Por Luis Casado.-

¿Te acuerdas de Pedro García? Fue ministro de la Salud de Ricardo Lagos. En el año 2006 le entregó el cargo a Soledad Barría. Cuatro años más tarde, García le declaraba al semanario “Qué pasa” que él había dejado una deuda hospitalaria de 15 mil millones de pesos, y en ese momento estaba en 120 mil millones. Nuestro amigo Armen Kouyoumdjian –una vez más– tenía razón: el Estado de Chile se comportaba (¿se comporta?) como un cliente insolvente, poco confiable, mal pagador.

Era la época del superávit estructural, ¿te acuerdas? Plata había, pero Andrés Velasco la guardaba en el colchón “para la época de vacas flacas”.

Pedro García sólo jura por las concesiones a privados, en eso no se pierde, es un partidario de la “modernidad”. Según García es “una manera de hacer las cosas rápido y bien” (sic). Y a su juicio había urgencia. Para justificarla, agrega “Son una inmoralidad las condiciones en que se atiende a niños y adultos y la condición en que trabajan profesionales del Salvador, Barros Luco o Exequiel González” (resic). No lo digo yo, lo decía el ex ministro de la Salud de Ricardo Lagos. Decididamente, la herencia del primer gobierno de Bachelet no es muy brillante.

Lo que García no dice es que las concesiones suelen ser un botadero de plata pública y una fuente de lucro injustificado para la empresa privada. Conozco el caso del Hospital Público de Évry (CHSF), el más grande hospital de la región parisina. Manuel Valls, que era Alcalde de Évry es el actual Primer Ministro de Francia, esto no es broma.

Cuando el ‘concesionario’ entregó el edificio, su director casi se cayó de la silla: un control somero encontró más de 8 mil fallas, irregularidades, defectos y vicios técnicos. Lo cual provocó más de un año de retraso en su puesta en servicio, pero tuvo que comenzar a pagarle inmediatamente el ‘alquiler” al concesionario.

Ese modesto alquiler, de 40 millones de euros anuales, se prolongará durante 30 años, lo que da la bella suma de mil doscientos millones de euros. Inversión de la empresa concesionaria: € 344 millones. No es mal negocio.

La Contraloría Regional ya lo había denunciado: “Una simulación para un crédito de 344 millones de euros a 30 años da un costo final de € 757 millones, en vez de los 1.200 anunciados”. Si se le hubiese confiado el trabajo a los servicios públicos se hubiesen ahorrado € 500 millones. ¿Suena conocido?

Sin contar con que aún se observan riesgos sanitarios graves y serios conflictos sociales en razón del bendito contrato que le impide intervenir a los poderes públicos sin la previa autorización –y el correspondiente pago– al concesionario. Incluso cuando se quiebra el vidrio de una ventana. El ‘concesionario’ se reserva el derecho de repararlo, pero cobra tres o cuatro veces el precio: no hay lucro pequeño. Problemas en los circuitos de fluidos, habitaciones de psiquiatría no conformes, averías en el circuito de agua caliente, mala instalación de brazos articulados, defectos en la balneoterapia, ausencia de sala de lactancia en pediatría…

El director del hospital dice que recibió un edificio, no un establecimiento de salud. Pero tuvo que comenzar a pagar 40 millones de euros al año por un edificio que ni siquiera podía ocupar.

Para pagar, debió reducir los gastos corrientes: hay servicios sin personal, y por lo tanto esas instalaciones siguen desocupadas. Los sindicatos, que habían alertado sobre el descalabro que venía (como hacen ahora los funcionarios del Salvador en Santiago), tuvieron que entrar en huelga. El ministro de la Salud ordenó una investigación cuyos resultados… son secretos.

Manuel Valls, que en su calidad de Alcalde de Evry era presidente del Consejo de Vigilancia – actualmente es Primer Ministro de Francia– solicitó que se anulara la CPP (‘colaboración-público-privada’). No es de extrañar que todo haya ido a parar a los Tribunales de Justicia.

Cuatro años más tarde –me refiero a la época en la que Pedro García aseguraba “Son una inmoralidad las condiciones en que se atiende a niños y adultos y la condición en que trabajan profesionales del Salvador, Barros Luco o Exequiel González”– la publicación electrónica Primera Piedra –que no podría ser calificada de enemiga de la Concertación– titula en su última edición del 18 de agosto:

I. Especial Salud: todas las encuestas dan como primera prioridad de los chilenos la insuficiencia de las atenciones en salud: mala y tardía atención en Fonasa; poca cobertura y precios incrementales en Isapres. I.1. Ganancias de las Isapres en primer semestre de 2014 son las más altas en nueve años y aumentan en 45% con respecto a 2013.

Algo me dice que una cosa tiene que ver con la otra: mientras más lucro, peores servicios médicos.

Por piedad, y en honor a la brevedad, no me referiré a la GRAN reforma del primer mandato de Bachelet –la de la previsión– visto que con relación a la estafa de las AFPs cada cual sabe a qué atenerse.

Pero todo lo que precede no augura nada bueno para las reformitas en curso: uno tiene la ominosa sensación de que vamos p’atrás.