Jóvenes activistas del movimiento 20 de febrero son el blanco principal de la represión que han desplegado las autoridades marroquíes en los últimos meses.

«Estamos mejor que a principios de la monarquía de Hassan II, pero peor que antes de las movilizaciones», dice el activista marroquí Nadir Bouhmouch.

A pesar de la represión, proliferan más ejemplos de «artivismo», de creatividad como forma de resistencia.

Por Leila Nachawati para Desalambre

A pesar de las reformas emprendidas en Marruecos tras las movilizaciones de la Primavera Árabe, en los últimos meses se percibe el aumento de la represión contra cualquier forma de disidencia, en especial contra los activistas más jóvenes, cada vez más numerosos. Unas prácticas que recuerdan a los peores tiempos del rey Hassan II.

Cuando estallaron las movilizaciones ciudadanas que sacudieron Oriente Medio y Norte de África en 2011, algunos regímenes de la región reaccionaron reprimiendo las protestas con una brutalidad extrema. Otros, como Marruecos o Jordania, anunciaron reformas más o menos cosméticas con vistas a apaciguar a la población. En el caso de Marruecos, más de tres años tras el inicio del movimiento 20 de febrero, cuesta identificar el verdadero impacto de las elecciones de 2011 y las reformas constitucionales emprendidas.

A través de su cuenta de Twitter, el periodista Omar Radi ha alertado sobre los abusos contra activistas durante las últimas protestas, y del recrudecimiento de las prácticas de arrestos, palizas, y detenciones arbitrarias, que recuerdan a las de los años de Hassan II, calificándolas como  « el regreso a los años de plomo » . La Asociación Marroquí por los Derechos Humanos lleva meses denunciando los abusos contra manifestantes y activistas, que sufren una intimidación policial cada vez mayor. La brutalidad policial y las denuncias de tortura se cuentan también entre las principales acusaciones de abusos por parte de grupos internacionales de derechos humanos, acusaciones que el régimen niega.

Lo que sin duda no ha cambiado es lo intocable de la figura del monarca, y la represión brutal contra quienes se atreven a alzar la voz contra esta institución. Es el caso de once jóvenes activistas detenidos por las autoridades marroquíes tras entonar eslóganes antimonárquicos. Con las madres de los detenidos llamando a una sentada pacífica por su liberación, que ya se difunde en redes sociales con la etiqueta #FreeKoulchi , la detenciones parecen ser el detonante de un nuevo estallido popular .

Según el cineasta Nadir Bouhmouch, cuyas críticas al régimen se han plasmado en documentales y en su propia asistencia al Festival de Cine del Sáhará Occidental, la represión se centra en los jóvenes del  movimiento 20 de febrero porque simbolizan la ruptura con décadas de censura y miedo.

«Nuestros padres vivieron la represión de los años de plomo, los del rey anterior, Hassan II, y aunque se suavizó al llegar su hijo al trono, todavía llevan el miedo interiorizado. Por eso hay tanto empeño en anular esas voces que se alzaron en 2011, es el único modo de volver a la situación de impunidad anterior», explica en conversación con eldiario.es.

También son el blanco de la represión los artistas y creadores que desafían con su trabajo los discursos oficiales. Es el caso  del joven rapero Mouad Belrhouat, apodado El-Haqed («furioso», «indignado») y conocido por su papel en las manifestaciones de 2011. El rapero fue arrestado el pasado 18 de mayo a la entrada de un partido de fútbol, después de que un policía le dijese, según testigos: «Tengo cuentas que saldar contigo».

Las letras de El-Haqed, residente de uno de los barrios más empobrecidos de Casablanca, son conocidas por sus fieras críticas [en árabe] a la corrupción y a la brutalidad institucional en el país, que ya causaron su detención en 2011 y en 2012. Su canción, ‘ El fin del silenc io‘, se convirtió en uno de los himnos de las protestas populares. Su álbum ‘Walou’, que significa ‘Nada’,  ha sido censurado y no puede encontarse en Marruecos. Los distribuidores se niegan a colaborar con él y la presentación pública de su último trabajo fue repetidamente boicoteada por las autoridades. Aun así, las letras de ‘Walou’ ya suenan con fuerza a través de YouTube, con el impulso añadido que proporciona la censura gubernamental: «Nada ha cambiado en el ámbito de la justicia, educación, demoracia. Hay demasiada corrupción, vivimos bajo tortura», reza una de sus canciones.

La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Navi Pillay, en su visita al país en mayo de este año, enviaba un mensaje de satisfacción con las reformas constitucionales, aunque señalaba también que aun queda camino por recorrer. Pero el mensaje es ambiguo. ¿Experimenta Marruecos mejoras frente a la época de Hassan II o respecto a 2011?

«Estamos peor que antes de febrero de 2011»

«Estamos obviamente mejor que a principios de la monarquía de Hassan II, pero peor que antes del 20 febrero de 2011», afirma Bouhmouch, que llama al apoyo a la defensa de las libertades en el país. La última campaña, la que apela a la  solidaridad de la comunidad artística con quienes arriesgan su vida por expresarse libremente. Artistas como Justin Timberlake, Alicia Keys y Ricky Martin han sido contactados para que cancelen su participación en el   International Mawazine Music Festival  que se celebra estos días, en protesta por la censura y el acoso a activistas, artistas y creadores.

En toda la región, desde Siria hasta Túnez, pasando por Egipto o Marruecos, el flujo de creatividad y manifestaciones artísticas continúa a pesar de la represión, la militarización y la pérdida de terreno conquistado. Es en este ámbito donde se puede valorar positivamente el impacto de unas movilizaciones que rompieron un muro de silencio y de terror de décadas. Proliferan en la región los ejemplos de «artivismo», de creatividad como forma de resistencia que desafía al arte al servicio de las instituciones.

«Esta proliferación artística es una conquista de las protestas de 2011, pero hay que seguir peleando para mantener el terreno conquistado, no sólo bajo regímenes autoritarios sino en el resto del mundo, donde vemos que la libertad de expresión está cada vez más amenazada», afirma Bouhmouch.

Y añade: «En 2011 estábamos en la ofensiva, ahora estamos en posición defensiva, tratando de defender el terreno conquistado. Si no lo defendemos, retrocederemos».