Por: Réjane Ereau

“Si Ud. quiere ser feliz, séalo”, dijo el escritor León Tolstoi. ¿Es nuestra mentalidad la que crea nuestra realidad? Así dice la “ley de la atracción”, presentada como una clave para la felicidad.

¿De qué se trata? ¿Atraer qué, por qué, cómo?

Cuando un hipno-terapeuta, hace unos meses atrás, mencionó la “ley de la atracción”, me hizo levantar una ceja distraídamente. ¿La ley de qué? Poco después, una amiga “coach” de negocios volvió a mencionarla. Ahí paré la oreja. ¿La atracción de qué? Tres semanas más tarde, durante el mismo fin de semana, una chamán y una asistenta social volvieron a citarla como una evidencia, la “ley de la atracción” como clave para el éxito… ¿Qué está ocultándose detrás de este nombre tan divertido? ¿Por qué está en el medio de todas las conversaciones acerca del desarrollo personal?

Todo comenzó en 2006 con el libro y la película El Secreto, de Rhonda Byrne. Inspirado inicialmente en las enseñanzas espirituales de Jerry y Esther Hicks quienes popularizaron el concepto en aspectos más prosaicos: conseguir la casa de sus sueños, el esposo de sus sueños, el trabajo de sus sueños… Traducido a cuarenta idiomas, el best-seller americano atrajo a más de dos millones de lectores.

Una historia de las vibraciones

Ley de la Atracción: El término puede sorprender. ¿Qué relación tiene con aquella descrita por Newton, revisada por Einstein, que explica la influencia de la materia y la energía en el movimiento de los cuerpos y las estrellas? “Esta regla de vida parte del principio que todo en el universo está hecho de energía y emite una frecuencia”, dice Slavica Bogdanov, autora del Pequeño Cuaderno de Trabajo para poner en práctica la ley de la atracción. Incluyendo nuestras actitudes y pensamientos, cuya vibración tiene la capacidad de actuar sobre el medio y “atraer hacia nosotros todo el tiempo, seamos conscientes de ello o no, a personas y experiencias que reflejen nuestro estado de ánimo”.

Aplicado al campo de la psique, el término aparece desde 1906 en el libro «La vibración del pensamiento y la ley de la atracción en el mundo del pensamiento», de William Walker Atkinson, donde expresa el poder de la voluntad, la concentración y la sugestión. En la medicina, la influencia de la mente en el proceso de la enfermedad y la recuperación ya no está en duda. Según el físico ruso Vadim Zeland, autor del best-seller «Transsurfing», la teoría cuántica podría incluso explicarla: Ya que de acuerdo a este nuevo enfoque de la vida, todo es una red de conexiones y de potenciales, la realidad no tiene existencia material congelada, la intención del observador afecta el resultado observado, tenemos el poder de dar forma a nuestras vidas. ¿Pienso, entonces, creo? [de crear]

“Los sentimientos negativos como la ira, la depresión o culpa inducen malas vibraciones que atraen a nosotros situaciones o experiencias negativas”, dice básicamente «El Secreto», mientras que “el entusiasmo, el amor o la gratitud” son capaces de impulsar nuestro futuro. “La totalidad de lo que nos sucede – para bien o para mal- responde a nuestros pensamientos y comportamientos”, confirma Slavica Bogdanov. “Si tiene problemas, puede ser que hayamos decidido aceptarlos. Asumir la responsabilidad de nuestro entorno nos da el poder para cambiarlo”.

De la fuerza de la intención…

Nada fácil de escuchar cuando uno nace en una zona desfavorecida, enfrentando el hambre, la pobreza o la segregación. “Es cierto, admite Slavica Bogdanov, pero yo soy el ejemplo de que se puede trabajar. Vengo de una familia modesta. Cuando niña, yo era tremendamente tímida, los otros me trataban mal. Hasta 2006, toda mi vida era un fracaso: dos matrimonios desastrosos, una quiebra profesional, problemas de sobrepeso y de salud… No veía una salida. Hasta el día que me ofrecieron «El Secreto», así como «Secretos de una Mente Millonaria», de T.Harv Eker. Yo no tenía nada que perder, lo intenté. Dos años más después, mi vida había cambiado radicalmente”.

¿Cómo? Por experimentar gratitud por lo que tenemos, “buena manera de romper una espiral negativa”. Luego, parar de andar machacanado en aquello que nos ofende o no nos gusta, para concentrarse en un objetivo positivo, preciso, concreto. “¿Qué es lo que realmente quieres?”, pregunta «El Secreto». “Escríbelo en el presente. Visualiza el resultado, vibra ahora con el placer que te dará”. Cultiva esa perspectiva, repítelo como un mantra. Sigue el impulso que ello te da… Y ten confianza. En ti, en la vida, en tu capacidad para ganarte el éxito, en la magia del esfuerzo y el haz de conexiones que hará nacer. Actúa con fluidez, sin permitirle a la duda o a los riesgos que te hagan renunciar: poco a poco, la gente va a sentir el cambio de tu energía, los signos surgirán, que terminarán por crear las condiciones favorables para la realización de tu proyecto.

Bajo una etiqueta atractiva, la “ley” retoma los principios que se encontraban presentes en muchas sabidurías antiguas. “Todo lo que somos es el resultado de lo que pensamos”, dijo Buda. “El Karma dice que cosechamos lo que sembramos”, nos recuerda el sacerdote zen Ruth Ozeki. “Todos nuestros pensamientos, actitudes y acciones quedan grabadas y tienen una consecuencia, de ahí la necesidad de elegir con cuidado”. Una visión del mundo respaldada por algunos descubrimientos científicos: “Un día, al entrar en su oficina, la investigadora especialista en las emociones Sigal Barsade sintió que la atmósfera había cambiado”, dice la periodista Lynne McTaggart, autora de «El Vínculo». “Era un lugar común muy frío, donde nadie hablaba con nadie. De repente, todo el mundo hablaba. Sigal Barsade se dio cuenta de que un colega que andaba siempre de mal humor estaba de vacaciones. Cuando regresó, el ambiente volvió a ser como antes. Su investigación confirmó que nuestras acciones y comportamientos, así como los de los demás, eran contagiosos. Estudios en Harvard han demostrado que si somos felices, tendremos tendencia a tener amigos felices. No solo porque elegimos a la gente feliz, sino a causa de la propagación natural de la felicidad a lo largo de la red social. Compartimos la información a un nivel mucho más fundamental que el simple nivel mental, y constantemente nos sincronizamos con nuestras emociones”.

En el yoga, también existe la noción de Sankalpa, una semilla que se planta en la parte posterior de la cabeza en un estado de relajación profunda y, si la cultivamos, termina por germinar… “Va mucho más allá del pensamiento positivo”, dice Christian Mollenhoff, profesor de yoga y meditación en París. “Nuestros condicionamientos personales, educativos o culturales, dan forma a una amplia gama de ideas sobre lo que pensamos que podemos o tenemos que hacer en nuestras vidas. Estos prejuicios están tan arraigados que a menudo los dejamos controlarnos, sin cuestionarlos”. ¿Quiénes somos realmente? ¿Qué queremos, profundamente? ¿Por qué queremos aquello, exactamente?

… a aquella de la atención

Durante años, Esther Kasri-Wick, autora de la Guía Práctica para su Éxito, trató de vivir sus sueños.

“Yo siempre me decía: sé positiva, trabaja en tu mente. Me concentraba, tuve altibajos. Pero los altos eran de corta duración. Los bajos eran eternos”… Esto se debía a que ella hacía “un trabajo de repetición de afirmaciones en lugar de certezas y experiencias”.

Más allá del poder de la intención, la ley de la atracción conduce por lo tanto a la atención: tomar conciencia de los mecanismos que nos rigen, de las emociones y las ideas que nos asaltan.

A continuación, soltar la mente para intentar escuchar nuestros más profundos sentimientos, aprender a escuchar lo que tienen que decirnos e ir por aquello que nos hace vibrar, visceralmente, más allá de los deseos y las posturas externas, “sin ponerse a hacer muchas preguntas”, dijo Slavica Bogdanov.

Solo entonces, en esa búsqueda de vivirla precisamente en lugar de poseerla, la ley de la atracción tomará toda su fuerza. “Para atraer a sí mismo lo mejor, tienes que ser capaz de transformarte internamente”, dice Slavica Bogdanov. Lograr tu coherencia, tu resonancia, alimentar tu sentido de paz y plenitud… y darse cuenta que tal vez lo importante no es el resultado sino el camino. “¡Una vez que se alcanza un objetivo, muchos otros empiezan a completarse! Algunos sufren mucho para llegar allí, o tienen tanto miedo de perder sus logros, que no sienten satisfacción alguna. ¿Qué sentido tiene esto si el presente no es una buena vida? Para que la ley de la atracción funcione a plenitud, debe vivirse a plenitud todos los días. Cuanto más se abre uno camino, más se aprende, más se aprecia, más se irradia, se atrae más cosas buenas a uno mismo”.

Hasta alcanzar un “nivel de vibración” en el que el universo parece conspirar sorprendentemente para conceder nuestros deseos. “Mi vida se ha convertido en una serie de azares bienaventurados”, testifica Slavica Bogdanov. “Un último ejemplo: Hace dos años, me decidí a salir de Canadá (ya no podía soportar el frío). Yo me imaginé el lugar donde quería vivir… Ese invierno en una playa de Florida, sentí que debía ser allí: yo estaba en mi casa. Me daba cabezazos frente todos los cambios que esto implicaba, pero en tres semanas había vendido mis muebles y mi apartamento, había encontrado una casa allí, cambié la matrícula de mi carro, hice las transferencias bancarias. Las cosas se fueron haciendo por sí mismas, fue fascinante”.

Por supuesto que seguir la ley de la atracción no levanta todas las barreras – éstas son parte de la vida – pero se aprende a “verlas como oportunidades para un ajuste, como signos de un necesario cambio de dirección”, dice Esther Kasri-Wick. A aceptar, rebotar, abrirse a nuevas oportunidades, volver a encontrar más fácilmente su “vibración alta”…

Así que ¿qué deseas obtener? Para ti, para los demás. Porque, recuerda, “es un proceso de colaboración: nuestro ambiente se va creando tanto como nosotros mismos lo vamos creando”, dijo Lynne McTaggart. “Y llega un momento en la vida cuando todo lo que podemos desear es ayudar a otros a brillar también de más alegría y serenidad”, dice Slavica Bogdanov.

Fuente: http://www.inrees.com/articles/loi-attraction-nos-pensees-creent-elles-notre-realite/