A casi un mes de la revolución en Burkina Faso, la población se divide entre los que piden reformas consistentes y los que se contentan con haber derrocado al presidente, que llevaba 27 años en el poder.

«Los militares nos han robado la revolución», decían las pancartas en la manifestación del 2 de noviembre.

Hablamos con burkineses participantes en la revolución sobre cómo ven el futuro de su país en este momento de transición.

Por María Rodríguez para Desalambre

Se llamaba Gaston. Tenía 35 años y una larga carrera profesional como economista en Burkina Faso. Había ocupado diversos puestos en la empresa privada y organizaciones no gubernamentales como gestor de finanzas y, hace un año, se marchó a trabajar para la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) a República Democrática del Congo dejando a su mujer y a su pequeño de cinco años en Uagadugú, la capital de Burkina Faso.

Volvió al país durante dos semanas, cuenta un miembro de su familia. Había pedido vacaciones para estar con su familia y la revolución burkinesa le pilló por sorpresa. Sus causas: la lucha por la libertad y la justicia. Y por sus ideales no dudó en salir a las calles de Uagadugú el 30 de octubre. Aquel día falleció.

Una veintena de personas murieron en la capital y en Ouahigouya, una ciudad del norte de Burkina Faso, y alrededor de 625 personas resultaron heridas en todo el país, según el Comité sobre Violaciones de Derechos Humanos burkinés. El 30 de octubre fue la jornada más intensa de las manifestaciones que consiguieron la dimisión de Blaise Compaoré, el presidente que llevaba 27 años en el poder, desde que diera un golpe de Estado contra su amigo y compañero de armas, Thomas Sankara. Miles de personas salieron a las calles de Uagadugú en contra de la revisión de la Constitución que permitiría a Blaise Compaoré mantenerse en la presidencia por más tiempo.

El pueblo burkinés lo tenía claro. Blaise Compaoré debía partir. Y muchos de ellos tomaron esta lucha con todas las consecuencias. Aquellos días y hasta hoy dos discursos estaban en el aire: «Poco importa quién sea la persona que lo sustituya, pero que no sea él, Blaise Compaoré», es uno de ellos, como señala Zinaba Rasmané, miembro de Balai Citoyen (escoba ciudadana), el movimiento ciudadano más popular en Burkina. El otro discurso defiende que se debería aprovechar la ocasión para hacer reformas y conseguir una verdadera democracia.

Después de la dimisión de Blaise Compaoré, el teniente coronel Isaac Yacouba Zida se autonombró presidente de la transición. Muchos burkineses vieron esta acción como un rapto de su revolución por los militares. «Los militares nos han robado la revolución», decían las pancartas en la manifestación del 2 de noviembre.

Entonces la comunidad internacional pidió a Burkina Faso que el Gobierno de transición fuera presidido por un civil y la Unión Africana les dio dos semanas para gestionarlo. Dentro de plazo, el consejo de designación del presidente de la transición, compuesto por miembros de los partidos políticos, la sociedad civil, líderes religiosos y tradicionales y las fuerzas de defensa anunció que Michel Kafando –ministro de Exteriores en los años 80– sería el nuevo presidente civil de la transición durante un año. Pocos días después, Michel Kafando nombró primer ministro a Isaac Yacouba Zida. «Es un sistema de yo te doy, tú me das», señala Yabré Idrissa, un ciudadano burkinés.

El número dos de la guardia presidencial dice que asume el poder en Burkina Faso

Protesta en Uagadugú, Burkina Faso/ Efe (imagen de archivo)

Dos discursos en las calles de Burkina

Yabré Idrissa, como muchos otros burkineses, es escéptico sobre cómo se está gestionando el cambio político. «No está claro y es bastante raro cómo se ha elegido a los tres candidatos para la presidencia. Dos de ellos, Michel Kafando y Joséphine Ouedraogo, eran candidatos de los militares y finalmente es Kafando quien ha sido elegido», explica Yabré Idrissa, a quien además el teniente coronel Zida tampoco le convence. «No creo en la buena fe de Zida. No se ha hecho alusión a los militares que han disparado. Si tuviera buena fe, mandaría buscar a aquellos que dispararon a la gente», explica. Además, cree que si fueran los manifestantes los que hubieran tenido que elegir al primer ministro, no habría sido a Zida.

Sin embargo, no todos opinan igual. Una parte de la población, orgullosa de lo ocurrido, considera que lo importante era echar a Blaise Compaoré de la presidencia. Samy (nombre ficticio), ciudadano burkinés, es de los que comparte esta opinión. «Michel Kafando ha sido llamado a servir por su experiencia en lo nacional y lo internacional». En cuando a la continuación de los militares en el gobierno, para Samy es una cuestión de metas, «gracias a que ellos han estado ahí la situación no se ha convertido en caos y pillaje. Si los militares están en el gobierno ahora es con un objetivo. El pueblo burkinés tiene los ojos bien abiertos, si los militares no cumplen, tendrán que rendir cuentas».

Visitas a las familias de las víctimas

Desde que tuvieron lugar los acontecimientos una delegación del movimiento Balai Citoyen se puso en marcha para visitar a las familias de los fallecidos y heridos. «Debemos apoyar a las familias de los camaradas que hemos perdido, mostrarles nuestras condolencias, prestarles asistencia y comprometernos a que vamos a hacer todo lo posible para que no hayan muerto por nada. Queremos que se reconozca lo que han hecho porque han fallecido en el terreno de lucha», explica Zinaba Rasmané, uno de los miembros de Balai Citoyen que visita a las familias.

También se visita a los heridos y se les ofrece asistencia médica. Este movimiento ciudadano hizo una llamada internacional para conseguir fondos que permitan llevar estas acciones a cabo. La diáspora burkinesa ha respondido desde Alemania, Estados Unidos, Bélgica e Italia, entre otros lugares. También desde Francia, donde la mayor parte de las donaciones procedían, sin embargo, de franceses. Algunos particulares, amigos de Burkina Faso que no son burkineses pero simpatizan con esta revolución, también han realizado su aportación en esta causa.

Este viernes, en la ceremonia de traspaso de cargos del teniente coronel Isaac Yacouba Zida a Michel Kafando, el nuevo presidente de la transición comenzó su discurso haciendo alusión a las víctimas. «Me inclino muy respetuosamente ante nuestros muertos, los mártires de la revolución. Ellos entrarán a formar parte de la Historia por la gran puerta del heroísmo. La patria les estará agradecidos. A los heridos, el gobierno destinará las compensaciones necesarias». Por otro lado, el monumento que hasta entonces se llamaba ‘Mausoleo de los héroes nacionales’ cambiará su nombre por ‘Panteón de los mártires de la revolución’. El día 30 de noviembre tendrá lugar una ceremonia para conmemorarlos.

En este tiempo de transición la población espera ver cambios. Estarán vigilantes de que el gobierno cumpla con las reivindicaciones del pueblo. «Si no las realizan, estaremos obligados a volver a las calles», asegura Zinaba Rasmané. Sólo así, aseguran, personas como Gaston no habrán muerto en balde.

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