Por Beto Almeida, Emir Sader y Valter Xéu

 

Foto: Miguel Romero / Divulgación Presidencia de la República

Para Rafael Correa, presidente de Ecuador, el aturdimiento en que cayeron las antiguas derechas nacionales e internacionales después de la «debacle” del neoliberalismo ya fue superado; en este momento, se observa claramente una coordinación de las fuerzas reaccionarias mundiales, continentales y nacionales

En su reciente paso por Brasil, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, concedió una entrevista exclusiva a Brasil de Fato. Además del periodista Beto Almeida, que representaba al diario y a la TV Ciudad Libre, de Brasilia, también participaron de ella el periodista Valter Xéu, de la página Patria Latina, y el sociólogo Emir Sader.

Correa –que gobierna Ecuador desde 2007 y pretende competir en la reelección en 2017– estuvo en Brasil para participar de la reunión de Unasur, que reúne a países de América del Sur, con los Brics, integrado por China, Rusia, Brasil, Sudáfrica e India.

El presidente ecuatoriano, que defiende la existencia de leyes que limiten el poder mediático, también cree que, en este momento, está en marcha en América Latina una «restauración conservadora”, que tiene como objetivo poner fin al ciclo de gobiernos progresistas que emergió en el continente en los últimos años.

 

Emir Sader – Presidente, después de su primera elección, usted dijo que no era otra época de cambios, sino un cambio de época para América Latina y Ecuador. Con estos últimos acontecimientos, ¿podemos decir que estamos empezando a salir de un mundo unipolar, como el de la Guerra Fría, en dirección a la construcción de un mundo multipolar?

 

Rafael Correa – Existe un cambio de época. Comenzamos un nuevo ciclo en América Latina, cuando muchos gobiernos progresistas llegaron a la región ante la debacle [cambio brusco que acarrea desorden o ruina financiera] neoliberal. Las derechas nacionales e internacionales estaban aturdidas por su falta de proyecto, por ese fracaso estruendoso del neoliberalismo, sobre todo en nuestra América Latina. Por eso hablé de un cambio de época. No eran simples reformas que se planeaban de acuerdo con los modos existentes, sino cambios profundos, históricos. Cambios en las relaciones de poder, en las transformaciones de nuestros Estados burgueses en Estados populares con la llegada de Hugo Chávez, Lula da Silva, el Partido de los Trabajadores, Tabaré Vasquez en Uruguay, Evo Morales en Bolivia, Michelle Bachelet en Chile, la revolución ciudadana en Ecuador… Sin embargo, tenemos que estar muy atentos. Probablemente, se inicia un nuevo ciclo conservador, que llaman restauración conservadora. Ese aturdimiento en que cayeron las antiguas derechas nacionales e internacionales, después de la debacle del neoliberalismo y de la llegada de tantos gobiernos progresistas, ya fue superado. Claramente, se ve una coordinación de las fuerzas reaccionarias mundiales, continentales y nacionales. Yo creo que América Latina jamás permitirá volver completamente al pasado. Pero mucho de lo que se ganó se puede perder. Esta nueva correlación de fuerzas, en favor de las grandes mayorías, que los gobiernos progresistas consiguieron obtener, puede revertirse. Basado en las mentiras –de lo que Gramsci llamaba cultura hegemónica– transmitidas por los medios de comunicación, que hacen que los po­bres crean que lo que es bueno para las elites es bueno para ellos, mientras siguen en esa condición de explotación histórica que siempre padeció nuestra América. Tenemos que estar muy atentos en este sentido. En relación con la otra pregunta, si este encuentro de bloques significa otro cambio de época, puede ser. Estamos empezando. Como usted dijo, en la última década vivimos en un mundo unipolar donde, claramente, América Latina salió perjudicada. Perdimos importancia. Antes, se preocupaban un poco más por América Latina para evitar que se infiltrara el comunismo, etc. Cuando pasamos a un mundo unipolar eso ya no era prio­ritario. Y América Latina salió perdiendo con ese mundo unipolar. La manera de cambiar este orden mundial, que no es sólo injusto sino inmoral, todo en función de los más fuertes, de los países hegemónicos, del gran capital financiero, el capital del peor tipo, el capital especulativo, los fondos buitres –un ejemplo clamoroso en el caso de Argentina–, la manera de cambiar ese orden mundial y transformarlo en un mundo multipolar con un mayor equilibrio del poder, mayor justicia, mayor participación, sólo puede ser en función de bloques. Ecuador solo no va hacer absolutamente nada. Brasil un poco, puede aumentar la economía, 200 millones de habitantes, pero un país como Ecuador y otros países latinoamericanos, es poco lo que podemos hacer aislados. Entonces, tenemos que consolidar nuestros bloques, en este caso la Unasur. Qué bueno que los Brics se están consolidando. Qué bueno que haya encuentros entre esos bloques. Es una gran esperanza. Pero sin embargo, falta ver si realmente es el comienzo de un nuevo ciclo de transformación del orden mundial en un orden multipolar.

 

Beto Almeida – Esta reunión que ocurrió aquí, entre Brics y Unasur, que tiene un desdoblamiento muy importante a escala internacional, puede reivindicar también una articulación política. El presidente Chávez hablaba de una Quinta Internacional. Otros hablan de la conformación de un campo antiimperialista internacional. ¿Cómo sería la conformación de una iniciativa así, a escala internacional, política, de iniciativas que sustenten las coordinaciones económicas, con los bancos que están naciendo, pero en el campo exclusivamente de la política antiimperialista?

 

Rafael Correa: Mire, debemos ser muy realistas. Son buenas noticias las conformaciones de esos bloques alternativos que buscan romper la hegemonía de uno o dos países o regiones a nivel mundial. Pero no quiere decir que todos los Brics tengan gobiernos progresistas. No es que dentro de la Unasur todos sean gobiernos progresistas. Tenemos que estar muy atentos y saber hasta dónde podemos llegar. Pero ya es mucho presentar alternativas, por ejemplo, en la arquitectura financiera regional. Para no depender de los mismos todo el tiempo. Eso es lo que están proponiendo los Brics con su fondo de reservas, con su banco de desarrollo, incluyendo el intercambio, con la compensación de comercio, y comercio en moneda propia, como ya estableció Brasil con China. Entonces, independientemente de la orientación ideológica de de­terminados gobiernos dentro de los Brics, éstos ya son pasos importantes para un mundo un poco más justo, un mundo menos concentrado, con menos con­centración de poder. Ojalá también podamos profundizar el diálogo político, pero insisto, no nos engañemos. No todos los gobiernos del Brics o de la Unasur son progresistas; sin embargo, llegaremos a un consenso en función de nuestros inte­reses, si es un gobierno de derecha o izquierda, buscando una nueva arquitectura financiera, buscando que los medios de pagos internacionales no pasen por Estados Unidos, porque una decisión de Estados Unidos puede ser quebrar a la Argentina. Sinceramente, porque tienen la capacidad de confiscar todos los pagos que pasan por ese país. Entonces, buscando alternativas, sólo eso, ya serían pasos gigantescos hacia un mundo menos injusto y hacia más oportunida­des para las nuevas economías emergentes.

 

Valter Xéu – Señor presidente, durante su mandato, los índices de salud y educación en su país crecieron mucho. También la erradicación de la pobreza. ¿Cómo explica usted que Ecuador, una economía pequeña, haya logrado alcanzar índices que países de economía mucho más fuerte no alcanzaron todavía?

Rafael Correa: El cambio en las relaciones de poder. El desarrollo es básicamente un proceso político. ¿Por qué América Latina no se desarrolló y América del Norte sí? Teniendo más recursos, teniendo más tecnología, teniendo civilizaciones consolidadas, como los mayas, aztecas, incas… La pregunta y la respuesta son complejas, el gran enigma del desarrollo. Pero, ciertamente, una de las respuestas es el tipo de elite que nos dominó históricamente. Una elite excluyente, que concentró el poder, que impidió que los otros disfrutaran del progreso técnico… Por eso, el comienzo del proceso de desarrollo es político. El cambio de las relaciones de poder. Lo que logramos en Ecuador es porque quien manda es el pueblo ecuatoriano. Porque de un Estado burgués lo estamos convirtiendo en un Estado popular, en función de las grandes mayorías. Muchos de los recursos estaban allí, como por ejemplo el recurso petrolífero. De cada 100 barriles, 80 se los quedaban las petroleras. En tres años, renegociamos los contratos y cuatro petroleras dejaron el país, que vayan con Dios… Pero ahora es exactamente la proporción inversa. De cada 100, 80 quedan para el pueblo ecuatoriano. Se pagaba una deuda ilegítima hasta por anticipación. Entonces, eran recursos que estaban ahí, pero en las manos equivocadas. ¿Y cómo lo logramos? Porque ahora hay un gobierno y un Estado que refleja el bien común. Funciona basado en las grandes mayorías, hubo un cambio en la relación de poder en función del poder popular. Sin embargo, ese proceso tiene un límite, límites externos. Cuando vean que el éxito de Ecuador es peligroso, seremos atacados por todos lados. Que nadie lo dude. Mucho depende de nosotros, pero hay restricciones externas. Esos tratados de protección recíproca de inversiones, como ocurre con el caso Chevron, que podría haber quebrado a Ecuador. El Grupo de Acción Financiera (Gafi) que nos imponen a los países del Tercer Mundo, lo que nunca cumplen los países desarrollados. Ah, es para controlar el lavado de dinero, el financiamiento de terroristas, una serie de condiciones que no cumplen los países desarrollados. Y ésos son los países donde están los paraísos fiscales. Entonces, hay una culpa moral internacional terrible. Y todos los derechos de propiedad… el conocimiento se privatiza. Cuando el conocimiento, que es un bien público, mientras más gente tenga acceso a ese conocimiento ya creado, mayor será el bienestar social. Pero los bienes ambientales deben ser consumidos gratuitamente, ni siquiera se habla de Kyoto. Y los bienes ambientales nosotros los producimos. Y es caro producir bienes ambientales. Conservar la selva, etc., porque es un recurso natural. Hay restricciones externas que sólo podremos enfrentar con la integración. Y no sólo eso. Un primer paso en nuestro proceso ha sido asegurar de la mejor manera los recursos existentes. Una etapa siguiente será crear más recursos, crear más riquezas. Y ahí es donde el socialismo siempre falló un poco. Debemos hablar de esas cosas. El socialismo habló mucho de justicia social, pero habló poco de eficiencia, y el socialismo moderno tiene que hablar de eficiencia.

 

Emir Sader – Frente a la debilidad de los partidos de derecha latinoamericanos en particular, los monopolios de los medios de comunicación hacen las veces de partidos de oposición. Ustedes avanzaron bastante en la democratización de los medios de comunicación. ¿Cuál es el modelo actual de formación de opinión pública democrática?

Rafael Correa: Nuestros principales adversarios son los medios de comunicación que, como usted mismo dijo, ha tomado descaradamente el lugar de los partidos políticos de derecha. Porque, ¿a quién pertenecen los medios de comunicación en América Latina? ¿A los pobres o a las oligarquías? Ése es un instrumento para mantener el status quo. Pero tenemos que avanzar con mucho cuidado. Ha sido una lucha enorme. No lograron vencer al gobierno, por la credibilidad que éste tiene, pero más del 90% de los medios de comunicación en Ecuador están en manos privadas. Claro que hay toda una propaganda de que Correa ha acumulado medios de comunicación porque tenemos uno de los periódicos nacionales de los seis existentes –locales y regionales existen más de doscientos. Porque tenemos dos canales, de banqueros que huyeron y rescindimos los canales, de los seis o siete canales nacionales, pero existen decenas de canales regionales. Porque rescatamos la radio Nacional, pero existen unas mil estaciones de radio. Entonces, con esto se engaña el pueblo: «¡Cuánto poder acumulado por el gobierno y todos los medios están en manos públicas!”. Pero la realidad es que ni el 10% de los medios de comunicación son públicos, y no hablo sólo del gobierno central, sino de municipios, asambleas, universidades públicas… El resto sigue en manos privadas. Una lucha enorme en el área de la comunicación es una contradicción de base. La comunicación es un derecho. Y es algo fundamental para la cohesión social, para la convivencia. Y de acuerdo con el modelo capitalista, ese derecho, ese servicio, es provisto por negocios privados que apuntan al lucro, una contradicción en sí misma. Entre lucro y derecho. Y, por definición, entran en conflicto. Entre garantizar un derecho y un negocio que apunta al lucro, por definición, va a prevalecer el que apunta al lucro. Pero es claro que no se busca sólo el lucro. Se busca poder. Ésa es una forma de dominar. Todo poder debe tener control social. Poder político, poder económico, poder social, poder religioso, poder mediático. Pero cuando se trata de poner límites a ese poder mediático es un atentado a la libertad de expresión. Es totalmente inconsistente. Cuando hablamos de poner límites al poder político todos aplauden, incluso el poder financiero aplaude. Cuando se habla de poner límites al poder mediático, es un atentado a la libertad de expresión. Es la capacidad que tienen esos negocios para, defendiendo sus intereses, hacer que el pueblo crea –lo que decía Gramsci en relación con la cultura hegemónica–, que están defendiendo los derechos del pueblo. Entonces, tenemos que decir claramente que esto es un problema planetario, pero sobre todo en América Latina, porque la prensa latinoamericana sobrepasa todos los recordsen relación con la falta de ética, concentración de propiedad, falta de profesionalismo, manipulación política, etc.

 

Beto Almeida – Ante esas articulaciones en el campo monetario, económico, financiero, que representan la Celac, Unasur, el Mercosur… parece haber también una necesidad de que nazca un periodismo de integración porque sólo existe un periodismo de desintegración. En relación con la Copa, parecía que iba a ser un fracaso porque los medios la presentaron como si fuese a ser un fracaso inevitable, y no lo fue. También presentan todos esos eventos, como la reunión de los Brics con Unasur como si no fuese nada, como si no fuese un momento histórico porque el tipo de periodismo que difunde la noticia es el de desintegrar, separar, como si el pueblo no pudiera tener una aptitud para la solidaridad, la cooperación. ¿Cómo ve usted la necesidad de otro periodismo?

 

Rafael Correa: Es que, precisamente, del diagnóstico saldría una solución. El problema base es que sea un derecho, ya que este bien fundamental para la cuestión social está en manos privadas. Es un negocio privado, con el propósito de lucrar. Además, es una propiedad privada altamente concentrada en las manos de las oligarquías. En Ecuador, los medios nacionales son propiedad de media docena de familias. Me dijeron que en Brasil, un país mucho mayor, es propiedad de hasta de menos familias. De ahí se deriva la solución. Tener muchos más medios comunitarios, sin fines de lucro, que busquen ejercer el verdadero periodismo, sin esa contradicción fundamental entre lucro y garantizar un derecho. Tener más medios públicos, lo que no significa que sean medios del gobierno, sino de la sociedad, de la ciudadanía, con control social. No sólo medios públicos del gobierno central, sino también de gobiernos municipales, de universidades. Con la nueva Constitución de Ecuador se regula que por lo menos la frecuencia para medios audiovisuales en el espectro radioeléctrico se distribuya un tercio para el sector privado con fines de lucro, un tercio para el sector público y un tercio para el sector comunitario, sin fines de lucro. Se trata de una lucha durísima porque significa quebrar la espina dorsal del poder mediático del país. O sea, la gran parte de este espectro, que es propiedad de todo el pueblo ecuatoriano, todavía está concentrado en medios privados. Entonces, tenemos que ir disminuyendo la proporción de los privados, au­mentando la proporción de los comunitarios y públicos. Pero habrá denuncias de que estamos atentando contra la libertad de expresión porque reducimos la proporción de medios privados audiovisuales para repartir el espectro en sectores comunitarios y públicos. Es una de las respuestas entre otras medidas que se pueden tomar para que tengamos un periodismo mucho mejor, que en lugar de desintegrar, integre; no desinforme; no manipule; sino que comunique.

 

Beto Almeida – Porque existe una universidad para la integración creada por Lula aquí en Brasil, la Unila; la Escuela Latinoamericana de Medicina, en Cuba, pero también sería necesario un periodismo con otra perspectiva…

 

Rafael Correa: Es fundamental. Uno de los grandes desafíos de la humanidad del siglo 21 es vencer a ese poder mediático, que tiene fuertes mecanismos para hacer creer que criticar a esos negocios de comunicación es atentar contra la libertad de expresión. O sea, si uno critica al poder financiero, prácticamente, todo el mundo va a aplaudir. Pero, cuando se critica al poder mediático, mucha gente va a decir que estamos cometiendo un atentado contra la libertad de expresión. Tenemos que superar ese engaño.

 

Emir Sader – Recientemente, ustedes fundaron una nueva universidad, basada en la idea del «conocer bien”, del saber común. ¿Cuál es la naturaleza de este nuevo proyecto que están desarrollando?

 

Rafael Correa: En realidad, creamos cuatro nuevas universidades. ¿A cuál se refiere? Me parece que usted se refiere a la Ikiam [Universidad Regional Amazónica], en la selva. Aprovechando esa ventaja enorme que es la selva amazónica, el mayor y mejor laboratorio natural del mundo, y a diferencia de Brasil donde la floresta amazónica está bastante distante de las grandes ciudades, aquí en Ecuador, en tres horas y media, saliendo de Quito, se puede estar en plena selva amazónica, donde la Ikiam está ubicada. Creamos esa nueva universidad, llamada Ikiam, que en la lengua shuar, una de las tantas lenguas ancestrales que tiene nuestro país, significa «selva”, ya que está en el medio de una reserva natural de cerca de 900 km², para ser una universidad a nivel mundial, básicamente para, en el caso nacional, atender a la región amazónica que prácticamente carecía de universidades o eran universidades de pésima calidad… en el medio de la selva, orientada al bioconocimiento. Entonces, puedo garantizarles que será una universidad única y con ventajas irrepetibles en esta clase de estudios: de biodiversidad, de bioconocimiento.

 

Valter Xéu – Volviendo a hablar sobre el terrorismo mediático. A comienzos de su gobierno, hubo una fricción con la empresa brasilera Norberto Odebrecht y a la prensa brasilera sólo le faltó decir al Planalto que invadiera Ecuador. La prensa independiente fue la que comprendió las razones de Ecuador y lo defendió. En aquella época, eso creó un cierto malestar dentro del gobierno. Actualmente, ¿cómo están las relaciones bilaterales entre Ecuador y Brasil?

 

Rafael Correa: Hasta el momento, son extraordinarias, con Dilma y con Lula también. Pero, en ese momento, allá atrás, nos sacaron hasta el embajador, sin embargo, el tiempo nos dio absolutamente toda la razón. La Odebrecht reconoció su error. Era una hidroeléctrica mal construida, que entró en colapso. Reparó la hidroeléctrica, asumiendo los costos como tenía que ser. Y ahora está trabajando, normalmente, en Ecuador y ganando muchos contratos.

 

Beto Almeida – Sabemos que a usted le gusta bastante hablar sobre el papel de las ONGs porque hay ONGs y ONGs… Aquí tuvimos una experiencia muy siniestra. Algunas ONGs están promoviendo manifestaciones que promueven la violencia gratuitamente, para destruir edificios públicos, instalaciones públicas, metros… En Venezuela, sabemos lo que ocurrió… las «guarimbas” [protestas y bloqueos] con muchas ONGs financiadas por fundaciones externas de países ricos que están actuando. Pero éste es un nuevo proceso que algunos llaman «la cara social del neoliberalismo”… porque estamos también enfrentando eso aquí en Brasil en este momento…

 

Rafael Correa: Es un problema gravísimo, con bonitos embalajes, porque quien va a llamarlo, por ejemplo, aquí tenemos nuestro grupo de «desestabilización de gobiernos progresistas”… lógico que no van a llamarlo así, van a poner nombres bonitos: ONG, organizaciones sociales, representantes de la sociedad civil. Recuérdese que siempre se presentan con nombres bonitos. En Chile, cuando estaba Pinochet, se hablaba de un Chile libertario… Nuestras elites siempre hablaron de democracia, pero cuando la democracia podía cambiar, algo se terminaba con la democracia, una democracia de conveniencias. Tenemos que estar atentos con esto. Todos creemos en el accionar de las organizaciones sociales, no gubernamentales, pero cuidado, porque ésta es una nueva estrategia de infiltración en nuestros países. Como ya dijo Álvaro García Linera, el vicepresidente de Bolivia, no es que sean organizaciones no gubernamentales, sino que son organizaciones de otros gobiernos, trabajando en nuestros territorios para imponer una serie de restricciones y condicionamientos, en función de los intereses de las grandes potencias. Por ejemplo, todo esto siempre y cuando «no toquen los recursos naturales”, «mantengan la selva intacta”… Claro, y nosotros, tontos útiles produciendo bienes ambientales, para que los grandes contaminadores sigan consumiendo sus bienes ambientales en forma absolutamente gratuita porque ni siquiera se comprometen con Kyoto. Entonces, no podemos cumplir ese papel que nos quieren designar en la nueva división del trabajo a nivel internacional. Ellos produciendo conocimiento que privatizan y nosotros produciendo bienes ambientales que ellos consumen gratuitamente. Pero esas ONGs no funcionan sólo en este sentido, claramente, nosotros tenemos todavía ONGs en Ecuador, ya no más financiadas por USAID, que se fue de Ecuador, sino por la NED, la extrema derecha estadounidense, para «capacitación política”, «per­feccionamiento de la democracia”, en otras palabras, activar a líderes locales de oposición a nuestro gobierno para ver si nos desestabilizan. Entonces, América Latina debe estar muy atenta. Y las propias organizaciones sociales, las verdaderas ONGs y las ONGs patriotas, nacionalistas, deben estar muy atentas a esto porque muchas veces se cae en el engaño, y con un espíritu de cuerpo, defienden ese «onguismo”, que es una manera de infiltrarse en nuestros gobiernos. Y ya que tocó el tema, las organizaciones sociales de izquierda en América Latina deberían hablar, de manera más clara, porque composiciones, algunas veces extremas, perjudican a los procesos progresistas. Vea el reconocimiento que ha alcanzado el proceso ecuatoriano y, aún así, cuánta crítica tenemos de supuestas organizaciones sociales de izquierda en Ecuador que no entienden lo que es gobernar, no entienden los dilemas, las decisiones que se tienen que tomar y defienden la naturaleza firmemente como si nosotros no la defendiéramos. Y que hasta inclusive para defenderla, necesitan recursos y, para esto, no se duda en aprovechar los recursos naturales. Entonces, esa posición de supuestas ONGs, organizaciones sociales de izquierda nacionales –ecuatorianas, bolivianas, venezolanas– que dicen que «no se toquen los recursos naturales”… Imagine lo que sería de Venezuela sin el petróleo. Imagine lo que sería de Bolivia sin el gas. Eso es suicida y proponen esas cosas. Hay pronunciamientos claros de organizaciones sociales de izquierda en ese sentido… Porque aunque usted no lo crea, es también el caso ecuatoriano, seguramente.

Traducción: Daniel Barrantes – barrantes.daniel@gmail.com