El pueblo judío ha legado grandes pensadores a la humanidad. Solo en el siglo XX podemos citar a Emmanuel Lévinas, Martin Buber, Günther Anders, Hannah Arendt, Walter Benjamin, Adorno, Horkheimer, Husserl, Hans Jonas, Sigmund Freud o Erich Fromm. Es una pequeña muestra de una lista inacabable. Ninguno aprobaría los crímenes del Estado de Israel en la Franja de Gaza. Lévinas habla de “una responsabilidad absoluta hacia el Otro”. La perfección moral consiste en asumir el cuidado del débil, del enfermo, del paria: “El Otro es el pobre y el despojado y nada de lo que concierne a este Extranjero puede dejarnos indiferente”. En la Operación Margen Defensivo, el Otro es el palestino, que vive hacinado en una estrecha franja de tierra, soportando un bloqueo que le escatima alimentos, medicinas, combustible, material escolar y material de construcción. Los bombardeos han dejado sin luz al 90% de Gaza y la destrucción de instalaciones de agua amenaza con privar a la población civil de un recurso que ya era escaso antes de una ofensiva criminal y despiadada. Ya han muerto 370 personas. Al menos, 72 eran niños, algunas fuentes hablan de un centenar de menores aniquilados por el fuego israelí. El 85% de las víctimas eran civiles: mujeres, ancianos y varios bebés. Los hospitales se hallan desbordados y, en algunos casos, las operaciones a vida o muerte se han llevado a cabo con la tenue iluminación de los teléfonos móviles. Los enfermos crónicos podrían morir al cortarse el suministro de medicinas. Jaled Hamad, un fotógrafo palestino, ha muerto al mismo tiempo que un conductor de ambulancia, mientras realizaban su trabajo. Israel ha manifestado que no se responsabiliza de la muerte de los informadores extranjeros: “Gaza y las áreas cercanas son un campo de batalla. Cubrir las hostilidades pone a los periodistas en riesgo para sus vidas”. El Tazhalno quiere testigos de sus crímenes. Saben que las fotos de niños palestinos masacrados están desatando una oleada de rabia e indignación en la opinión pública internacional. Es imposible demostrarlo, pero algunos periodistas han denunciado que Israel está empleando fósforo blanco, un arma química que produce quemaduras tan profundas que afectan al hígado, el riñón y el corazón, causando la muerte en la mayoría de las ocasiones. No constituiría una novedad. En 2010, Israel admitió que había empleado fósforo blanco en el bombardeo de zonas pobladas de Gaza. No hubo sanciones internacionales, pese a que la ONU elaboró un informe señalando que el fósforo blanco había alcanzado a colegios y hospitales.

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En su ya clásico ensayo El principio de responsabilidad (1985), el filósofo judío Hans Jonas escribe: “En cada niño que nace la humanidad da comienzo de nuevo frente a la muerte y, por tanto, entra en juego la responsabilidad por la continuidad del hombre”. Jonas nació en Alemania, se exilió cuando Hitler llegó al poder, combatió en las filas de la brigada judía del ejército británico, regresó a su tierra natal y, tras buscar a su madre, descubrió que había muerto en Auschwitz. Sionista convencido, se marchó entonces a Palestina y participó en la guerra árabe-israelí de 1948. Desencantado por el rumbo militarista del naciente Estado de Israel, rompió con el sionismo y pasó el resto de su vida en Nueva York, ejerciendo la docencia universitaria y publicando libros. Sus palabras nos sirven para comentar los crímenes del Tzahal en la Franja de Gaza. Matar a los niños palestinos no es un accidente ni un daño colateral, sino una forma de abortar la continuidad del pueblo palestino. La parlamentaria israelí Ayelet Shaked, diputada del partido Hogar Judío, una fuerza religiosa y agresivamente nacionalista, ha conseguido que las redes sociales le hayan asignado como apodo El Ángel de la Muerte, tras declarar que los terroristas palestinos “tienen que morir y sus casas deben ser demolidas. Son nuestros enemigos y nuestras manos deberían estar manchadas de su sangre. Esto también se aplica a las madres de los terroristas. Detrás de cada terrorista hay decenas de hombres y mujeres sin los cuales no podrían realizar atentados. Ahora todos son combatientes enemigos y su sangre caerá sobre sus cabezas. Incluso las madres de los mártires, que los envían al infierno con flores y besos. Nada sería más justo que siguieran sus pasos. Deberían desaparecer junto a sus hogares, donde han criado a estas serpientes. De lo contrario, criarán más pequeñas serpientes”. Recep Tayyip Erdogan, Primer Ministro de Turquía, ha comentado estas declaraciones, con razonable enojo: “Una mujer israelí dijo que las madres palestinas también deberían ser asesinadas. Y ella es un miembro del parlamento israelí. ¿Cuál es la diferencia entre esta mentalidad y la de Hitler?” Las palabras de Ayelet Shaked no constituyen una anomalía, sino el reflejo de la mentalidad predominante en la sociedad israelí. De hecho, ha comenzado a circular entre los soldados del Tzahal una camiseta con el dibujo de una diana sobre una palestina embarazada: “1 shot, 2 kills”. Al parecer es una camiseta bastante popular, que ya utilizaban algunos jóvenes judíos.

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Cuando se llega a estos extremos de odio, solo se puede hablar de una sociedad enferma que justifica y alienta un genocidio. Es la misma mentalidad de los alemanes que apoyaron a Hitler, celebrando el sufrimiento de los judíos europeos. Acusar de antisemitismo al que denuncia los crímenes de Israel siempre es el recurso más fácil y demagógico, ocultando que hay un deseo real de expulsar a los palestinos de sus hogares para consumar el sueño de un Estado exclusivamente judío, con una extensión que se corresponda en la medida de lo posible con las fronteras bíblicas. Según el Antiguo Testamento, Eretz Israel (Territorio de Israel) debería comprender la tierra existente entre el Nilo y el Éufrates: 46.000 millas cuadradas que abarcarían Siria, Líbano, la zona nororiental de Irak, la parte norte de Arabia Saudí, la franja costera del Mar Rojo y la Península del Sinaí. Es imposible realizar esta utopía veterotestamentaria, pero muchos líderes israelíes han considerado y consideran que la actual Cisjordania solo es en realidad Judea y Samaria, dos provincias deEretz Israel. Los palestinos deberían abandonar esa tierra y diseminarse por Jordania o Siria. Dado que no es posible forzar una nueva Nakba (el desplazamiento forzoso de casi un millón de palestinos provocado por el recién nacido Israel en 1948), Netanyahu y los que le precedieron han preferido impulsar las colonias ilegales en Cisjordania, apropiándose del 80% de las capas freáticas del subsuelo. Sin el control de los recursos hídricos, la Autoridad Nacional Palestina no podría garantizar la subsistencia de la población, lo cual provocaría una emigración forzosa, una forma de limpieza étnica que no despierta tanto rechazo como las operaciones militares.

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En cuanto a Gaza, a veces es inevitable pensar que podría aplicarse al gobierno israelí el mismo razonamiento utilizado por el prestigioso filósofo judío Erich Fromm para describir la psicología de Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda e Información del Tercer Reich: “Cuán débil y vacío se siente uno cuando no puede ejercer el poder sobre alguien y de qué modo ese poder le proporciona nuevas fuerzas”. Bombardear la Franja de Gaza cada cierto tiempo ayuda a recordar al mundo la potencia militar de Israel y proporciona a la sociedad israelí un tranquilizador sentimiento de fuerza y seguridad. Ni Estados Unidos ni la UE aplicarán sanciones, pues Israel es una pieza clave en el control de Oriente Medio. El resto del mundo puede protestar, pero sus quejas son irrelevantes y efímeras. Hay una razón más por la cual el Estado de Israel mata a los niños palestinos. Lo explica Manlio Dinucci en “Gaza: el gas en la mirilla” (Red Voltaire, 18-07-14): “Para encontrar una de las causas del ataque israelí contra Gaza hay que profundizar porque esa causa se halla exactamente a 600 metros por debajo del nivel del mar y a 30 kilómetros de la costa de la Franja de Gaza. Allí, en las aguas territoriales palestinas, se encuentra un importante yacimiento de gas natural, el llamado Gaza Marine, estimado en 30.000 millones de metros cúbicos y de un valor de varios miles de millones de dólares. Según un mapa elaborado por la agencia gubernamental estadounidense U.S. Geological Survey también existen otros yacimientos de gas y de petróleo en tierra firme, en Gaza y en Cisjordania”. En 1999, Yasser Arafat llegó a un acuerdo con British Group y la compañía privada palestina Consolidated Contractors para explotar Gaza Marine. La titularidad de las acciones se repartiría del siguiente modo: un 60% para British Group, un 30% Consolidated Contractors y un 10% para el Fondo de Inversiones de la Autoridad Nacional Palestina. Se perforaron dos pozos, pero Israel los bloqueó, pues desea apoderarse de Gaza Marine. Tony Blair, representante delCuarteto Diplomático para la Paz en Oriente Medio, gestionó un acuerdo que reservaba tres cuartas partes de los futuros ingresos del gas para Israel, excluyendo a los palestinos de cualquier derecho. El resto de los ingresos se depositaría en una cuenta internacional bajo control de Washington y Londres. Hamás ganó las elecciones en 2006 y afirmó que el acuerdo constituía un robo, asegurando que se opondría a él por todos los medios. Moshe Ya’alon, Ministro de Defensa israelí, respondió: “el gas no podrá extraerse sin una operación militar que ponga fin al control de Hamás en Gaza”. En 2008, la Operación Plomo Fundido convierte la amenaza en una mortífera incursión que provoca la muerte de 1.400 palestinos, la mitad civiles. En 2012, la Autoridad Nacional Palestina negocia con Israel la extracción y explotación del gas, con la oposición de Hamás. Ante su oposición, Mahmud Abbás busca un nuevo socio. Se reúne con Putin el 23 de enero de 2014 y se discute la posibilidad de que la poderosa compañía rusa Gazprom explote el yacimiento. Abbás anuncia un plan de cooperación bilateral con Rusia, que incluye la explotación de un yacimiento de petróleo situado cerca de Ramallah y la construcción de una central termoeléctrica. La reconciliación de Hamás y Al Fatah, escenificada con un apretón de manos entre Ismail Haniya y Mahmud Abbás, fortalece el proyecto de un acuerdo con Rusia en el sector energético. Diez días más tarde se produce el secuestro de tres adolescentes judíos, un acontecimiento pronosticado unas semanas antes por el jefe del Mossad, Tamir Pardo. El 30 de junio los jóvenes aparecen muertos. Circulan rumores sobre una Operación de Bandera Falsa, pero nadie les presta atención. “Ya hay una casus belli”, apunta Manlio Dinucci. La Operación Margen Protector no es un castigo a Hamás, sino parte de una estrategia de Tel Aviv para adueñarse de “las reservas energéticas de toda la cuenca del Levante, incluyendo las de Palestina, las del Líbano y las de Siria”. De paso, Israel y Washington dejan fuera de juego a Rusia, que no cesa de retroceder en la región, cada vez más hostigada en todos los frentes por Estados Unidos, principal artífice del conflicto ucraniano. ¿Ha instigado el Pentagono el derribo del Boeing 777 deMalaysia Airlines, vuelo MH17, donde han muerto 298 personas? Según las agencias de noticias rusas Interfax y RT, los colores del Boeing se parecen mucho a los del avión presidencial, que en ese momento volaba hacia la cumbre del BRICS-Unasur en Brasil. Una fuente anónima de la Aviación de Rusia ha declarado: “Puedo decir que el avión presidencial y el Boeing de Malaysia Airlines se cruzaron en el mismo punto y en el mismo corredor. Esto sucedió cerca de Varsovia en el nivel de vuelo 330a a una altitud de 10.100 metros. El avión presidencial estaba allí a las 16.21 hora local (12.21 gmt) y el avión de Malaysia Airlines a las 15.44 (11.44 gmt). El contorno de ambas aeronaves se parece, las dimensiones lineales también son muy similares y en cuanto al color del avión, a una distancia lo suficientemente grande, también es casi idéntico”. Poco después otras fuentes atajaron la especulación, señalando: “Putin solo tiene un jet, Board One, no viaja en otros aviones. Ese avión siempre parte de Vnukovo 3, pero el avión presidencial no ha viajado sobre Ucrania desde hace tiempo”. RT descartó la hipótesis que había contribuido a propagar, pero la verdad tal vez no se conozca nunca. Es incuestionable, no obstante, que existe un conflicto de intereses políticos, comerciales y geoestratégicos entre la Federación Rusa y los Estados Unidos. Tanto la fallida Revolución Naranja ucraniana de 2004 como la Revolución Gris en curso responden al objetivo de boicotear las rutas comerciales del gas ruso como un primer paso hacia un ambicioso objetivo: desmantelar la Federación Rusa, repitiendo la jugada de Washington y Bonn –capital de la antigua RFA- en Yugoslavia. La Guerra Fría ha vuelto, pero sin su trasfondo ideológico.

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Mientras tanto, siguen cayendo las bombas en Gaza. Solo en el barrio de Shejaiya, al este de la capital, han muerto 62 palestinos y 400 han resultado heridos. Putin no se equivoca al afirmar que “la política más dura y agresiva la practica Estados Unidos”, pues Israel es su estado 51 y no se atrevería a cometer matanzas de civiles palestinos sin su consentimiento. Los periodistas y los extranjeros están abandonando Gaza. El Tzahal no quiere más fotografías de niños carbonizados, mutilados y agujereados. Es muy fácil odiar al Estado de Israel en estos días, pero la prioridad no es odiar, sino comprender y solidarizarse con las víctimas. Judíos y palestinos podrían vivir en paz en un estado binacional, laico y democrático, pero la política exterior de Estados Unidos apunta en otra dirección. Yo no odio al pueblo judío, pero sí experimento un profundo desprecio hacia los asesinos, ocultos bajo la égida de políticos sin escrúpulos, como Obama o Netanyahu. Soy escéptico. No creo en Dios, pero pienso que debe existir un mañana para los inocentes inmolados por el poder político y financiero. Sin esa expectativa, la historia de la humanidad solo es un canto a la crueldad.

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