Ni quienes ilusoriamente creen que han triunfado, ni quienes habiendo fracasado se ilusionan en el mismo sistema con los éxitos del futuro.

Un “nuevo ciclo” surgirá cuando los factores y valores que sustentan al actual sistema sean fuertemente rechazados por las nuevas generaciones en ascenso. Cuando los aspectos más evolutivos de la sociedad y de los seres humanos actúen como guía y referencia. La historia humana así lo afirma. Estos valores son: el humanismo, la no-violencia, la compasión, la reconciliación profunda, el respeto por la diversidad cultural y el amor por toda la humanidad sin discriminación alguna.

Para comprender mejor estas explicaciones recurrimos a la obra de Silo [ii]. Más particularmente a su libro “Cartas a mis Amigos”. Refiriéndose a cómo superar la crisis de este “sistema cerrado”, dice:

“El resultado es que en un sistema cerrado no puede esperarse otra cosa que la mecánica del desorden general. La paradoja de sistema nos informa que al pretender ordenar el desorden creciente se habrá de acelerar el desorden. No hay otra salida que revolucionar el sistema, abriéndolo a la diversidad de las necesidades y aspiraciones humanas. Planteadas las cosas en estos términos, la revolución adquiere una grandeza inusitada y una proyección que no pudo tener en épocas anteriores” (Silo, Séptima Carta a mis Amigos).

Hasta aquí una explicación desde el punto de vista histórico y social. Pero, desde una perspectiva personal, ¿qué podemos hacer para salir de este caos violento y destructivo al que nos lleva el sistema cerrado actual? ¿Cómo podemos colaborar desde nuestra vida cotidiana con las mejores tendencias evolutivas, hoy dispersas? Unas pocas sugerencia, también inspiradas en el Mensaje de Silo, nos pueden ayudar:

  • Rechazar, denunciar y hacer vacío a las prácticas violentas.
  • Comenzar a “tratar a los demás como quisiera ser tratado”.
  • Colocar al ser humano como valor central, por encima de cualquier otro valor (sea el dinero, la política, la religión, el Estado, los modelos o los sistemas sociales).
  • Oponerse a toda forma de discriminación.
  • Consagrar la resistencia justa contra toda forma de violencia física, económica, racial, religiosa, sexual, psicológica y moral.
    • Intentar dar coherencia a nuestra vida haciendo coincidir lo que pensamos, sentimos y hacemos.
    • Aspirar a un mundo sin violencia donde todos los seres humanos tengan satisfechas sus necesidades de salud y educación.
  • Apoyar decididamente los proyectos que impulsan el desarme nuclear y convencional. 
  • En síntesis, aspirar a un mundo culturalmente diverso, pero solidariamente unido: la “Nación Humana Universal”.

Por supuesto que podrían agregarse muchas otras propuestas. A modo de ejemplo son suficientes. Estas ideas reflejan una escala de valores totalmente diferente de los valores del sistema actual. No son un “maquillaje” para simplemente mejorar al sistema actual. Se pueden intencionar en la vida diaria. Pueden comenzar a ocupar un espacio importante en nuestro imaginario cotidiano. Su puesta en marcha no depende de factores ajenos a uno mismo. Ayudan a transformar y superar el dolor y el sufrimiento personal y social. Mucha gente en el mundo comienza a impulsarlas. Pueden hacer crecer las tendencias sociales más evolutivas. Pueden ayudar a cambiar las actuales estadísticas y dejar atrás a un sistema violento que sucumbe.

[i] Fuente de estadísticas: OXFAM (www.oxfam.com)

[ii] Silo: pensador, escritor y guía espiritual. Se puede consultar su obra en www.silo.net