Le preguntamos a Leonardo Varas, músico chileno, acerca del sentido del arte en el contexto del Simposio «Descubrimiento de lo humano – desde el campo del determinismo a la libertad». He aquí su respuesta:

«Para mí la música ha comenzado como una búsqueda de algo no muy claro, y poco a poco se ha ido definiendo, profundizando. Por un lado nace del gusto, de sensaciones y experiencias especiales difíciles de explicar pero que claramente dejan el deseo de volverlas a vivir una y otra vez sin la sensación de hastío.

Y resolví hacer de este oficio mi profesión, para poder sustentarme con este quehacer y poder dedicarme de lleno.

Pero también va surgiendo cada vez con mayor claridad la importancia del arte como una entrada a un estado libre de las ataduras típicas de lo cotidiano, en que todo suele girar en torno a la preocupación por la mirada de los demás.

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Y esto fácilmente se experimenta interpretando música ante los otros, sobre todo en un escenario, donde el ego se monta en uno y todo se centra en la imagen que se desea proyectar hacia los demás.

Entonces, he ido cayendo en cuenta de que para poder Interpretar música desde ese estado especial, es imprescindible hacer un “silencio interno”, lograr producir momentos de conexión con el presente (a través del fluir musical), y para esto es necesario echar mano a la observación de uno mismo, de todo aquello que provoca ruido, que impide “conectarse”, “despreocuparse”, suspender por un momento la autocensura, la crítica. En pocas palabras, manejar el oficio a la par que aprender  a jugar como un niño.

Y esto va produciendo una satisfacción, pero también creo que es una enseñanza para la propia vida, la vida como una obra artística, como un juego, un fluir musical y un presente silencioso.

Creo que esto es lo esencial del arte y me parece que es lo que consciente o copresentemente busca la gente.

Y es la tarea de un oficiante artístico, producir en él estos estados de dicha-silencio-locura y proyectarlos hacia los demás, como una antena repetidora que hable de lo inefable que habita en todo ser humano.

Por un lado el oyente, el “apreciante” experimenta en alguna medida esa sensación de satisfacción, pero también es estimulado, instigado a buscar eso también en su vida, esa poesía que él también vislumbra más allá de la rutina.

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El arte puede tener esa arista pedagógica, no sólo de virtuosismo interpretativo, sino del mensaje de liberación lúdica (sinónimo de interpretación musical en la mayoría de los idiomas) al alcance de todo aquel que quiera experimentar.

Creo que el arte es uno de los elementos indispensables en el Simposio del Centro Mundial de Estudios Humanistas, pues describe de manera práctica y en un lenguaje óptimo una síntesis de lo humano: el juego, la exploración, la transformación de la materia (forma, color, sonido, tiempo, concepto) y del mismo modo de sí mismo, en una constante búsqueda de lo bello, lo placentero, lo trascendente».