Por Andre Vltchek (*)

¿No podría un dictador desear algo mejor? Toda la población del imperio, o casi, ahora piensa de la misma forma.

La población está instruida en las escuelas y el personal de las universidades está compuesto de docentes y profesores sumisos y cobardes.

La población está informada por centenares de miles de periodistas y de analistas serviles. Prácticamente no se aparta un ápice del relato oficial.

¡Felicitaciones al Imperio occidental! Lo han logrado allí donde otros han fracasado. Han conseguido una obediencia y una disciplina casi absolutas, un servilismo total.

Y más aún, la mayoría de las personas piensa realmente que es libre, que tiene el control. Cree que puede elegir, que puede decidir. Están convencidos de que su civilización es la civilización más grande que la Tierra haya jamás conocido.

***

Decenas de millones hacen cola, voluntariamente, pidiendo ser instruidos para poder obtener finalmente uno de esos diplomas imperiales oficiales. Quieren ser aceptados, certificados y alquilados por los dirigentes.

Las personas ofrecen sus propias cabezas para someterse a una intervención compleja y prolongada de lobotomía. A cambio de pedazos de papel sellados que se llaman diplomas, hombres y mujeres pierden para siempre su capacidad de pensar de manera independiente y de ver el mundo con sus propios ojos. Como recompensa por su sometimiento, las oportunidades de obtener puestos prestigiosos en los batallones de alto rango del régimen, las instituciones, las universidades y otros, aumentan de manera espectacular.

El grado extremo de conformidad de la mayoría de los hombres y mujeres que viven en nuestras sociedades vuelve los viejos libros como Fahrenheit 451 y 1984 moderadamente perturbadores. Nuestra realidad de 2015 es mucho más psicodélica, bizarra y espantosa… ¡y escandalosa también!

La mayor parte de los ciudadanos hoy está dispuesta a pagar de su propio bolsillo (o del de su familia) las cirugías educativas y propagandísticas de cerebro. Están deseosos de endeudarse fuertemente para ser cuidadosamente programados y adoctrinados. Varios años después, cuando todo se termina y que no queda nada de su individualidad, hinchan el pecho de orgullo y muchas veces hasta lloran cuando reciben ese trozo de papel sellado que no significa otra cosa que: “Admitido, aceptado y certificado –dispuesto a servir y a ser utilizado por el Imperio y su régimen fascista”. 

Millones de extranjeros se empujan para llegar a beneficiarse también de la lobotomía. Los que vienen de países colonizados y destruidos son a menudo los más impacientes. Los hijos de los círculos superiores se excitan ante la perspectiva de recibir el sello de aprobación del Imperio, para ser moldeados, para fundirse en las masas de Europa o de Norteamérica. Luego de la obtención de sus diplomas y después de sus regresos a casa, agregan el título en todas partes, en sus tarjetas de visita, aumentan sus honorarios y piden respeto por su estilo occidental y la colaboración intelectual con el Imperio. Enseguida, muchos de ellos se dedican a robar y a adoctrinar a sus compatriotas por cuenta del Occidente.

En numerosos países hasta no es necesario ausentarse de casa. Se accede fácilmente al lavado de cerebro occidental por medio de incontables escuelas privadas, cristianas e internacionales, iglesias, instituciones culturales, y por supuesto, a través del entretenimiento.

Hasta en países como China, que cuentan con culturas mucho más grandiosas y más antiguas que la cultura occidental, hoy están terriblemente influenciados por sus propios hijos e hijas, que fueron programados para creer en la grandeza de la civilización occidental. Fueron adoctrinados ya sea en los establecimientos educativos en el extranjero o por los ejércitos de educadores occidentales, sabios y predicadores, mucho más ocupados en viajar y en difundir su evangelio tóxico en todo el mundo.

En vez de entregar un saber diversificado y multicultural, escolares y estudiantes recibieron dosis de adoctrinamiento calculadas con precisión, probadas de sobra a lo largo de siglos de imperialismo y de colonialismo. Ahora, el Imperio sabe perfectamente bien cómo manipular la mente humano. Hombres y mujeres que han sido violados están forzados a creer que hicieron el amor. A los que fueron indistintamente despojados se les enseña a ensalzar a las potencias coloniales por haber construido sus edificios administrativos y sus vías férreas, y se les enseña a la gente en el lugar a no sentir vergüenza por su pasado o su presente.

En lugar de alentarlos a pensar de manera independiente, en lugar de ser invitados a revolucionar su propio pensar, la gente es maniatada, prisionera de lastres intelectuales austeros.

La valentía y la independencia de espíritu se denigran y rebajan sistemáticamente. Las almas rebeldes son etiquetadas como incapaces para el empleo casi como antisociales.

Se promueve la cobardía, la sumisión y la mediocridad a través del sistema extremadamente complejo y diversificado de la propaganda, la publicidad, los acontecimientos culturales y de entretenimiento y los medios.

En un mundo totalmente uniforme, donde incluso la cultura y los medios están al servicio del Imperio y de sus intereses comerciales neoliberales, el Hombre Nuevo y la Mujer Nueva se modelan en la arcilla intelectual y luego se ponen sobre pedestales macizos: todos son altos y delgados, todos regurgitan con elocuencia y ruidosamente los clichés, evitando cautelosamente las verdaderas preguntas, comunicándose intensamente con otros a propósito de nada, manteniéndose siempre ignorantes del mundo.

Todos los Nuevos Humanos están siempre sonrientes y tienen un aspecto indiferente. Conducen los últimos modelos de autos y llevan en sus manos todos los adminículos modernos. Tienen confianza en ellos mismos y se muestran constantemente egoístas. Sus nalgas son cada vez más perfectas y estereotipadas.

Muchos toman sedantes, antidepresivos o drogas, la mayoría son infelices, poco seguros de ellos mismos, están descontentos en el trabajo, tristes en la familia, son incapaces de buscar o encontrar su segunda mitad. ¡Por supuesto que nada de esto se muestra! En apariencia, incontables hombres y mujeres occidentales se ven espléndidos.

Los fascistas italianos y alemanes trataron desesperadamente de crear esta raza de súper-humanos aparentemente seguros de sí, pero obedientes.

Fracasaron.

Pero este Imperio lo está logrando. Por primera vez en la historia de la humanidad existe la posibilidad de que los robots reemplacen finalmente a los seres humanos. No los robots de plástico y de metal, sino los humanos reacondicionados, reciclados en robots.

El fascismo italiano, el nazismo alemán, el corporativismo de los Estados Unidos, el imperialismo, el racismo, el colonialismo, el excepcionalismo, la propaganda, la publicidad, la educación, todo eso se ha hábilmente entrelazado.

¡Felicitaciones al Imperio! Son los primeros en haber logrado estandarizar a los seres humanos y su manera de pensar.

***

No es fácil combatir un imperio de tal magnitud con palabras e ideas.

No es solo la lógica o la filosofía general de los conceptos lo que hay que enfrentar y desafiar.

Hay también miles de percepciones, dogmas, códigos, todos tras la misma meta: mantener a la gente alejada de la realidad y de un modo de pensar y de análisis independientes.

La mayoría de los ciudadanos del Imperio occidental están efectivamente mucho más adoctrinados que los miembros de grupos como los talibanes o el Estado Islámico, porque el Imperio trabaja con rigor y emplea millones de profesionales que crean conceptos sumamente eficaces destinados a controlar las mente humana: ideólogos o psicólogos, pasando por los publicistas, los educadores, los artistas, los periodistas y otras personas altamente especializadas.

Los medios sociales con las series televisadas, pasando por los filmes de Hollywood, la música pop y las cadenas de televisión, casi todo va en la misma dirección: entrenar a la gente lejos de los principios fundacionales del humanismo. Forzarlas a no pensar como grupos de personas racionales, benevolentes, compasivas.

La realidad se banaliza o se traslada a niveles fantasmagóricos en los que ninguna lógica puede aplicarse con eficacia.

El destino más importante del pensamiento humano –reflexionar, soñar y concebir nuevas formas mucho mejores y más suaves para la sociedad– está totalmente ausente del relato que los hombres, las mujeres y los niños del Imperio y de sus colonias confrontan día a día.

Los ciudadanos del Imperio no pueden pensar ni actuar de manera natural. Resultado: están frustrados, deprimidos y confundidos. Pero en lugar de rebelarse (la mayoría de ellos no son capaces), se tornan cada vez más agresivos. Mientras en el mundo entero las víctimas del Imperio son asesinadas, explotadas y humilladas, la organización del mundo aporta efectivamente muy poco de alegría (a pesar de la cantidad de beneficios materiales) a los ciudadanos del Imperio: los europeos y los norteamericanos.

En el otro extremo, millones de gentes en las antiguas colonias y en las nuevas colonias son bombardeadas también, constantemente, con los mismos mensajes torcidos, reciclados y modificados. Se confrontan con una avalancha perpetua de propaganda (ligeramente modificada en cada región en particular) que recorre día y noche los canales del adoctrinamiento, es decir, las telenovelas, el nivel más bajo de películas y videojuegos (en realidad son lo mismo), música pop con palabras repetitivas que marcan muerte cerebral, el arte decorativo inofensivo y reportajes publicados por las agencias de prensa dominantes. Estos mensajes se difunden vía órganos de prensa locales que son, a su vez, controlados principalmente por los intereses comerciales que colaboran resueltamente con el régimen mundial occidental.

El Imperio y su organización del mundo son ofensivamente racistas y brutales, pero la mayoría de sus ciudadanos, incluso los individuos de los territorios devastados, están obligados a creer que tienen el sistema más tolerante y progresista del planeta.

***

¿Hay acaso esperanza de que la humanidad sobreviva a esta producción masiva de la idiotez?

¡Sí, por supuesto que la hay!

La batalla comenzó

No son solamente las maniobras de los marines rusos, chinos e iraníes que hoy se oponen al imperialismo occidental.

No son solamente los latinoamericanos y los sudafricanos que hicieron esfuerzos decisivos para reescribir la historia y para armar al pueblo con conocimientos más que con diplomas.

Quizás el cineasta europeo vivo más grande en la actualidad, Emir Kusturica, recientemente escribió con sarcasmo que “la Tercera Guerra Mundial comenzará con el bombardeo a RT por el Pentágono”, refiriéndose a la poderosa red de televisión Russia Today. RT comentó:

«RT es una amenaza real para la propaganda estadounidense ya que llega a los norteamericanos en sus casas, en un inglés perfecto, mejor que el que se utiliza en CNN”. Por esta razón, según el director, Washington podría cansarse y tratar de silenciar a RT por la fuerza –un poco como lo hizo la OTAN con la televisión pública de Serbia en abril de 1999.

A su vez, Kusturica predijo que Moscú destruiría la CNN, que él considera como la abanderada de la propaganda pro Estados Unidos: CNN, en sus transmisiones en directo, asegura que desde los años noventa, los Estados Unidos ha desarrollado acciones humanitarias y no guerras, y que sus aviones militares ¡hacen llover ángeles y no bombas!”

Si bien algunos de los pensadores más grandes que enfrentaban al Imperio, como Saramago, Galeano y Pinter, recientemente fallecieron, todavía hay muchos que logran escapar del adoctrinamiento. Algunos se agrupan en torno a las cadenas de televisión no occidentales como TeleSUR, RT y PressTV.

Nuevamente, es como el Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, algunas personas se rehúsan obstinadamente a quemar sus libros.

Incluso en Occidente, algunos medios poderosos, como CounterPunch, Dissident Voice, ICH, VNN, Global Research y otros, siguen en la lucha. Todavía no ganan, lejos de eso, pero tampoco han muerto.

Mientras que el pensamiento independiente esté vivo, no todo está perdido.

“Me rebelo, luego existimos”, escribió el filósofo francés Albert Camus. Y también agregó: “El sentimiento de rebelión nació en la opresión”.

El Imperio niega que oprima al mundo. Adoctrina al mismo tiempo a los opresores y a los oprimidos, redefiniendo y de hecho convirtiendo a la opresión en libertad.

Aquellos entre nosotros que logran escapar al adoctrinamiento hoy se rebelan. Por lo tanto, todavía existe la humanidad.

El campo de batalla está muy bien definido: ahora todo sucede en el campo de la información y del conocimiento.

Los actos, las artimañas practicadas por el Imperio son sucias, horribles, pero muy transparentes. Pueden ser aceptadas o toleradas por millones de personas únicamente gracias a la repetición permanente de las mentiras y a causa de los conceptos torcidos, martillados en los cerebros de la gente mediante la educación dominante.

La guerra por la sobrevivencia de la humanidad ya está en curso. Es la Gran Guerra humanista, la guerra en las mentes y los corazones de las personas, no en un territorio. Se la puede llamar también Guerra de la Información, una guerra de desintoxicación, o una guerra para devolver a los seres humanos a la vida sacándolos de su intoxicación, de su torpeza y de su estado servil, una guerra para un mundo mucho mejor, una guerra que pondría al conocimiento por encima de los diplomas sellados, el calor humano y la bondad por encima de la violencia y de la agresión, y los seres humanos por encima de lo rentabilidad y el dinero.

La victoria no podrá producirse si no viene acompañada por el conocimiento, el pensamiento independiente, el humanismo racional, la compasión, la solidaridad y, por último, el calor humano.

Artículo original:

Brainwashing versus Education: The West Spreads “Intellectual Idiocy”, publicado el 21 de agosto de 2015

(*) Andre Vltchek es filósofo, novelista, realizador y periodista de investigación. Cubrió guerras y conflictos en decenas de países. Sus últimos libros publicados son: Exposing Lies Of The Empire et Fighting Against Western Imperialism. Discusión con Noam Chomsky: On Western TerrorismPoint of No Return es una novela política aclamada por la crítica. Oceania trata sobre el imperialismo occidental en el Pacífico Sur. Finalmente, su libro instigador sobre Indonesia: Indonesia – The Archipelago of Fear.

Andre realiza también filmes para teleSUR y Press TV. Después de haber pasado numerosos años en Latinoamérica y en Oceanía, Vltchek reside y trabaja actualmente en el Extremo Oriente y en el Medio Oriente. Se puede contactar en su sitio site Internet o en Twitter.

El artículo original se puede leer aquí