Hemos asistido a la asamblea ciudadana que Podemos ha celebrado en Madrid (España) el pasado fin de semana y hemos observado mucho entusiasmo en los participantes, mucha alegría, mucha fuerza… la fuerza que da la apertura de futuro que supone este proyecto entusiasmante para muchos.

Son los comienzos de este partido que busca ocupar la centralidad del panorama político, lo que interpretamos como dar respuesta a la gran mayoría de la población española que está harta de la situación que está viviendo, a nivel económico, de corrupción, falta de moral, etc. por parte de la clase política profesional de este país, que ha llevado a la tercera parte de la población a niveles de pobreza y que está llevando a la gran mayoría a la desesperación.

Un partido recién parido, muy joven, aunque con muchas ganas y con la imagen muy clara de llegar al poder, algo que repite constantemente Pablo Iglesias y su equipo. Cuando lo escuchamos, no podemos dejar de recordar el discurso que el vicepresidente de Bolivia, García Linera, diera en la Universidad Complutense de Madrid (donde estaba presente Iglesias) una tarde en la que los indignados acampaban en la Puerta del Sol. En ese discurso, García Linera, aludiendo al 15M, que había nacido dos semanas antes, dijo “Quiero hablarles de otros indignados, que tuvieron la capacidad de convertir su indignación en indignación general y esta indignación general, en voluntad de poder”, en alusión al MAS, la fuerza política que llevó a Evo Morales a la presidencia y a cambiar la historia de Bolivia.

Quizás, sólo quizás, parte del sueño que hoy ya es Podemos comenzara ahí. En todo caso, decíamos, son muy pocos meses para que a esta fuerza que ha revolucionado la política española no le falte profundidad.

No sabemos si Podemos lo que busca es “limpiar” y mejorar esta democracia o lo que busca es trabajar por construir un nuevo sistema, como demandaban los indignados.

Es sobre esto que hoy escribiremos. Sobre la necesidad que vemos de que profundice en contenidos y formas si es que quiere dar lugar a otro paradigma, cuyos contenidos y formas se escribieron en las plazas de este país en el 2011 y que se reprodujeron como un viento de esperanza por plazas de distintos continentes.

No diremos nada nuevo si afirmamos que parte de la compositiva de Podemos viene del Movimiento 15M. Vimos muchas caras conocidas de este movimiento en Vistalegre. A veces, el tono y el lenguaje eran indignados, algunas manos que aplaudían en silencio nos recordaban las plazas y, cómo obviarlo, es puro 15M cuando se dice “no somos de izquierdas ni de derechas”. Bescansa aludió a ello también en declaraciones a la prensa el domingo por la tarde, a la hora de explicar por qué Podemos –desde el punto de vista de su equipo- no se presentará como tal a las elecciones municipales-,  al decir: “No queremos competir con quienes desde el punto de vista ideológico y de compositiva social son lo mismo que nosotros, nadie lo entendería… El 15M, la marea verde, la marea blanca, las marchas de la dignidad… tienen la misma composición que nosotros… Lo que vamos a proponer en las elecciones municipales es que vayamos juntos con toda esa gente que ya está organizada”.

Si Podemos, según algunos portavoces, es la expresión política de aquella indignación, entonces necesitarán profundizar en los principios de ese 15M que removió la política y la sociedad de este país, que removió las conciencias y que puso en las plazas y en las calles el germen de otro futuro posible.

Volveremos sobre algunos de los elementos que definieron al 15M.

Lo primero que llama la atención es el desarrollo tecnológico y el trabajo en las redes, puestos al servicio del proyecto. Todo un grupo de esa generación, que llamaron “ninis”, cuya expresión casi hemos olvidado, permitió que el espíritu del 15M se juntara en calles y plazas y se expandiera en pocos días, haciendo desaparecer fronteras de todo tipo. Algunos de aquellos jóvenes estaban estos días en el congreso y forman parte de la estructura de PODEMOS. Esto es alentador pero no olvidemos que algunas de las últimas herramientas necesitan ser perfeccionadas si se quiere verdaderamente profundizar en democracia interna y en la construcción de una democracia participativa real afuera.

Recordamos otro de los puntos fundamentales del movimiento de indignados: lo primero son las personas. Entendemos que todo lo que se propone desde Podemos es para mejorar la vida de las personas que viven en este país pero se escuchó poco esta expresión u otras parecidas. Y un programa ético, político y organizativo no tiene sentido si no es con ellas y para ellas.

La horizontalidad, interpretándolo como todo el poder en la gente, en la asamblea. De tal modo, que los representantes de esa asamblea, deberían ser sólo eso y no quienes deciden por la asamblea. Desde muchos borradores se insistía en este tema durante el congreso, y quizás fueran los momentos de más aplausos. Esperemos que los borradores más votados ahora y los cargos que en noviembre salgan elegidos lo comprendan y nunca lo olviden.

Esto conecta con otra seña de identidad del 15M: la inclusión, que nadie se quedara fuera. Escuchamos alguna propuesta de defensa de programas políticos para el 90%, otros hablaron del 99%, recordando la expresión que acuñaran los indignados de Nueva York…  Si Podemos quiere ocupar el centro del tablero para desde ahí ocupar al tablero entero, entonces necesitará trabajar desde el consenso interno y externo o se convertirá en un partido, tal vez transparente, pero que no generará un modelo distinto al actual, de unos pocos arriba tomando decisiones por una gran mayoría abajo.

Es muy fácil caer en formas antiguas, aunque no se quiera y dando por hecho las mejores intenciones, porque la misma dinámica diaria lleva a tener que dar muchas respuestas, a mucha velocidad, con mucha presión… y esto lo hacen personas concretas, que se pueden llamar Iglesias, Monedero, González, Echenique, García, Rodríguez, Bescansa, Alegre… o como se llamen quienes salgan elegidos… y esas personas concretas pasan por días buenos y menos buenos, por tensiones que, a veces, se controlan y otras no… Así es que cuanto más incorporado tengan ese estilo horizontal, abierto, inclusivo… con mayor facilidad les saldrán esos contenidos y esas formas y no las antiguas en las que todos, sin excepción, fuimos educados, las formas de la confrontación y la imposición de nuestras verdades.

Quizás, suene poco político, pero cada una de esas personas, especialmente los representantes elegidos, necesitarán parar de vez en cuando para revisar y reposar las ideas, las emociones y por qué no, el cuerpo, donde habitan aquéllas.

Comprendemos la expresión con la que cerró su discurso el sábado18, Pablo Iglesias: “el cielo no se toma por consenso, el cielo se toma por asalto”. Es claro que hay que aprovechar el momento oportuno para actuar y que, si pasa, es muy difícil que se repitan ciertas oportunidades pero… depende de cómo hayamos asaltado el cielo y la construcción que hayamos levantado, ese cielo será el cielo que soñamos o lo convertiremos en un infierno. No existirá cielo “si no es de todos y para todos”. Así es que son muy importantes los objetivos pero también el modo en que se consiguen. Si esos objetivos no están al servicio de las personas, si no tienen en cuenta a todas las personas que participan y a quienes se dirige, qué sentido tiene ese proyecto.

Hemos echado en falta algo que fue vital y que marcó claramente un antes y un después del 15M: la noviolencia como metodología de acción permanente y de resolución de conflictos. Ésta fue la filosofía de aquel grupo de Acampada Sol, que se llamó “respeto” y que tan positivamente influyó en todo el movimiento y lo que ocurrió después. Claro, esto choca con el quehacer político y cotidiano de esta sociedad violenta, en la que estamos inmersos y que tan mecánicamente reproducimos en nuestras vidas.

Pero queremos recordar, que ya, por ejemplo, la Constitución de la nueva Bolivia (referencia para algunos cargos electos de PODEMOS) incluye en su articulado la renuncia a la guerra como vía de resolución de conflictos. Un paso primero y fundamental en la construcción de un sistema más humano y menos violento.

Otro tema que nos parece de mucho interés es el de los jóvenes. No sabemos si alguien en Podemos ha analizado por qué en el congreso apenas había jóvenes entre 18 y 30 años, esa generación que participó en las primeras semanas del 15M y que también de allí desapareció cuando sintió que los “mayores”, curtidos en mil batallas, comenzaban a querer controlar. Por cierto, una generación que no confronta (algo que define a otras generaciones) pero que si huelen a manipulación, se marcha. ¿Nos hemos preguntado, sin utilizar la respuesta simplista de que no quieren comprometerse con nada, qué pasan de todo, etc. por qué no participan si, en aquel primer momento, participaron entonces? ¿Qué hará Podemos para llegar a esa juventud –en cuyas manos está el FUTURO- y que ahora no participa?

Volviendo a Bolivia y sin olvidarnos del 15M, algo que caracterizó a ambos, es que han sido procesos con una alta dosis de mística social, con momentos y expresiones de gran inspiración. No podemos olvidar la incomprensión de propios y extraños ante las declaraciones y costumbres de un Evo Morales, conectado permanentemente con una espiritualidad y una cosmogonía ancestrales, como tampoco podemos olvidar los muchos momentos vividos de «enamoramiento colectivo» en las plazas y calles aquel 2011.

Si algo parecido se diera con Podemos, estaríamos hablando de que los cambios producidos serían de mucho más calado, de otra profundidad, que podrían conectar con los más jóvenes, como se ha demostrado, y con la mayoría de la sociedad que anhela vivir con dignidad y esperanza.

Si eso se da, podremos hablar entonces de cambios estructurales y…  quizás de poner las condiciones para que se produzcan verdaderos cambios de conciencia.